La venta de diamantes de laboratorio se ha disparado y, especialmente, de los creados con energía solar. A diferencia de los que se extraen de las minas, los de laboratorio son muchísimo más baratos –entre un 50% y un 75% de su precio– y, según sus proveedores, también más sostenibles e, incluso, éticos. Es una moda y un negocio que se está expandiendo por las joyerías de grandes ciudades como Madrid y Barcelona.
El presidente del Col·legi Oficial de Joiers, d'Orfebres, de Rellotgers i de Gemmòlegs de Catalunya, Àlex Riu, constata que los diamantes de laboratorio han pasado de ser un producto casi desconocido no hace tanto a tener una demanda que se “multiplica” año tras año. Sin embargo, apunta que aún se está muy lejos del auge que registran en Estados Unidos porque aquí el mercado de gemas es más “conservador” y reacio a las innovaciones.
En Estados Unidos cerca de la mitad de los anillos de boda con diamantes que se comercializan ya son de laboratorio, mientras que aquí, aunque no hay datos oficiales al respecto, Riu considera que serían entre el 3% y el 4%. Precisamente, el anillo de boda o de compromiso con un diamante es el producto más demandado. Añade que muchos jóvenes que nunca habrían regalado un diamante de mina ahora se sienten atraídos por los de laboratorio, y no solo por su menor precio, sino por criterios de sostenibilidad o de novedad.
Su precio depende de la medida y de la calidad, así como de la marca, del diseño y del establecimiento vendedor, pero un diamante de laboratorio de un quilate se sitúa de media algo por encima de los 1.000 euros cuando uno de mina cuesta entre 4.000 y 6.000 euros.
Àlex Riu subraya que son “el típico disruptor de mercado que hace que el consumidor se posicione rápidamente”. En la actualidad, entre un 10% y un 15% de las joyerías de Barcelona, incluidas las tradicionales, se han apuntado a esta moda: ofrecen diamantes de mina y también de laboratorio y, algunas, incluso con un certificado que acredita que estos últimos se han generado con energía solar, que es la última tendencia del mercado.
Procedente de la joyería tradicional, Riu abrió hace siete años Accent, en la calle Petritxol de Barcelona, la primera tienda de España y la segunda de Europa que se dedica exclusivamente a los diamantes de laboratorio. Vende al por mayor a otros establecimientos y también al detalle. Apunta que el negocio crece a doble dígito año tras año.
Un showroom de diamantes en el paseo de Gracia
En Europa, los mercados “más maduros” para estos productos son Suecia, Noruega, Francia, Alemania y Austria, que están a distancia de España, aunque la demanda crece en sus grandes ciudades, especialmente en Barcelona por la mayor afluencia de turismo extranjero. Precisamente, en esta ciudad han aparecido otros comercializadores de diamantes de laboratorio, como Mimoke, que se autodefine como “alta joyería ética”, o Novita, que vende por el canal online aunque dispone de un showroom en el paseo de Gracia para que sus clientes puedan ver las piezas antes de adquirirlas.
Enrique Mendieta, coadministrador de Novita Diamonds, indica que poco a poco se están abriendo un hueco en el mercado. Inauguraron el showroom en febrero del año pasado para que los clientes, con cita previa, puedan ver las piezas y conocer el proceso que han seguido para su elaboración. Pone énfasis en su menor impacto ambiental: un diamante de mina requiere la extracción de muchas toneladas de tierra, mientras que uno de laboratorio, de un quilate, se gesta con energía durante un periodo medio de dos semanas.
Mendieta apunta que el producto estrella es el anillo de compromiso con diamantes. El cliente tipo se gasta de media unos 2.000 euros. Ofrecen diversas joyas con diamantes y monturas de oro y platino. Novita es un grupo de origen australiano que, además de tener presencia en las principales ciudades de este país, dispone de showrooms en el Reino Unido, Alemania y Barcelona.
Los diamantes de laboratorio son químicamente idénticos a los de mina y, a menudo, con menos impurezas. En declaraciones a The Wall Street Journal (WSJ), el analista Paul Zimnisky, considerado una autoridad en la materia, apuntó que en la actualidad representan una quinta parte de las ventas totales de diamantes por importe. Por volumen, doblarían este porcentaje porque son mucho más baratos.
Menor impacto ambiental
Respecto a su impacto ambiental, según datos de Natural Diamond Council publicados por WSJ, un diamante de laboratorio de un quilate, una vez cortado y pulido, tiene una huella de carbono de aproximadamente 9,2 kilogramos, menos de una décima parte de los de mina, con 106,9 kilogramos.
La última tendencia son los diamantes cultivados con energías renovables, especialmente con la solar, aunque por el momento solo suponen una pequeña parte de este mercado. Laura Lambert, fundadora de la marca de joyería ética Fenton, con sede en Londres, realizó una investigación en la que apunta que solo el 5% se han gestado con energías renovables, si bien cada vez lo piden más clientes. Asocian este producto con la sostenibilidad e, incluso, con la preocupación por las condiciones laborales de los países productores. Como precisa el joyero y gemólogo Àlex Riu, cuando se adquiere uno de estos diamantes cultivados con energías renovables se entrega el certificado de una entidad auditora que acredita su origen.
Además, los diamantes de laboratorio cada vez son más baratos y este es uno de los motivos por los que también ha caído el precio de los de mina. Estos últimos alcanzaron la cotización máxima en febrero de 2022, pero ahora están a cotas de hace diez años. Curiosamente, los diamantes de mina no han seguido las subidas del oro o de las criptomonedas.
De Boers, la principal compañía de minería de diamantes del mundo, ha visto como han caído sus ingresos. Quizás como precaución, en 2018 constituyó la filial Lighbox, dedicada a cultivar diamantes de laboratorio.
Curiosamente, la cadena de bisutería Swarovski se ha apuntado a la moda de los diamantes de laboratorio cuando nunca ha mostrado ningún interés por los de mina. En su página web, Swarovski informa al detalle de los dos tipos de procesos de producción de estas piedras: el método de alta presión y alta temperatura (HPHT) y el de deposición química en fase de vapor (CVD). En los dos casos, “una diminuta semilla de diamante” se nutre con átomos de carbono en condiciones de intenso calor y presión en un laboratorio, de manera que la gema se va desarrollando capa a capa. Indican que un diamante de laboratorio y uno de mina son iguales, como lo son una orquídea criada en invernadero y la que se puede encontrar en la naturaleza. Su diamante más vendido es el de 0,25 quilates, que se distingue por un grabado que lo identifica como joya Swarovski, aunque solo es visible con una lupa de gran aumento.
Los diamantes de laboratorio que se comercializan en España se cultivan, cortan y pulen en su práctica totalidad en la India. Sin embargo, el grupo estadounidense Diamond Foundry está construyendo una planta en Trujillo (Cáceres), pero su producción no se destinará a la joyería, sino a la industria tecnológica, para su utilización como semiconductores. La inversión prevista es de 830 millones de euros, de los que 120 millones son un préstamo avalado por el Ministerio de Industria y otros 81 millones una subvención del Ministerio de Hacienda. Se prevé que entre en funcionamiento en 2025 y que genere más de 300 puestos de trabajo. A su alrededor se construirá un parque fotovoltaico para proveerla de energía. Entre los accionistas de Diamond Foundry está el actor Leonardo DiCaprio.