La vuelta a la actividad para los negocios hoteleros no se antoja nada fácil para aquellos establecimientos de categorías medias y con ubicaciones que, o bien están en un lugar sin ningún reclamo turístico, o bien se ubican en las zonas costeras con sobreoferta de plazas hoteleras y con una demanda aún constreñida. Únicamente los hoteles de las capitales de provincia y de ciudades con mucho atractivo turístico para el visitante saldarán 2022 con un alto nivel de ocupación que permita sortear un año en el que los viajeros no llegaron hasta el segundo trimestre. Además, 2023 se iniciará con unos costos fijos disparados por la presión inflacionista y el precio de la energía, y con un negro horizonte, el del vencimiento de los créditos ICO solicitados durante la pandemia, con un retorno a tres años; que son unos cuantos, aunque posteriormente el plazo se amplió a ocho años.

Con este trasfondo, algunos hoteleros han revisado sus planes de futuro. El número de establecimientos con licencia hotelera a la venta ha crecido un 13,6% en el último año, con datos a cierre de octubre, y se ha superado el millar de anuncios, según los datos del portal inmobiliario Idealista. Hasta octubre, había establecimientos hoteleros en venta en todas las provincias españolas, salvo en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Las regiones que concentran un mayor número de hoteles en venta son todas costeras, encabezadas por Baleares y Málaga, con más de 90 establecimientos en el mercado inmobiliario, seguidas por Alicante (72), Girona y Barcelona, ambas por encima de 60 inmuebles, y Las Palmas y Granada, rozando una cincuentena.

Las más perjudicadas han sido cuatro provincias que han visto duplicar su oferta: Murcia, Cuenca y Navarra, que todas siguen por debajo de las 20 unidades en venta, mientras que en Jaén hasta se ha multiplicado por tres y una veintena de establecimientos luce el ‘se vende’.

A tenor de los pronósticos económicos —elevada inflación, tipos de interés al alza y zonas geográficas como la asiática, aún con restricciones sanitarias—, los expertos apuntan a la incertidumbre, la falta de relevo generacional y a algún que otro interés comercial como las razones para tanta oferta inmobiliaria hotelera.

Entre los aspectos favorables, se refieren a que después de un verano en el que el turismo se había recuperado con una cierta fortaleza, algunos propietarios se animaron a sacar sus productos al mercado, en busca de nuevos gestores que los pudieran rentabilizar. El socio codirector de la división hotelera de Cushman & Wakefield en España, Bruno Hallé, expone que algunos propietarios sacan a la venta sus hoteles para tantear cómo está el mercado y saber qué valoración tendrían sus activos en caso de tener que desprenderse de ellos. No obstante, pesan más otros temas no tan esperanzadores.

Bruno Hallé constata que entre el 60% y el 70% de los hoteles españoles está en manos de familias empresarias curtidas en el sector. Tras “dos años con diversos confinamientos por la pandemia, el descenso del turismo y la incertidumbre que hay sobre la evolución de 2023, el sector no presenta ningún atractivo para los jóvenes y no hay relevo generacional porque los sucesores no quieren entrar en una actividad tan castigada y con pocas perspectivas de rentabilidad”, explica.

Destaca que, además, buena parte de los propietarios han tenido que hipotecarse o solicitar créditos bancarios ICO que “hay que devolver” y recuerda que en los principales meses de pandemia cerca de un 60% de los establecimientos tuvo que recurrir a la financiación bancaria; a distintos niveles, “puesto que encontramos desde las grandes cadenas con créditos de 300 millones de euros, hasta los 200.000 o 300.000 euros de hoteles más pequeños”.

La factura de la España vaciada

Por ciudades, la información que posee Idealista sitúa Málaga con un aumento interanual de la oferta de compra del 28,2%, mientras que en Madrid sube un 27% hasta los 47 anuncios. Cádiz también se ha disparado un 69,2% y hasta Teruel ha visto crecer la oferta un 55,6% hasta los 14 hoteles en venta.  

“De la ocupación de un puente o de un fin de semana largo, no se puede vivir”. Esta manifestación de Roche Murciano, presidente de la patronal hostelera de Teruel dice mucho sobre cuál es la realidad que vive “la España vaciada”, donde muchos hoteles son ahora inviables. “Son un cúmulo de circunstancias que afectan a un tejido de establecimientos de tres estrellas y muchos hostales y posadas gestionadas por familias de hoteleros”, explica presidente de la Asociación Provincial Teruel Empresarios Turísticos (TET). Su experiencia en la provincia avala su opinión: “Si los establecimientos no están en lugares más turísticos como Matarraña o Albarracín, se enfrentan a muchos problemas”, explica Murciano, que regenta el hotel Mudayyan junto a su familia, en el centro de la capital de Teruel, y posee además apartamentos turísticos en Albarracín.

La zona “tiene muchos pueblos sin un turismo arraigado y que, además, han perdido densidad de población”, y los hoteles no pueden subsistir. Acarreaban con los efectos del cierre por la covid y, ahora que intentaban reemprender el negocio porque habían reformado los establecimientos —convirtiéndolos en hoteles boutique—, no hay demanda suficiente para poder continuar, explica el hostelero. En algunos casos, se trata de propiedades familiares que iniciaron el negocio, otros son los herederos de la gestión, y también hay otros que, sin relevo generacional, se ponen a la venta porque sus propietarios o administradores han llegado a la edad de jubilación.

La situación es tan delicada que “incluso los servicios rurales no funcionan”, manifiesta Murciano, y explica como en algunos pueblos los ayuntamientos han recuperado casas antiguas con encanto y las han restaurado para licitar su gestión como anzuelo para nuevas familias que lleguen al pueblo y así mantener otros servicios como la escuela. “Incluso estas soluciones, que muchas veces incluyen la gestión de un pequeño hostal, están desiertas o en venta”, se lamenta.

El sector hotelero, una actividad resiliente

Pese a todo, el socio codirector de Cuhsman, Bruno Hallé, valora la resiliencia que tiene el sector hotelero español ante los tropiezos. Se ha demostrado, a su entender, en estos últimos años. Admite que hay inversores dispuestos a comprar activos, principalmente si se trata de establecimientos bien ubicados, bien acondicionados, de entre 60 y 70 plazas de alojamiento. “También existen los que son más profesionales y su demanda está centrada en las grandes ciudades y en hoteles de más de cien habitaciones”, añade.

El experto descarta que se malvenda por la presión de la búsqueda de rentabilidad o de una cierta urgencia para tener liquidez; “ni en 2020 con toda la presión de la covid, ni en 2021 con poca demanda, se ha vendido a precios tirados o con grandes descuentos”. “Tenemos inversores que quieren destinar recursos a la hostelería y hoteleros muy curtidos y resilientes que no venderán a bajo precio”, concluye.