El gigante petrolero británico Shell, con una facturación anual de 69.772 millones de euros, ha abandonado su carrera por la eólica marina en España y Portugal. Según ha podido saber ON ECONOMIA por fuentes del sector y han confirmado desde la empresa y desde la que era su socia en España para el offshore, Capital Energy, la alianza que firmaron e hicieron público en 2022 para analizar el desarrollo conjunto de proyectos en los mares de la Península Ibérica y las islas portuguesas y españolas "ya no está vigente". Pero el paso atrás no ha sido público, sino silencioso.

Fuentes bien informadas del sector explican que la retirada tuvo lugar hace meses y que se enmarca en un paso atrás de la compañía en la eólica marina flotante, que es la única tecnología posible en España debido a la profundidad de los mares. Más verde todavía que la eólica marina clavada a los fondos, la flotante requiere de investigación y desarrollo y no está instaurada en muchos países. "Shell reculó primero de mercados con menos compromiso como España y Portugal, que no notificó, y luego salió de otros por un cambio de política interna", explica esta fuente. 

En efecto, en febrero de 2024 Reuters publicó que Shell abandonaba la eólica offshore flotante de Corea del Sur para enfocarse en negocios más lucrativos. Más avanzado allí, Shell tuvo que vender el 80% de su participación en el proyecto de 1,25 gigavatios MunmuBram en la costa de Ulsan, que estaba desarrollando junto a Hexicon. Los problemas técnicos asociados a la eólica flotante y su mayor coste que las turbinas fijadas al fondo la hacen un modelo menos atractivo y del que están muy pendiente las empresas del sector. 

Shell también vendió el 50% de su alianza Ocean Winds, con la que desarrollaba eólica marina de la mano de Engie y EDP Renewables para desarrollar un proyecto, SouthCoast Wind, de 2,4 GW después de ganar una licitación en el año 2018, según informaba la web especializada offshorewind. La petrolera británica hizo estos movimientos después de presentar una caída del 54% en sus beneficios en 2023 respecto al año anterior hasta los 17.800 millones de euros y un descenso del 19% en su facturación hasta los 69.000 millones. 

El elevado coste de la eólica marina en general, sumado al riesgo de la flotante en particular, genera incertidumbre entre los promotores, siempre pendientes de unos precios por KWh que en España están por marcar. El retraso de la subasta, cuyo anuncio en 2022  generó una gran euforia de empresas interesadas, enfrío a los actores en 2023 y en este 2024, cuando se han apuntado muchas menos empresas a la carrera inicial. El Ministerio de Transición Ecológica permite la inscripción de declaraciones de intenciones desde antes de que estuviera aprobado el mapa donde se podrán poner turbinas, pero algunas empresas prefieren esperar a que las reglas del juego estén totalmente marcadas. 

Tras los pasos de Orsted

En este contexto, Shell no es el primer gigante que abandona la carrera en España. La empresa danesa Orsted, mayor promotor de eólica marina en el mundo, anunció su retirada de España, Noruega y Portugal, junto con una serie de recortes de hasta 800 empleos en el mundo y la cancelación de dividendos, después de un 2023 de pérdidas. Ambas empresas podrían regresar cuando la subhasta esté abierta y el sector más posicionado en España. 

Pese a la apuesta mundial por la transición energética, los desarrolladores de eólica se enfrentan a un panorama complicado en el mundo. Se trata de una tecnología en constante evolución que puede derivar en fallos técnicos tanto en onshore, como le pasó a Gamesa con su turbina fallida, como en offshore. Pero además, los elevados costes de su fabricación, que elevan sus costes de financiación (y por tanto su variabilidad en función de los tipos de interés), lo convierten en inversiones realmente complicadas.

La competencia de la subvencionada eólica china supone una dificultad añadida, por lo que las condiciones definitivas de la subasta pública en España (cuyo borrador presentado en febrero está pendiente de modificaciones después de varias alegaciones) marcará en gran parte el camino a seguir. Las empresas han pedido que se tengan en cuenta el impacto social y la cadena de valor además del precio en la subhasta pública y que el contrato sea más largo de los 30 años previstos. Mientras España decide y los inversores se enfrían, fuentes del sector coinciden que se podrían perder más empresas que deciden cambiar sus objetivos. "Es un mercado global", apuntan. 

18 empresas y 40 proyectos a la espera en España

La vecina Francia, como Escocia, Inglaterra, Alemania, y también Estados Unidos, China, Vietnam, Japón o Corea del Sur cuentan con eólica marina desde hace años. Además de España, países como Portugal o Colombia están en camino para desarrollar sus proyectos y podrían adelantar a España.

Sobre el papel, 18 empresas aspiran a 40 proyectos para ocupar diferentes partes marítimas de España después de la aprobación del mapa de la eólica marina en febrero del año pasado. Galicia, Asturias, Costa Brava, Canarias, Menorca y diferentes costas andaluzas podrían contar con electricidad a partir de las turbinas en el mar según permiten los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo. Los proyectos de todas formas tienen que contar con Declaraciones de Impacto Positivo y existen varios planes piloto para testar la tecnología. 

Por orden de proyectos empezados, Grupo Cobra, con nueve proyectos, Capital Energy, con seis, Iberdrola (cuatro), la colaboración entre Bluefloat i Sener (cuatro), Ferrovial (tres), Abei Energy (tres), Saitec (dos), EDPR y Engie (dos), Enerocean (dos), Greenalia (uno) Magtel (uno) e Iberblue Wind (uno) son las empresas que están preparadas detrás de la línea de salida de una carrera milmillonaria. La patronal prevé que entre 2025 y 2050 este sector mueva más de 49.000 millones y se creen 7.000 puestos de trabajo anuales y desde el sector esperan también que se estimule la cadena de valor en España, que cuenta con empresas locales en todas sus fases.