La farmacéutica catalana Ferrer, que cerró 2022 con un beneficio neto de 28 millones, un 81,8% más, prepara su salto al Reino Unido, Francia e Italia de la mano de nuevos productos con los que pretende "iniciar una nueva era". Tras unos años centrada en las reestructuraciones y la reducción de la deuda, la compañía ha elevado la facturación hasta los 645 millones de euros en 2022, frente a los 563 millones de 2021, mientras que el beneficio ha pasado de 15,4 millones a estos 28 millones. El beneficio operativo (ebitda) ha sido de 66 millones, según ha explicado a EFE el consejero delegado de la firma, Mario Rovirosa.
Pese a esta mejora, Rovirosa cree que los resultados son "muy mejorables" y avanza que este 2023 la compañía mantendrá previsiblemente el mismo nivel de facturación y que el beneficio puede resentirse algo, después del esfuerzo inversor de los últimos ejercicios. "Aún arrastramos que los productos han bajado de precio porque han entrado los genéricos y aún no hemos podido renovar el porfolio, mientras que hemos hecho inversiones importantes en algunas plantas", ha apuntado Rovirosa.
En este contexto, la compañía, propiedad de Sergi Ferrer-Salat, está a un paso ya de hacer realidad la renovación de su porfolio de productos y trabaja en varios lanzamientos de calado en las dos áreas en las que está especializada: las enfermedades del sistema nervioso y las pulmonares. En concreto, está a la espera de conocer en unos meses el resultado de la fase III de un ensayo sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que le abriría la puerta a lanzar en Europa un fármaco propio en 2025, al tiempo que planea lanzar un par de productos más en el período 2026-2027 (tiene un fármaco para la epilepsia en fase III y un producto para el párkinson en fase II).
Optimismo
"Miramos el futuro con cierto optimismo. Esperamos no depender ya siempre del mismo portafolio de producto histórico. Hace mucho que no realizamos grandes lanzamientos. Nos habíamos limitado a llegar a acuerdos de licencias", ha explicado el directivo. Con filiales en 13 países y presencia comercial en más de 120, Ferrer está inmersa en la preparación del lanzamiento comercial de estos productos, pensados en especial para poder desembarcar con fuerza en Italia, Francia y el Reino Unido, tres grandes mercados europeos en los que aún no tiene presencia propia y donde quiere instalar filiales.
Para más adelante deja el desembarco con una filial propia en Estados Unidos, donde cuenta con un centro de investigación y una planta de producción en California, mientras continúa reforzando su red en Latinoamérica. En este último ejercicio, el laboratorio catalán ha acometido inversiones como los 20 millones destinados a la planta de cosmética en Esplugues (Barcelona), especializada ahora en líquidos, y los 40 millones que ha costado su traslado en California, que ha aprovechado para construir una planta de inhaladores para el párkinson en Fremont. Entre sus planes, se encuentra también ahora aumentar la capacidad productiva de la fábrica de Sant Cugat (Barcelona), dedicada a sólidos.
Aumentar la planta de Barcelona
Rovirosa ha destacado que Ferrer, que tiene a Sergi Ferrer-Salat como accionista mayoritario (96%), tiene una vocación claramente social. El 50% del beneficio obtenido en los últimos cuatro años se ha dedicado a fines sociales: de la promoción de la educación musical en barrios desfavorecidos de Barcelona al impulso de los huertos urbanos. Además, la compañía compite a nivel internacional por la captación de talento, al que ofrece "una organización atractiva y liderazgo", con una alta flexibilidad a la hora de decidir dónde y cómo se trabaja.