En el barrio del Guinardó, de Barcelona, en plena posguerra, el año 1939, José Salvador, un profesional de la química, y Vicente Tejedo, uno comercial, trazaron los pasos de lo que hoy es JOVI. Un fabricante de productos para la educación artística y uno de los principales aliados de los maestros en más de 80 países por todo el mundo porque los proporciona material escolar innovador y de calidad.
De los esfuerzos de destinar las tardes a experimentar por idear un lápiz de pasta y una mina hexagonal en una pequeña buhardilla de la vivienda, "sin corriente eléctrica, pero con la ayuda de amigos y familiares para hacer todo el proceso hasta el etiquetado", en 1955 lanzaron sus primeros bolígrafos en España, recuerda Alejandro Tejedo Zabaco, hijo de Vicente y actual consejero delegado. Él, junto con Fernando Salvador Segura, hijo de José y ahora consejero del órgano de administración, se incorporaron a la década de los 70 del siglo pasado, y han sido los responsables únicos de la expansión desde la primera década de los años 80, cuando sus respectivos padres murieron.
Pero justamente fue de sus padres de quienes tomaron el testigo de la importancia de ser innovadores y de preservar la calidad en la fabricación, siempre local, y de mirar el mundo. "No fabricamos nada en el exterior porque controlamos todo el proceso industrial y producimos hasta el último detalle de nuestros productos en Rubí, incluidos los envases de plástico y los artículos complementarios del material escolar que comercializamos", aclara al director general de la firma Dani Lloses. Si una cosa tiene clara Lloses es que la profesionalización ha sido uno de los éxitos de la gestión empresarial de JOVI, porque él ya hace 27 años que está en el cargo (1997) y sustituyó al anterior al director Rossend Marqués. El 80% de los productos se hace en Rubí, solo se importan lápiz y bolígrafos.
"Nuestros padres ya fueron visionarios y los años 60 ya exportaban y visitaban las ferias más importantes; desde los inicios hemos ido cada mes de enero a Frankfurt, a la que ahora sigue siendo el principal certamen de papelería, material de oficina e instrumentos de escritura, Paperworld," explica Tejedo.
De aquellas décadas, el hito más importante fue en 1964, cuando la empresa desarrolló la primera plastilina del mercado más fácil de modelar, que no manchaba y que no era tóxica: la plastilina Joviplast. "Y se hicieron spots publicitarios en el único canal de televisión de la época con el spot 'Joviplast, tose manos mágicas'", recuerda Tejedo.
En el 2024 repiten el éxito con el lanzamiento de la plastilina Baby, la única pasta de modelar del mercado sin gluten, que no mancha, que no es tóxica, y que además es tan elástica que la pueden utilizar los niños de 1 a 3 años. ¡"Los docentes nos habían hecho llegar la advertencia que a los jardines de infancia y a la etapa infantil los niños no podían modelar bien la plastilina, y nos pusimos"!, dice Lloses y comenta que han tardado dos años en encontrar el producto adecuado y con garantías de calidad y cumpliendo las normas de seguridad para los más pequeños. La investigación es fruto del constante esfuerzo en innovación que hacen y que se lleva más de un millón de euros de inversión cada año.
Por eso tienen una reducida planta piloto dentro de las instalaciones fabriles de Rubí -que se ampliaron hasta 10.000 metros cuadrados el año 2005- para testear los productos y no lanzarlos en el mercado hasta que "garantizamos que funcionarán". Mientras tanto, reciben las demandas de los maestros y desde el año pasado tienen en plantilla un pedagogo que es el responsable de un comité asesor de pedagogos externos y han ideado una comunidad JOVI for teachers, que ya suma 10.000 profesores de toda España que reciben periódicamente propuestas didácticas para llevar a cabo con el material JOVI.
Hace cinco años "iniciaron otro cambio prácticamente de 360 grados porque consideramos que la gestión industrial seguirá siendo uno de los ejes de nuestra calidad, pero que nos tenemos que focalizar en el cliente final, en el docente, y también en las familias, claro"; pero se deben a la comunidad educativa, explica Tejedo. "Nuestro foco es la escuela, aquí y en el exterior", remarca Lloses
De la fábrica de Rubí (Barcelona), donde trabajan unas 130 personas, salen cada año 4.000 toneladas de productos escolares o cosa equivalente a 85 millones de artículos. Hay diez líneas de producción entre plastilinas, acuarelas, pinturas templa, pinturas de dedo, pinturas de maquillaje infantil. Las ventas llegaron a los 18 millones de euros en el 2023, el 50% de los cuales provienen de la exportación, y este año "llegaremos a los 20 millones". "No nos hemos centrado en grandes crecimientos, sino en una visión industrial, sobre todo local, y en una dimensión que todavía puede crecer con una marca con más productos que refuerce nuestro reconocimiento estatal e internacional", insiste Tejedo. La compañía también tiene un almacén logístico de 5.500 metros cuadrados en el Prat de Llobregat (Barcelona), con capacidad para almacenar 5.000 cantos rodados.
No nos hemos centrado en grandes crecimientos, sino en una visión industrial y de calidad
Después de 85 años, dos de los nietos de JOsé y VIcente (de aquí la icónica marca JOVI) están preparándose para su incorporación a la compañía. Berta Tejedo Escuin y Pep Salvador Fortuny, hace dos años que son miembros del consejo de administración de la compañía, y se han formado en administración de empresas e ingeniería y han trabajado en el extranjero.
Ellos recibirán una empresa -ahora al 50% entre sus padres, ya que Alejandro Tejedo Zabaco compró un 25% a su único hermano- que tiene una marca reconocida, una vocación industrial por encima de todo, pero también con una visión a largo plazo que los ha acercado al cliente final, para seguir desarrollando productos destinados al fomento de las artes plásticas en la educación infantil. Y, por qué no, también en los adultos que ya empiezan a encontrar productos para ellos con marca JOVI, como la línea AIR DRY CLAY, una pasta por modelar similar al barro, pero que se seca en el aire, o la única pasta que simula el papel maché, Paper Clay, y que ambos artículos los utilizan aficionados a las manualidades, de entre 25 y 35 años.