Este jueves 3 de agosto se cumplen 50 años desde la salida de la última unidad del mítico 600 de la factoría Seat de la Zona Franca de Barcelona. Con él culminó una historia de dieciséis años de éxito de un vehículo que impulsó la motorización de España y se convirtió en el gran símbolo del desarrollismo español. En el momento en el que el Seat 600 salió al mercado en junio de 1957 a un precio de 71.400 pesetas, el parque automovilístico apenas superaba las 100.000 unidades. Durante la vida del modelo, de la factoría de Seat salieron 799.419 unidades de 600 que cambiaron radicalmente el paisaje automovilístico. Hasta entonces, lo único que se podía ver por las carreteras españolas eran vehículos anteriores a la Guerra Civil o los microcoches -Biscuter, PTV, Isetta-, motocarros y motocicletas. Aunque modesto, el 600 era por fin un automóvil digno de tal nombre, con puertas metálicas, ventanillas que subían y bajaban, asientos para cuatro personas, calefacción e incluso radio, aunque hubiera que pagarla aparte.

Su éxito fue temprano y contundente. En 1958, con apenas un año de vida, su producción se había multiplicado por cinco y en 1965 se convirtió en el primer vehículo español vendido en el exterior. El mercado de destino fue Bogotá, que recibió una primera remesa de 150 unidades.

Inspiración italiana

El Seat 600 se construyó bajo la licencia de la fábrica italiana FIAT, y se inspiró en el original Fiat 600, diseñado por el ingeniero Dante Giacosa (Roma, 1905 – Turín, 1996). Giacosa fue también el diseñador de los modelos Fiat 850, Fiat 1500/1800, Fiat 125 y Fiat 126, que tendrían su correspondencia, respectivamente, en los modelos Seat 850 (popularmente llamado "ocho y medio"), Seat 1500 (popularmente llamado "el coche de las viudas", porque en los choques frontales el conductor moría con el gran volante del vehículo clavado en el pecho), Seat 124 (con su exitosa versión deportiva 1430) y Seat 133 (popularmente denominado "el coche Martini" porque era el modelo que utilizaban los comerciales de esta marca de vermuts).

 

El Seat 600 no solo fue el protagonista del gran cambio social que supuso la motorización del país y la superación de la España rural, sino que permitió la introducción en España del modelo fordista o taylorista de organización del trabajo, según el histórico sindicalista de Seat Carles Vallejo, de 57 años.

La hoja de ruta del recién estrenado Gobierno de tecnócratas, integrado por canteranos del Opus Dei, marcaba la modernización económica del país -esto es, desarrollar el sistema capitalista sin liberalizar el sistema político- y Seat fue uno de sus motores. El único atisbo democratizador de entonces reside en Seat, y fue poner el automóvil al alcance de todos los españoles. O casi todos, como se encargó de recordar un jugoso artículo de Pueblo de octubre de 1964. Bajo el título No es un lujo, el diario madrileño dice: "El que se obstina en considerar un lujo el Seat 600 es nuestro régimen fiscal, que carga sobre él nada menos que un 16% del precio de venta".

 

Un modelo asequible

El 600 salió a la venta en junio de 1957, fruto de un acuerdo de fabricación con Fiat. Su precio lo hacía más accesible que la berlina Seat 1.400 (costaba 144.600 pesetas con impuestos incluidos), pero les sobraba para una Vespa. Tres veces y media más que la renta per cápita de entonces: 18.472 pesetas. Lo que en euros de hoy rondaría los 17.900.

Pese a ello, el éxito del 600 fue inmediato y rotundo. En enero de 1957 comienza a comentarse la aparición del segundo modelo Seat, Se sabe que es una réplica del Fiat 600, diseñado por Dante Giacosa a partir de la experiencia del Topolino (Fiat 500), lanzado en Italia dos años antes.

 

Las solicitudes de compra alcanzaron cifras impensables: en marzo, la cartera de pedidos superó las 100.000 unidades y hubo que cerrar la admisión. El nuevo modelo de Seat es causa y consecuencia a la vez de una espectacular transformación sociológica y económica. Los españoles se lanzan a descubrir el turismo y se disponen en familia a explorar todos los rincones peninsulares, al ritmo de "adelante hombre del 600, la carretera nacional es tuya", canción que popularizó años después Moncho Alpuente.

El 600 también representó el gran salto de plantilla en Seat, lo que permitió "aligerar el control" y despertó la "conciencia de clase" y a la entrada de células antifranquistas en Seat, coinciden Vallejo y Prieto. En la fábrica se empezaban a suceder varias quejas relacionadas con la higiene y la comida, y en 1958 tuvo lugar la primera huelga, en solidaridad con los 15.000 mineros asturianos, que dejaron de acudir a los pozos durante tres semanas. La protesta se saldó con el despido inmediato de los huelguistas. El sueldo de un trabajador de Seat doblaba la renta per cápita media se fue imponiendo para garantizar la paz social, acompañada de un aumento de la productividad sin precedentes.