Representantes del comité de empresa de Danone se han reunido este lunes con el conseller d'Empresa i Treball de la Generalitat, Roger Torrent, y con el alcalde de Parets del Vallès, Francesc Juzgado, para abordar el futuro de los 157 trabajadores que perderán su puesto con el cierre de la planta de Parets, creada en 1982, anunciado el pasado viernes. Fuentes de Comisiones Obreras se han mostrado muy "satisfechos" con las instituciones, ya que se han comprometido a trabajar por "mantener el centro industrial y los puestos de trabajo" se cierre o no la fábrica, palabras utilizadas tanto por los representantes sindicales como por fuentes de la conselleria.
Los sindicatos ven en el ejemplo de la reindustrialización de Salas, en Asturias, un modelo a seguir. Allí, el cierre de la planta de Danone, que afectó a un número similar de trabajadores que los que se verán afectados en Parets, derivó después en la venta a la empresa holandesa Royal A-Ware, también de lácteos. "La planta de Parets es de alta tecnología y confiados en que pueda haber empresas interesadas en comprarla. Desde las administraciones, pueden ayudar a facilitar este paso", explican desde los sindicatos de Danone, que no se acaban de fiar de las intenciones de la empresa, que también se manifestó en su comunicado favorable a esta idea de "promover la reindustrialización, con el firme propósito de facilitar la continuidad industrial en la zona y minimizar el impacto laboral".
"La industria es un puntal de la economía de Cataluña y una de nuestras prioridades. Desde el Gobierno ponemos y pondremos todas las herramientas a nuestro alcance para asegurar el mejor de los escenarios por la actividad industrial y los puestos de trabajo", ha manifestado el conseller Torrent, mientras que el alcalde ha pedido que "la empresa se replantee su decisión por todos los daños colaterales que provocaría el cierre".
Desde los sindicatos valoran como "muy positiva" la reunión y la actitud de las administraciones, que después de la reunión con los sindicatos a las cuatro de la tarde mantienen otra con directivos de la empresa para conocer sus intenciones. Aunque el cierre ya se da por hecho, desde la Conselleria insisten en que trabajan "con todos los escenarios". "No creemos que la empresa dé marcha atrás después de haber anunciado el cierre, pero tampoco podemos descartarlo del todo", apuntan fuentes sindicales.
"Para nosotros es muy positivo que las administraciones se reúnan con nosotros y muestren la misma visión de pelear por los puestos de trabajo y el centro productivo. No es algo tan solo testimonial, creemos que ha sido algo importante", celebran las fuentes sindicales, que recuerdan que también en el caso asturiano hubo una mediación de las autoridades. Más allá de la reindustrialización, desde Danone apuntan que hay otros flecos como la indemnización, la movilidad geográfica o las prejubilaciones que deben abordarse. "No aceptaremos una negociación indemnizatoria, en que la empresa pague y ya está", concluyen.
Caída de ventas y relocalización
Danone España, que anunció el cierre de la planta el pasado viernes, justificó los recortes por la caída de ventas en unidades, que no en facturación, de una planta que produce Oikos, Alpro y Vitalínea, productos que deben pasar a ser fabricados por la planta valenciana de Aldaia. Con este cierre, que será el tercero en 10 años después del de Asturias y del de Sevilla, en 2013, las únicas plantas operativas que tendrá Danone en España serán la valenciana y la de Tres Cantos, en Madrid, que ha logrado mantener un alto nivel productivo gracias a la promoción del yogur clásico a un euro.
El cierre forma parte de un proceso de relocalización del trabajo, que permite a otras sedes absorber la producción de los centros que cierran con menor coste industrial y eliminar duplicidades, un proceso que la empresa bautizó en 2020 como Local First. Más allá del cierre de las fábricas españolas, el recorte debía afectar a entre 1.500 y 2.000 personas, entre ellos alrededor de 500 en la sede central de la compañía, en París.
El último ERE, el que en 2021 se saldó con el cierre de la planta en Salas, Asturias, fue la principal causa, según la propia empresa, de la caída de beneficios del año 2022, que fue de un 36,8% al pasar de 17,1 a 10,8 millones.
La facturación, en cambio, logró aumentar un 9,6% y pasó de 768,9 millones a 842,9. "La empresa lo consigue aumentando los precios, con lo cual consigue facturar más aunque produzca menos", cuentan a ON ECONOMIA fuentes de Comisiones Obreras.