La empresa tecnológica Fractus, especializada en el desarrollo de antenas fractales multibanda que tienen varias utilidades en telefonía móvil y comunicación por microondas, ha puesto el foco de su expansión en la utilidad de las antenas fractales para la conexión digital de objetos cotidianos con internet, el Internet de las Cosas (IoT, por las siglas en inglés). Eso no quiere decir que deje de ser la compañía más avanzada tecnológicamente en antenas fractales para los principales fabricantes de móviles y operadores de telecomunicaciones, pero sí que le permite asegurarse el crecimiento por medio de estas nuevas áreas de negocio, ya que las dos anteriores son mercados muy maduros, en que Fractus tiene una posición de dominio mundial. El cofundador y consejero delegado de Fractus, Rubén Bonet, considera que las salidas que les ofrecen nuevos campos de conexión para los usos derivados de la Internet de las Cosas les permitirá doblar de aquí a 2030 la facturación de 200 millones de euros en concepto de royalties que llevan acumulada desde 2009, cuando decidieron pasar de ser desarrolladores y fabricantes de antenas para centrarse solo en el desarrollo y transformarse en una licenciadora de alcance internacional. Para conseguir esta cifra de 400 millones, la compañía prevé que la actual facturación anual media de 17,6 millones pase a ser de unos 28 millones anuales, de aquí a 2030.

"Nuestra facturación es volátil en función del número de contratos y las condiciones correspondientes que tenemos vigentes cada año", por lo tanto,"es difícil hacer predicciones", admite Bonet, pero apunta al hecho que el abanico de aplicaciones que se abren alrededor del IoT "es tan grande y diverso que cada vez habrá más dispositivos para la vida cotidiana que necesitarán conectividad". "Seguro que, si todo va bien, podremos doblar el negocio que ya hemos generado hasta ahora", apunta, "porque en el mundo hay 9 billones de dispositivos conectados". Para conseguirlo, el primero que han hecho es apostar por el sector de los fabricantes de las alarmas, pero también ven negocio en los dispositivos médicos para controlar en remoto el estado de los pacientes o los aparatos para monitorar la geolocalización de flotas de reparto de mercancías. Serán otras áreas donde Fractus ve opciones de hacerse imprescindible. De momento, lo que ha hecho ha sido descubrir y denunciar a aquellos fabricantes de alarmas que utilizaban su tecnología sin un contrato de licencia. Se trata de las norteamericanas ADT -líder del mercado americano- y Vivint -propiedad de NRG Energy-. Mientras tanto, han abierto conversaciones con 50 empresas más que también "sabemos que utilizan nuestra tecnología sin pagar una licencia", cuando Fractus si una cosa tiene es 40 familias de antenas fractales protegidas por 120 patentes mundiales.

La estrategia de "demandante" fue con la cual, en el 2009, Fractus salió de un callejón sin salida empresarial que la llevaba a la desaparición. Demandó a diez de los principales fabricantes de móviles para hacer uso, sin permiso, de las patentes. "Nos la jugábamos, pero no teníamos alternativa", indica el ingeniero Rubén Bonet, dando un repaso de la trayectoria de la compañía, un spin-off de la Universidad Politécnica de Catalunya, que creó en 1999 junto con el investigador Carlos Puente. Después de una progresión ascendente como fabricantes de antenas, con dos fábricas -una en Corea del Sur y otra en China-, en el 2006 los fabricantes de telefonía móvil decidieron producir las antenas y "las ventas nos cayeron un 80%". "Fabricaban con nuestra tecnología y podían prescindir de nosotros", explica. Fue entonces cuando, después de una operación fallida para encontrar a un socio inversor, llegaron a acuerdos extrajudiciales con 9 fabricantes y se cerraron los acuerdos de licencia. Solo Samsung decidió ir a juicio, y perdió: tuvo que indemnizar a la firma catalana con 23 millones de dólares. Desdichadamente, la experiencia se repitió en el 2018, cuando plantaron cara a las operadoras de telefonía -las compañías que controlaban las torres de telecomunicaciones en los EE.UU.- Verizon, ATT, T-Mobile y Sprint, que "pactaron". "Nuestro objetivo no es demandar empresas", argumenta Bonet para explicar que "nuestra actuación es en defensa de aquellas compañías que sí que pagan por el uso de la tecnología; es un tema de protección de la competencia".

Actualmente, Fractus tiene una estructura muy delimitada. Trabajan 15 personas a la sede corporativa y de innovación de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), y 35 más en otros lugares del mundo, que apoyan la tarea investigadora. Reinvierten prácticamente todas las ganancias, unos 2 millones de euros anuales, a nuevos desarrollos tecnológicos que patentan por todo el mundo. En este sentido, Bonet se congratula de la iniciativa europea para sacar adelante la patente unitaria europea concedida por la Oficina Europea de Patentes (EPO) que será válida en todos los países de la UE que se hayan adherido al nuevo sistema, que entrará en vigor el próximo 1 de junio. Cabe decir que, de momento, España ha decidido quedar al margen. Para Bonet, será "un avance muy importante por fomentar la innovación tecnológica en Europa", un hecho importante si se tiene en cuenta que en los Estados Unidos la patente unitaria es vigente para todos los estados desde los años 80 del siglo pasado. "Y una oportunidad perdida para España", sentencia.