Los nuevos accionistas del grupo Celsa, los fondos acreedores a los que la justicia otorgó la propiedad de la compañía de la familia Rubiralta, han colocado en el último eslabón de sus cometidos para dar viabilidad al negocio la búsqueda de un socio inversor industrial al que ceder un 20% del capital, de acuerdo con los requerimientos que puso el Gobierno español al supervisar el cambio de propiedad. La compañía presidida por Rafael Villaseca "tiene la voluntad de cumplir con este requisito", pero no ha iniciado aún ninguna gestión para acelerarlo, aunque se llevará a cabo dentro del plazo de seis meses desde la toma de control del grupo el 1 de diciembre de 2023, por lo que "tenemos margen hasta el próximo 1 de junio", ha manifestado este martes Villaseca, durante la presentación de los resultados anuales de Celsa, correspondientes a "un extraordinariamente difícil 2023".
Los primeros meses de la gestión del nuevo equipo directivo se han centrado en el saneamiento de las cuentas que heredaron de la familia Rubiralta, para "saber donde estábamos a 31 de diciembre de 2023 y cerrar un ejercicio contable consolidado y sin salvedades", ha insistido Villaseca. Después de reorganización societaria y la recapitalización de la deuda y de algunos ajustes contables, el resultado deja así las cifras de Celsa: un grupo con un patrimonio neto de 326 millones, unas ventas de 4.765 millones (con un descenso del 22% sobre 2022), con un resultado operativo (ebitda) de 441 millones (un 50% menor al de 2022) y unas ganancias de 459 millones. Su estructura la lidera el holding Inversiones Pico Espadas, del que dependen 63 sociedades, con 120 centros de trabajo, 7 acerías, 12 trenes de laminación y 48 plantas de reciclaje, además de empresas de transformación y distribución. El grupo está presente industrialmente en España, Francia, Reino Unido, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Polonia, Suecia e Irlanda, con un total de 10.000 empleos directos, de los cuales unos 4.000 en los centros españoles.
Este es el grupo por el cual pujarán los inversores que puedan interesarse por el proyecto de la compañía y que estén dispuestos a pagar por el 20% del capital, una operación que se realizará con una ampliación de capital. El equipo directivo rehúye, por el momento, poner cifras a esta operación "porque hay que esperar a ver qué valor de mercado tiene la compañía en el momento en qué se realice" y porque "serán las mismas ofertas las que podrán en valor a la compañía", ha dicho Villaseca.
El presidente no ejecutivo, Rafael Villaseca y el consejero delegado, Jordi Cazorla, han asegurado que los pasos a seguir en 2024 se centran en la reorganización total del equipo directivo del grupo -después de la salida de seis ejecutivos-, que estará formado por siete profesionales, a la espera de las últimas tres incorporaciones. Se ocuparán de fortalecer el gobierno corporativo, con el análisis de las inversiones, de los riesgos y se procederá a una auditoría interna, entre otros.
En paralelo, el nuevo equipo gestor está trabajando en la elaboración de un nuevo plan estratégico, previsto para el inicio del segundo semestre, con la consultora Bain & Company, para definir la estrategia para los próximos cinco años. Este plan de futuro estará orientado a la generación de valor y al impulso de la competitividad y el desarrollo operacional del grupo. Además, se ha encargado un proceso de valoración de filiales extranjeras al banco de inversiones Citi con el objetivo de valorar posibles opciones de rotación de activos: "Si se produce una desinversión, sería en beneficio de la compañía", ha dicho Villaseca.
Recuperación de la demanda mundial
El consejero delegado ha atribuido buena parte del descenso de las ventas a "la debilidad del sector del acero", con una caída de la demanda del 6,5% en Europa, que afectó de pleno en los precios de venta, especialmente en el segundo semestre de 2023". Cazorla ha expuesto que la industria del acero, a pesar de mostrarse resiliente en el primer semestre del 2023, sufrió las incertidumbres del coste de la energía, una demanda débil, alta inflación, las tensiones geopolíticas y los tipos de interés altos.
Las previsiones para 2024 se basan en una esperada recuperación de los mercados. "Se estima una paulatina recuperación con crecimientos del 5,6% en 2024 y 2,9% en 2025, según datos de Eurofer, que se empezará a notar en mejoras trimestrales en la demanda aparente que se anticipan a partir del primer trimestre 2024", ha concretado Cazorla. No obstante, el incremento del 5,6% en la demanda para este 2024 sitúa el consumo en 137 millones de toneladas de acero en Europa, nivel aún muy inferior a los 153 millones de 2028, o los 145 millones de 2019.