Cinco días atrás, la farmacéutica Uriach confirmaba que busca un inversor internacional para financiar su crecimiento en Europa. Este es el último anuncio del reparto del pastel empresarial de las farmacéuticas fundadas en Catalunya, entre finales del siglo XIX y principios del XX, por quienes podrían considerarse los emprendedores de la época. De ellos surgieron importantes sagas empresariales familiares, que se sumaron a la reluciente y poderosa burguesía catalana proveniente de otros sectores, algunas de las cuales perduran en nuestros días y siguen estando entre las 200 familias más ricas de España, con tentáculos en otros sectores como el inmobiliario y ejerciendo de mecenas y filántropos. Pese a todo, otras muchas se quedaron por el camino; se vendieron o han desaparecido. Las que han sobrevivido afrontan el siglo XXI con muchos e importantes retos por delante, porque las nuevas tecnologías, la digitalización y la sostenibilidad les obligan a redefinir los modelos de negocio para seguir creciendo internacionalmente, seguir siendo competitivas y tener una estructura financiera lo más saneada posible. Tienen que conseguir el coctel perfecto: rentabilidad y crecimiento y, para ello, necesitan recursos.
A fecha de hoy, la realidad del sector farmacéutico es que, entre las grandes que compiten con las multinacionales europeas y americanas, únicamente el grupo Ferrer Internacional resta en manos de Sergi Ferrer-Salat Serra Di Migni, miembro de la segunda generación, pues fundó la compañía su padre Carlos Ferrer Salat. Especializada en productos de prescripción y dueña del Gelocatil -un fármaco que hizo suyo Sergi Ferrer-Salat con la compra de la también familiar, Laboratorios Gelos, en 2007-, Ferrer es una empresa profesionalizada que elevó sus ventas hasta 563 millones de euros y duplicó su beneficio hasta 15 millones de euros, en 2021 -los últimos datos disponibles-. El 60% de sus ingresos procede del extranjero y emplea a 1.800 personas.
No sin pasar algunas etapas de ajustes -la más reciente en 2019- y de un proceso de saneamiento por los niveles de deuda -de 100 millones, en 2022-, grupo Ferrer Internacional se resiste a recurrir a los fondos institucionales internacionales o al mercado bursátil, con un crecimiento sostenido, después del giro estratégico iniciado en 2018 para centrarse en dos áreas terapéuticas: las enfermedades del sistema nervioso central y las pulmonares. Los pilares del crecimiento son las inversiones en I+D y la ampliación de capacidad productiva en las diversas plantas que tiene en Catalunya y en la de su filial Alexza Pharmaceuticals, en San Francisco (California). La compañía se ha quedado sola entre las big four pharma catalanas. ¿El secreto para esta autosuficiencia? Se guarda puertas adentro; no son propicios a difundirlo.
En la otra cara de la moneda, Laboratorios Esteve, Almirall y Grifols han recurrido a la financiación externa, con cesión directa del capital o con la salida a bolsa. En el caso de Uriach, la estrategia ha sido vender los activos productivos y abandonar la fabricación de fármacos. En todas ellas, la profesionalización de los órganos de dirección se ha establecido progresivamente con diferentes fórmulas para ceder más o menos poder sobre la gestión diaria.
Hace pocas semanas, Laboratorios Esteve -compañía fundada en 1929 por Antoni Esteve Subirana, en Manresa (Barcelona)- anunció que cedía un 26% del capital al grupo alemán Lubea, con el objetivo de seguir su expansión, digerir un proceso de adquisiciones -en 2020, compró la farmacéutica alemana Riemser- y centrarse en la investigación en medicina especializada para el tratamiento de patologías neurológicas, con importantes avances farmacológicos en Parkinson o Alzheimer; además de conservar sus históricos medicamentos como Afterbite, Dormidina o Triptomax. En manos de la tercera generación -con tres ramas familiares-, Esteve ha sabido tejer alianzas con otros grandes del tejido empresarial como la familia Puig, del grupo de perfumería Puig, en Isdin -al 50%-, y con visión internacional con la japonesa Teijin Pharma, en Esteve Teijin Healthcare, su filial de terapia respiratoria. En 2022, la farmacéutica Esteve ingresó 644 millones de euros, un 15% más que el año anterior, y el resultado operativo (ebitda) registró un avance exponencial del 44%, pasando de los 87 millones de 2021 a los 125 millones del año pasado. A su vez, el beneficio antes de impuestos se situó en 99 millones de euros, con un crecimiento del 241%.
