Elon Musk siguió los resultados de la noche electoral al lado de Donald Trump en la famosa residencia privada del futuro presidente de los Estados Unidos de Mar-a-Lago (Florida). Y una vez confirmada la victoria, Trump dirigió un discurso al país en el que destacó la trayectoria del "supergenio" Musk, del cual dijo "ha nacido una estrella: Elon"!. El dueño de Tesla, SpaceX y de la red social X, entre muchas otras compañías, ha sido el principal donante de la campaña electoral republicana, con cerca de 130 millones de dólares, pero también uno de sus grandes ideólogos. Y está en condiciones de rentabilizar su influencia política.
No formará parte de la administración Trump, aunque durante la campaña lanzó la propuesta de dirigir un "departamento de eficiencia gubernamental", con la intención de recortar 2 billones de dólares (un 20%) del presupuesto federal, y que Trump se refiriera a él como el "secretario de reducción de costes". En declaraciones públicas, Musk añadió que deseaba "reducir las agencias [federales] para que sean más pequeñas" y "limpiar el camino" de regulaciones que considera innecesarias. Pero aunque no tenga cargo ni sueldo, que ya ha dicho que no los tendrá, se espera que influya en la política del próximo presidente de los Estados Unidos.
Musk ha reconocido sin pelos en la lengua que defenderá sus intereses empresariales y que, por ejemplo, presionará para que sus vehículos autónomos, incluidos los robotaxis, circulen sin problemas por las carreteras. El digital económico Morning Brew apunta que "el principal triunfo de Musk podría ser que el 47 presidente le dé acceso sin restricciones a los organismos reguladores". En los últimos cuatro años, Tesla, SpaceX, X, Neuralink... han chocado frontalmente con las limitaciones, sanciones y expedientes de los reguladores de bolsa, comercio, aviación o, incluso, de la sanidad de los Estados Unidos.
Sus dos grandes bestias negras ya se dan por destituidas cuando Trump jure el cargo, si bien este necesitará la aprobación parlamentaria a no ser que dimitan por propia iniciativa: Lina Khan, directora de la Comisión Federal de Comercio (FTC, para|por sus siglas en inglés), y Gary Gensler, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), que fueron nombrados por Joe Biden.
Khan, de 35 años, ha protagonizado una cruzada para que las grandes tecnológicas dejen de actuar como monopolios. Entre otros, ha chocado con Jeff Bezos, fundador y presidente de Amazon, pero sobre todo con Musk, especialmente por la gestión de la red X, con el resultado de expedientes o restricciones en el sus métodos de recopilación de datos. Curiosamente, durante la primera administración de Trump (cuando era el 45 presidente), la FTC abrió un expediente a X, pero cuando se llamaba Twitter, antes de que tomara el control Musk, si bien las resoluciones judiciales están llegando cuando ya es el principal accionista.
I Gensler, presidente de la SEC, también se las tuvo con Musk a cuenta de las acciones de Tesla. En realidad, el mismo Trump se refirió en campaña a su destitución para atraer a los fieles de las criptomedes, de las que Gensler es un detractor.
Conflictos con los reguladores
Las empresas de Musk tienen abiertos varios conflictos con los organismos reguladores. En un futuro, habrá que ver si mantienen la beligerancia o rebajan las exigencias. Por ejemplo, SpaceX ha firmado contratos con la administración federal por un importe de más de 15.000 millones de dólares, sobre todo para el envío de satélites al espacio, pero la compañía se ha quejado repetidamente de las limitaciones que les impone la Administración Federal de Aviación.
Neuralink, empresa de neurotecnología, especializada en el desarrollo de implantes entre cerebro y computadora, también ha tenido conflictos con la FDA, el regulador en el sector de los medicamentos y la salud.
Y sobre Tesla, la Administración de Seguridad del Tráfico por Carretera investiga sus sistemas de conducción autónoma. Pero algunos analistas estadounidenses advierten que podrían surgir "problemas" en un futuro entre Musk y Trump: el próximo presidente ha prometido la imposición de fuertes aranceles a China para los coches eléctricos, una medida que en principio beneficia a Tesla en el mercado norteamericano, pero resulta que esta marca depende de los suministros de la fábrica que tiene en Shanghai.
Antes de que Trump jure el cargo sobre la biblia, Musk ya ha sacado beneficios de su victoria: Tesla lleva días escalando en el Nasdaq, donde sus acciones se han revalorizado cerca de un 18% desde el cierre de la bolsa del martes (víspera de las elecciones) hasta el del jueves. Esto le apuntala como el hombre más rico del mundo, según Forbes, posición que logró en mayo pasado cuando superó a Jeff Bezos.
Precisamente, Bezos y Musk se han mostrado eufóricos por la victoria de los republicanos. El presidente de Amazon sólo ha enviado dos mensajes a través de X, la red social de Musk, y las dos veces han sido para elogiar a Trump: “Felicitaciones a nuestro 45 y ahora 47 presidente por una extraordinaria remontada política y una victoria decisiva” .