Los casos de fraude al seguro por fenómenos meteorológicos (lluvia, viento o nieve) se han disparado en la última década. Según un estudio presentado este martes por AXA España, en 2013 apenas representaban el 2% del total de partes fraudulentos, mientras que en 2023 ya suponían el 9%, lo que supone un 350% más. Pero incluso hubo años, como 2020 y 2021, que superaron el 11% del total, entre otros motivos, por Filomena.
El mayor incremento de estafa se observa en toda la costa mediterránea. Prácticamente, en todas las provincias costeras han aumentado los intentos de fraude al seguro por motivos climáticos, que van del 200% en ciudades como Cáceres o Ávila, al 400% registrado en Huelva o Madrid, el 600% de Barcelona y hasta el 800% alcanzado en zonas como Murcia o Tarragona.
Por su parte, el estudio destaca que en todo el este peninsular, pese a que también han aumentado los casos de intentos de fraude al seguro por causas meteorológicas, su evolución ha sido significativamente menor que en las regiones antes mencionadas.
Durante el año pasado, más del 50% de los fraudes meteorológicos detectados por la aseguradora fueron por lluvias (el 51% del total); casi el 38% con motivo del viento, y el 11% restante culpaba a la nieve o al pedrisco del siniestro.
Es importante señalar que en España, algunas de las pérdidas generadas por catástrofes naturales (terremotos, inundaciones, etc.) son asumidas por el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS), que es una entidad pública empresarial adscrita al Ministerio de Economía. El CSS cubre, por ejemplo, algunos de los daños derivados de catástrofes naturales extraordinarias.
En el caso de inundaciones, se hace cargo de las anegaciones del terreno por lluvia o deshielo, salidas naturales de lagos, ríos y rías cuando se desborden de sus cauces normales; o el embate del mar en la costa sin anegamiento. Sin embargo, el Consorcio no se hace responsable, entre otras, de las que vengan de roturas de presas, alcantarillas y cauces construidos por el hombre.
En este caso quien se hace cargo es la aseguradora. En 2023, AXA declara que evitó pagos indemnizatorios fraudulentos en todos sus ramos (Vida y No Vida, Particulares y Empresas) por un importe total de casi 84 millones de euros, frente a los 78,6 millones que se evitaron el año anterior. A principios de la década pasada, este importe apenas superaba los 60 millones; sin embargo, la tendencia ha ido en aumento en todo el periodo. De hecho, tras la leve caída en 2019 hasta los 65,7 millones de euros, el importe total evitado no ha dejado de crecer ningún año.
Según sus cálculos, la tasa de fraude al seguro en España (entendida como el cociente de siniestros fraudulentos entre el total de siniestros declarados) ha ido aumentando de manera paulatina en los últimos diez años en todo el sector asegurador y se sitúa actualmente en el 1,9% (al registrar casi 24.000 casos reales de estafa el año pasado) frente al 0,95% que representaba en 2013 (cuando hubo poco más de 15.000 estafas).
El crecimiento ha sido constante en la última década, con un repunte especialmente significativo en el año 2020, coincidiendo con la pandemia de
Covid 19 y el confinamiento en todo el territorio nacional. Sin embargo, la tasa de fraude al seguro en España no ha superado desde entonces la barrera psicológica del 2%.
Tipos de fraude en España
El fraude al seguro de auto es el más extendido en España, aunque ha sufrido un descenso en los últimos años. En 2012, siete de cada diez casos de estafa al seguro se producían en este ramo. Pero en la actualidad son cinco de cada diez. Una de las principales razones de que Auto sea el ramo más afectado es, sin duda, el hecho de que sea el único seguro obligatorio para aquella persona que disponga de un vehículo, lo que multiplica el número de fraudes potenciales.
Las aseguradoras se enfrentan a tres grandes tipos de fraudes actualmente, según el estudio de AXA. Y la forma en la que se distribuye apenas ha variado en los últimos años. Por un lado, está el fraude ocasional u oportunista. Es aquel en el que se aprovecha un siniestro real para reclamar daños preexistentes, anteriores o exagerar sus consecuencias. Más del 57% corresponde a estos casos y el importe medio que se intenta estafar a la aseguradora es de 600 euros.
Por otra parte, el 39,4% de todo el fraude corresponde a casos en los que existe una premeditación, una planificación para tratar de delinquir y obtener un beneficio económico del seguro, ya sea a través de un daño real a o ficticio. Este porcentaje se ha mantenido más o menos estable a lo largo del tiempo. Incluso ha ido cayendo levemente desde 2020. El coste medio ha oscilado entre los 3.000 y los 4.000 euros en el mismo periodo.
Finalmente, el peso de las tramas organizadas en el total de los casos es relativamente menor, apenas el 3%. Sin embargo, los importes defraudados por cada una de ellas son mayores, y la forma de combatirlo, más compleja, advierten.