El presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) sugiere a la banca que al igual que pagan a sus directivos parte de su salario variable mediante un “bonus”, incorporen un “malus” para que estos directivos devuelvan parte de la nómina si los resultados de la entidad son malos. José Manuel Campa se pronunciaba así sobre la polémica que ha generado el informe que publicaron hace solo unos días, donde apuntaban que en 2021, el número de banqueros en España que cobró más de 1 millón de euros al año aumentó un 73% respecto al año anterior.

Al ser preguntado este lunes, durante su intervención en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum sobre si estos salarios están justificados o se van a limitar, Campa comentaba que desde la perspectiva de la EBA el punto clave no es si los banqueros ganan mucho o poco, “lo importante es que sean de acuerdo al perfil de riesgo de la entidad”.

En este sentido, explicaba que los salarios deben ser “prudentes”, porque lo importante no es la cantidad, sino a la estructura de la misma, es decir, el porcentaje de fijo y de variable del salario. Así, al igual que hay “bonus” puede haber “malus”, y si la entidad va mal, el directivo devuelve parte de ese bonus.

En cuanto a la cantidad de la remuneración, recordaba que es decisión del banco y la capacidad de los accionistas de valorar si es mucho o no. Aun así destacaba que ha habido dos fenómenos que han hecho que estos suban en 2021, uno es en Brexit, que ha provocado que varios banqueros “que estaban mejor remunerados” vengan a España.

Y el otro es el Covid. En 2020 muchas entidades decidieron reducir el salario variable de los banqueros como medida de prudencia por la crisis, pero este se recuperó en 2021, por eso se aprecia un “incremento sustantivo”. Asimismo, el presidente de la EBA indicaba que en España hay muchos banqueros -como los presidentes de BBVA y Santander- que pese a estar asentados aquí, dan servicio a todo el mundo, por lo que se debe tener en cuenta el tamaño de banco también.

También en este encuentro se pronunciaba la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que aprovechaba para defender que, el hecho de que varios banqueros españoles cobren más de un millón de euros al año, pone de manifiesto que está "claro" establecer un impuesto sobre los beneficios extraordinarios del sector bancario. A su juicio, esto demuestra que el sector bancario tiene "margen suficiente" para que dicho impuesto temporal no se repercuta en una subida de los costes para los ciudadanos.

Sobre el impuesto también ha hablado José Manuel Campa. Aclaraba que ellos no tienen legitimidad para actuar, que esto corresponde al Parlamento, que es donde se ha sacado adelante. Reconocía que es un coste para la industria, pero la banca viene de un entorno “donde ha mejorado mucho la rentabilidad” (y ya roza el 8% sobre recursos propios) con lo cual, “lo tendrá que asumir” y no cree que tenga un impacto neto en la solvencia, aunque sí un impacto negativo en resultados, pues ganarán menos dinero.

El de la EBA reconoce que sigue habiendo incertidumbre por el contexto económico, pero en los últimos tres años, la banca ha estado en el lado de la solución y no en el de problemas, de manera que ha iniciado este 2023 con buenos colchones de capital y solvencia, de entorno al 15%. Aunque tiene retos importantes: la transformación tecnológica, la construcción de un modelo bancario europeo más integrado y el de la sostenibilidad, donde cree que no solo debemos hacerlo, sino que ir por delante servirá a los bancos españoles para ser más competitivos.

También aprovechaba para volver a pedir a la banca española que sea prudente con las provisiones, aunque todas las entidades defienden que la morosidad sigue bajando. En cuanto a la política de dividendos y a que algunas ya tengan un pay out del 50%, recuerda que pese a que la media europea está en el 44%-46%, es más importante que los más vulnerables no distribuyan dividendo y los que tienen modelos de negocio con cierta certidumbre que tengan más capacidad.

Finalmente, sobre criptomonedas y la abstención de las instituciones a regularlas, Campa pedía distinción entre la tecnología que hay detrás y el propio producto. “Es difícil entender cuál es verdaderamente el modelo de negocio de estos productos, si es sostenido. Lleva a pensar que no lo tienen y que sus valoraciones no tienen sentido. Con lo cual su actitud nunca ha sido muy prudente”.

Pero no ocurre lo mismo con la tecnología que hay detrás, como el blockchain, que tiene “muchos usos y es legítimo”, de hecho, se está explorando por los bancos centrales para crear monedas digitales y por las propias entidades para los procesos de pagos, concluía.