Fractus acelera en su tercera etapa. Después de haber iniciado su trayectoria desarrollando las antenas fractales, la compañía fundada el año 1999 en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) ha decidido dar un salto en su modelo de negocio y ha apostado por el internet de las cosas (IoT), con paso previo por la creación de infraestructura de redes. En esta tercera fase, la empresa que revolucionó el sector de la telefonía se ha aventurado en el proceso de diversificación de su actividad para enfocarse en el campo de la red colectiva para facilitar la comunicación entre los dispositivos y el cloud.
Con este objetivo, Fractus ha llegado a acuerdos con empresas del sector salud y del campo de la seguridad para digitalizar todos los procesos. "Hemos cerrado acuerdos con cuatro compañías, pero de cara al próximo año prevemos duplicar la cifra", asegura Jordi Ilario, nuevo CEO de la compañía en sustitución de Rubén Bonet, quien ha asumido el cargo de presidente. El directivo, que entró en Fractus el año 2005, recuerda que en aquel momento la empresa estaba construyendo una cartera de patentes y que ahora, con más de 40 invenciones protegidas a través de más de 120 patentes en los Estados Unidos, Europa y Asia, lo que buscan es crecer en el segmento de venta de patentes.
Apuesta por el IoT
"Mientras construíamos la cartera de patentes, vimos que la empresa tenía la posibilidad de hacer negocio con las licencias. No es un modelo de negocio concreto, pero licenciamos la tecnología de la conectividad, antenas de teléfonos e infraestructura. Ahora lo que queremos es explotar esta cartera para que los diferentes agentes se conecten a través de una sola red". Así, Ilario pone como ejemplo el campo de la salud, de la seguridad o de las ciudades inteligentes. "Hay dispositivos médicos conectados, ciudades inteligentes y flotas de vehículos conectados. En nuestro caso, al ser una empresa de telecomunicaciones, podemos llegar a otras industrias. No creamos dispositivos médicos, pero incorporamos tecnologías relacionadas con la conectividad para equipar los dispositivos", explica.
De esta manera, Fractus ha licenciado su tecnología de antenas para dispositivos médicos sin hilos como los marcapasos y los desfibriladores, a la vez que está intentando hacer lo mismo en otros ámbitos. "Es lo que denominamos smart things", argumenta. Así, ahora lo que están haciendo es licenciar estos verticales y apostar por la diversificación. "Ya no es una industria única donde los interlocutores son los mismos, sino que hay diferentes verticales y fragmentación".
Con respecto a los ingresos, Fractus espera que esta tercera fase acabe teniendo un gran peso dentro de la empresa y que sea una de las principales fuentes de negocios de la compañía. De hecho, la idea es que este año este tercer programa ya empiece a generar beneficios e Ilario se reafirma asegurando que es un mercado "inmenso" y que los ingresos a escala mundial rondan los 3 billones de dólares. De hecho, el mercado de IoT crece una media de un 20% anual y puede llegar los 200 billones de dólares.
En los últimos 5 ejercicios, la facturación media anual de Fractus se ha situado en los 17,6 millones de euros. "Nuestra facturación depende del número de contratos que tengamos y las condiciones correspondientes, pero creemos que el internet de las cosas será nuestra pata principal del negocio porque en el mundo hay 9 billones de dispositivos conectados".
Fractus a largo plazo
Sobre cómo se imagina la empresa a largo plazo, el directivo confirma que a lo largo de los años han conseguido desarrollar un equipo, una marca y una reputación y lo que buscarán será desarrollar nuevas patentes y venderlas. "Nuestro conocimiento y saber hacer nos permitirá, a largo plazo, convertirnos en el socio para monetizar patentes de cualquier tecnología. Con el desarrollo de tecnología conseguiremos que los inventores puedan recuperar la inversión realizada y así ir alimentando este círculo de innovación y creación de valor". De hecho, Fractus es un spin-off de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), y actualmente colaboran con la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la UPC, por lo cual sus herramientas ayudan a seguir investigando y, de alguna manera, a cerrar el círculo que el año 1999 abrieron.