También está en el candelero informativo Almirall. La compañía de la familia Gallardo, empresa cotizada, quiere salir de compras y ultimar las fases de investigación de algunos fármacos con la intención de invertir 400 millones en I+D+i, en los próximos tres años. Para ello, ha realizado una ampliación de capital por 200 millones, apoyada por la familia, que es titular indirectamente de aproximadamente el 59,66% del capital social de la sociedad -la cotización en bolsa está controlada por fondos institucionales internacionales- y que se ha comprometido a través de Grupo Plafín a participar en el aumento de capital. El grupo está en el mercado bursátil desde 2007, con un paso fulgurante por el IBEX 35 (el más reciente entre junio de 2020 y junio de 2022). En 2017, Almirall reorientó su estrategia hacia la dermatología médica, con una fuerte apuesta por la innovación como modelo de crecimiento a largo plazo. Por aquel entonces ya había digerido la gran operación realizada 20 años antes con la fusión con otra de las grandes catalanas del sector, Prodesfarma -de la familia Vila Casas y que Uriach aprovecho para quedarse con la que ahora es una de sus marcas más reconocidas de productos para el cuidado personal de la salud, Aquilea-.
Los orígenes de Almirall se remontan a 1943, cuando Antonio Gallardo Carrera fundó en Barcelona el laboratorio, en colaboración con el farmacéutico Víctor Almirall Rius. En la actualidad, la regenta la tercera generación don dos ramas de la familia Gallardo y los poderes ejecutivos en manos de Carlos Gallardo, después de que al año pasado algo falló en la profesionalización de la dirección ejecutiva que ostentaba el consejero delegado Gianfranco Nazzi. El negocio de Almirall supera los 860 millones de euros, con un resultado operativo (ebitda) de 198,3 millones de euros, a cierre de 2022, un 15,8% menos que en el ejercicio anterior, por la mayor inversión realizada en I+D, el aumento de los gastos generales y de administración, así como por el comportamiento del mercado en Estados Unidos. Con 1.800 empleados, con marcas como Ilumetri, Ebastel o Almax.
En cuando a la compañía Grifols, cabe decir que no pasa por su mejor etapa. De todo el sector ha sido una de las más perjudicadas por la crisis sanitaria del covid-19. En dos años, Grifols ha perdido la mitad de su valor en la Bolsa, pero resiste en el IBEX 35. Desde 2006, Grifols cotiza en el Mercado Continuo español y, desde 2008, forma parte del IBEX 35. El holding se dedica a desarrollar medicamentos derivados del plasma -que obtiene la misma compañía a través de una red internacional con 390 centros de extracción, la mayor parte en Estados Unidos- y otras soluciones biotecnológicas innovadoras. En 2023, está inmersa en un plan de reestructuración -que incluye el despido de 2.300 empleados- y de reducción de deuda, que se disparó con la compra de la alemana Biotest, el año pasado. Tres ramas de la segunda y tercera generación de la familia Grífols se reparten alrededor de un 27% de la firma, fundada en Barcelona, en 1909, como un pequeño laboratorio familiar de análisis clínicos que regentaba Josep Antoni Grífols. Pero en la situación actual y ante la presión de los mercados financieros y los fondos internacionales, la familia se ha visto obligada a profesionalizar la compañía, algo que hasta ahora era impensable. Thomas Glanzmann es el nuevo presidente ejecutivo de Grifols, un grupo que facturó 6.064 millones de euros, en 2022, un 22,2% más que el año anterior, pero que recortó los beneficios de 625 millones en 2019 a poco más de 208 millones en 2022, y que alcanzó una deuda de más de 9.000 millones.