La recientemente inaugurada fábrica de Freudenberg España, en Parets del Vallès (Barcelona), pone a la división de automoción del grupo alemán en la parrilla de salida para ganar la carrera del suministro de componentes para la industria de la automoción en su camino hacia la electrificación. El nivel tecnológico y de sostenibilidad que se ha instalado en Parets, con una inversión de 11 millones de euros, abre la puerta del fabricante alemán a las marcas automovilísticas ya establecidas a Europa, pero especialmente a las asiáticas que acabarán produciendo en el continente.

Hoy por hoy, el centro se ha modernizado y tecnificado con la robotización de los procesos de fabricación de sus principales productos, los refuerzos para amortiguadores y componentes destinados a los equipos de dirección de los coches de combustión; un componente que de entrada no está afectado al proceso de electrificación y que -aunque es un producto muy maduro- se puede perfeccionar mediante la innovación. De hecho, la inversión ha permitido aumentar en un 15% la capacidad de producción y consolidar el 75% de exportaciones en Europa, principalmente a Alemania y los países del Este de Europa, y México. Pero lo más importante es el camino hacia nuevos productos para satisfacer la demanda de la industria de la automoción en el Sur de Europa, "donde se necesitará más capacidad de producción" y "para ir acompañado de los fabricantes en aquellos componentes que pidan en los próximos años", asegura Jaume Cané, director general de Freudenberg España, grupo propietario de marcas como Vileda y Klüber.

Freudenberg Sealing Technologies, la división de automoción del grupo alemán en España, está formada por cuatro fábricas: la nueva de Parets, y a Martorell (Barcelona), Burgos y Cascante (Navarra), que conjuntamente generan el 43% del negocio de la filial, que en el 2022 se situó en 342 millones de euros, un 14% más que en el 2021, además de generar un beneficio operativo de 25 millones de euros. Solo en Parets, el grupo factura 30 millones de euros. Los resultados de 2023 "serán también favorables", admite Cané y valora la recuperación del sector de la automoción a partir de 2021, cosa que permitió que el negocio del grupo superara los niveles de 2019 y el obstáculo que supuso la crisis de la pandemia y la incertidumbre que provocaron aspectos como la falta de componentes y el incremento de los costes logísticos, ahora también al alza por el conflicto geopolítico en el Mar Roig.

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El director general de Freudenberg España, Jaume Cané. / Freudenberg

De los 'mochos' a los Babybel

El 57% restante del negocio proviene de las otras áreas de fabricación que tiene tienen los alemanes a España y que se concentran en el complejo industrial de Parets. Se trata de las telas sin tejer, que sirven para varias aplicaciones técnicas e industriales, como el recubrimiento de cables de transmisión de energía o datos, artículos para la industria de la moda o el calzado. También es el tejido para fabricar las bayetas de palo (mochos) que se acoplan a Parets, "unos 15 millones al año" destinados a los países del Sur de Europa principalmente, o para producir en exclusiva desde Catalunya -para el fabricante francés Groupe Bel- el hilo de apertura del recubrimiento de cera roja de sus conocidos quesitos Babybel. En total, en las instalaciones de Parets trabajan más de 700 personas -171 de las cuales en la nueva fábrica de Freudenberg Sealing Technologies- y al conjunto de España unas 1.000 personas.

Con una larga trayectoria profesional en Freudenberg España, Jaume Cané defiende que la filial española está muy bien posicionada dentro del grupo alemán -de capital familiar y creado hace 175 años este 2024-. "Tenemos unos buenos estándares para competir dentro del mismo grupo, que nos apoya en todos los proyectos que queremos arrancar", centrándonos en los dos ejes que prioriza Freudenberg: la orientación a largo plazo porque "somos un grupo tecnológico que no deja de ser una empresa alemana familiar" y la innovación que nos ha dado una demostrada capacidad de adaptarnos a todos los retos. Sin embargo, Cané admite que actualmente la sostenibilidad pesa mucho a la hora de decidir los proyectos y las inversiones.

Dimensión y talento

Sobre el tejido industrial en España, el director general considera que mantiene dos asignaturas pendientes: la competitividad, que a menudo no muestra "porque tenemos un tejido ampliamente formado por pymes que tendrían que ganar dimensión empresarial para ser más competitivas", y la falta de talento industrial. "Los ingenieros españoles, por ejemplo, no tienen nada que envidiar a los de los países europeos; pero no tenemos técnicos u operarios de planta preparados y, aquí, lo que falta es una Formación Profesional adecuada y, si es Dual, todavía mejor", insiste y recuerda que en Parets forman jóvenes "que después van a trabajar en otras empresas", porque también echa de menos la cooperación empresarial.