A los que les gusten los cruasanes, casi seguro que habrán comido los de Europastry aunque no sean conscientes de ello. Esta empresa catalana es la principal proveedora de masas de pan y bollería congeladas destinadas a panaderías, supermercados y cadenas de restauración no sólo de España sino de Europa. Después de años de crecimiento imparable, su presidente, Jordi Gallés Gabarró, de 51 años, prepara la salida a bolsa si bien su familia seguirá siendo el accionista mayoritario de este gigante de la panificación.

Jordi Gallés pertenece a la cuarta generación de una familia de panaderos originarios de Castellterçol (Barcelona) pero fue su padre, Pere Gallés Payàs (1931-2010), quien fundó Europastry en 1987 y dio una dimensión industrial al negocio familiar gracias a las masas congeladas. Eso sí, su hijo se ha encargado de internacionalizarlo y expandirlo.

En la fotografía superior, Jordi Gallés aparece con bata de panadero, un oficio que conoce a la perfección porque lo ha aprendido desde abajo. Se formó en un obrador francés antes de regresar a la empresa familiar, en la que fue ascendiendo: controller, jefe de una de las fábricas del grupo –la de Azuqueca de Henares (Madrid)–, director de operaciones, de marketing, director general y, desde 2010, presidente ejecutivo.

El principal accionista de Europastry, con el 76,27% del capital, son las sociedades que forman el family office donde se encuentra la madre, Glòria Gabarró Ciurana, y sus tres hijos: Jordi, Anna y Eva Gallés Gabarró. Estos tres hermanos están en el consejo de administración de Europastry, en representación de la propiedad, si bien Anna y Eva no tienen responsabilidades directivas en la empresa, según precisan fuentes de la compañía.

El gigante de las masas congeladas

Desde 2017, Europastry crece a doble dígito, hasta el punto de que en seis años ha doblado su facturación hasta situarla más allá de los 1.000 millones de euros. Solo retrocedió en 2020, el año más duro de la pandemia, precisamente por su exposición a los establecimientos de restauración. Pero salió disparada de esta crisis: en 2021 facturó 845 millones de euros, un 23% más, y en 2022 alcanzó los 1.121 millones, un 32,6% más. Los beneficios fueron de 74 millones y el ebitda, de 155 millones. Aún no han presentado las cuentas de 2023.

Europastry se prepara para cotizar en bolsa antes del verano. Con anterioridad, hasta tres veces estuvo a punto de dar el salto al parqué: en 1998, cuando se echaron atrás por la crisis financiera asiática que repercutió en los mercados europeos; en 2007, porque se vislumbraba el estallido de la burbuja inmobiliaria; y 2019, por considerar que no despertaba el interés esperado por parte de los inversores. Todo apunta a que, por fin, este cuarto intento será el definitivo.

En 2021 refinanciaron una deuda de cerca de 800 millones de euros. Parte del importe se destinó a la compra de empresas. Jordi Morral Hospital es el consejero delegado y también socio, con un 3% del capital.

Según avanzó Cinco Días, el plan de salida a bolsa tiene dos objetivos: colocar en el mercado la participación del 20% en manos del fondo MCH, mediante una Oferta Pública de Venta (OPV), y una ampliación de capital para apuntalar el crecimiento, a través de una Oferta Pública de Suscripción (OPS). En cualquier caso, saldrá a bolsa entre el 25% del capital, que es el mínimo que exige la ley, y el 49% porque la familia Gallés (actualmente con el 76,27%) piensa mantener el control accionarial y del rumbo estratégico, según precisan las fuentes consultadas.

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Jordi Gallés, presidente de Europastry / Cedida

En el pasado, por el capital de Europastry han pasado otros fondos de inversión y family office como Agrolimen, Vall Companys o Banco Sabadell que consiguieron hacer caja gracias a este fabricante de masas de panificación. El fondo madrileño MCH, comandado por José María Muñoz Domínguez, entró en Europastry en 2011 y obtendrá sustanciosos plusvalías por su 21%. MCH participa en varias empresas del sector sanitario –Noucor, Atrys Health, Farmalider, Avanta...–, pero también en el alimentario –como el elaborador de tortillas Palacios–, el grupo de discotecas Pacha o el operador para aprender inglés Vaughan, pero en ninguno han estado tantos años como en Europastry.

Jordi Gallés ha creado un gigante a base de compras de empresas del sector –desde 2017, la valenciana Sualba, la gallega Ingapan, la estadounidense Wenner Bread... hasta llegar a la alemana DeWiBack, en una operación cerrada este mismo marzo– pero sobre todo ampliando su base de clientes en el mercado ibérico.

En España, son proveedores de grandes cadenas de panaderías y bares, incluso de Manolo Bakes, que sirve a los conocidos Manolitos, los pequeños cruasanes que identifican esta marca, según informó el diario.es. A preguntas de ON ECONOMIA, desde Europastry se indica que no pueden revelar quiénes son sus clientes por motivos de confidencialidad.

Europastry se centró en el cruasán ovalado, sin cuernos, porque se adaptan mejor a los procesos industriales y mantienen una textura uniforme. Pero, desde hace años, también producen los cruasanes tradicionales, con sus característicos cuernos, aunque, por volumen, se imponen claramente los primeros.

Apunte histórico

Aunque la historia de este linaje de panaderos comienza en Castellterçol cuatro generaciones atrás, la de los industriales arranca con Pere Gallés cuando, en 1974, compra la panificadora Marcosa de Sant Boi de Llobregat. Desde principios de los sesenta estaba al frente de una panadería en Badalona. En 1984, después de un viaje a Francia para conocer los secretos del “pan ultracongelado en masa”, desarrolla lo que se conocerá por “pan precocido”, que sólo necesita una segunda y breve cocción antes de que se sirva al consumidor final. Una nueva planta en Sant Joan Despí  produjo el primer “pan precocido” con la marca Fripan. Y en 1987 nace Europastry, inicialmente como obrador central de bollería para El Molí Vell, la cadena de panaderías de Barcelona de su propiedad.

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Pere Gallés Payàs (1931-2010), fundador de Europastry / Cedida

En 1994 inauguraron la fábrica de Azuqueca de Henares (Madrid) desde la que distribuyeron las masas congeladas por el centro y sur de la península. Luego vinieron las nuevas plantas de Rubí (en el Vallès Occidental, en 1999), Vallmoll (Alt Camp, en 2001)... Laurens (Carolina del Sur) o Oldenzaal (Países Bajos), hasta llegar a las actuales 26 centros de producción en todo el mundo. A cierre de 2022, contaban con 5.700 trabajadores. En ese ejercicio comercializaron cerca de 362.000 toneladas en 80 países.