Škoda dio a finales de la semana pasada un paso para tratar de hacerse con Talgo, que tiene ya una opa presentada por el grupo húngaro Magyar Vagon por más de 600 millones, al proponer una fusión de ambos negocios. La compañía checa, ajena a la automovilística del grupo Volkswagen, rechaza así presentar una contraopa, que encarecería la operación, posición que encaja con la de Criteria, si bien el holding de La Caixa mantiene su papel pasivo en una operación que sigue sin encajarle y en la que solo entrará si el Gobierno se lo pide y los riesgos son bajos.

Criteria ha sido ajena al último movimiento de Škoda, la madrugada del viernes, cuando clarificó su oferta por Talgo después de semanas de conversaciones con el Gobierno, lideradas por Óscar Puente, ministro de Transportes, que no quiere que el fabricante español de trenes termine en manos de una empresa húngara con lazos con el gobierno del ultraderechista proruso Viktor Orbán, aliado de Vox en Bruselas.

El interés del holding de la Fundación La Caixa, que preside Isidro Fainé, por Talgo es prácticamente nulo. No forma parte de las líneas estratégicas que marcó Ángel Simón hace unas semanas, es un sector que no conoce y no tendría un papel importante. Aún así, podría tener cabida en su cartera diversificación si cumple algunos requisitos, como que tenga retorno económico y que la operación no entrañe riesgos. El más importante, no obstante, es que reciba la llamada del Gobierno, lo que no es excluyente con las otras condiciones.

Isidro Fainé en la presentación del plan estratégico de CriteriaCaixa. Foto: Carlos Baglietto 

Es por ello que Criteria siempre ha mantenido un papel más que secundario en la venta de Talgo, que desde la llegada del interés húngaro, quien ha liderado los movimientos para frenar su entrada ha sido el propio Gobierno. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha sido el que ha ido a buscar a Škoda y, ante las dificultades de la empresa checa para presentar una oferta económica superior a la de Magyar, está buscando socios financieros. Han salido los nombres de Criteria, Escribano e incluso de la Sepi, que es pública.

En las torres negras de La Caixa no han tenido ningún contacto con Škoda, solo han hablado de Talgo con el Gobierno y siempre por iniciativa de Moncloa, según aseguran fuentes al corriente de las negociaciones, que resaltan el papel pasivo de Criteria en todas estas negociaciones, incluyendo la oferta de fusión de este viernes. De hecho, este último movimiento de Škoda proponiendo una fusión a Talgo, podría excluir la presencia de un inversor, pero las fuentes consultadas no lo descartan todavía, pues se puede dar la opción de salir a algunos accionistas que quieran aprovechar la oferta para vender.

El veto del Gobierno y los tiempos

La operación de Škoda, sin embargo, aun no está clara por una cuestión también de tiempos y de que la opa de Magyar Vagon está en marcha y, además, gusta a Talgo, que considera atractiva la oferta económica, por lo que ha pedido al Gobierno que no se interponga. La intención de Moncloa, no obstante, es la contraria; es la única opción que tienen para pararla.

La única manera de que prospere la opción checa es que el Gobierno, usando la ley antiopas aprobada en la pandemia pero aún vigente para sectores estratégicos, vete la oferta húngara o le imponga unas condiciones que le resten rentabilidad. ¿Pero cómo va a justificar que frena la entrada de una empresa extranjera mientras promueve la llegada de otra? Para ello necesita al inversor español, sea Criteria u otro. Pero a la vez, Magyar Vagon también se ha mostrado abierta a dejar hueco a la Sepi en su oferta.

La situación, por lo tanto, está lejos de ser clara, mientras el tiempo pasa. El Gobierno ha parado el reloj de la opa en varias ocasiones pero previsiblemente en agosto tendrá que tomar una decisión. Si opta por el veto, deberá justificarlo muy bien pues la decisión no va a gustar a los accionistas de Talgo si la alternativa no es mejor para ellos, lo que por ahora no sucede.

Es esta situación de confusión lo que aleja aún más a Criteria de la ecuación, además de los motivos de negocio ya mencionados. No quieren meterse en una operación con los accionistas en contra, con los riesgos que ello entraña. Si lo terminan haciendo será por hacerle un favor al Gobierno. Pero si pueden, Fainé y Simón seguirán centrados en sus inversiones y sus dividendos y en buscar una solución para Naturgy.