El impuesto a las energéticas que el Gobierno pretende aprobar antes de que termine el año frena miles de millones de inversiones, como ha advertido el sector. Por ejemplo, las nuevas instalaciones de economía circular de Repsol en Tarragona, por más de 1.000 millones, están en juego, pero Endesa también está a la espera de ver cómo evoluciona el gravamen para terminar de decidir su política de inversión para los próximos años.
Fuentes del sector apuntan a que la compañía que dirige José Bogas dejará de invertir 400 millones en Catalunya entre 2025 y 2027, o se retrasarán dichas inversiones, si finalmente el impuesto se hace permanente. Para cumplir el acuerdo con Podemos, ERC, Bildu y BNG, el Gobierno lo aprobará por Real Decreto este año para que esté vigente el 1 de enero de 2025, pero necesita la convalidación del Congreso, algo para lo que, de momento, no tiene mayoría. Por ello, en realidad aún sigue en el aire y no parece tener muchas opciones de prosperar.
No obstante, mientras se mantenga esta incertidumbre, lo que está en el aire también son las inversiones. Endesa es la primera eléctrica de Catalunya, tanto como comercializadora como, lo que es más importante, distribuidora. Heredera de la antigua Fecsa, tiene toda la red de distribución en el país, y ha presupuestado una inversión de 884 millones entre 2025 y 2027, un 7% más que en el trienio anterior.
Endesa ha anunciado un incremento de las inversiones del 45% que, si se aprueba el impuesto, está en peligro
Pero en el marco de su nuevo plan estratégico, la filial de la italiana Enel ha anunciado un incremento del 45% de las inversiones, siempre que el marco regulatorio y fiscal sea estable. Es decir, que los 884 millones anunciados están asegurados, según confirman fuentes de la propia compañía, y lo que estaría en peligro, o se retrasaría, sería este incremento del 45%, unos 400 millones de euros.
“El impuesto pudo tener lógica en su momento”, cuando se aprobó de forma temporal por el alza de precios, pero no en la actualidad, según fuentes del sector. “Ahora estamos en un momento en que se necesita atraer capital, pero para invertir, es necesario que se den unas condiciones, si no, las inversiones se irán a otros países”, añaden. “Hace falta un entorno fiscal de estabilidad” que el impuesto rompe, rematan.
Las inversiones que están en peligro o se demorarán son las de mejora y ampliación de capacidad de la red. Están garantizadas las de mantenimiento, sustitución de subestaciones que puedan dejar de funcionar, etc... Pero las que aportan calidad a la red y al servicio quedarían para más adelante. Se trataría de la digitalización de la red, resiliencia ante cambios de temperatura e incremento de la potencia.
La falta de inversión en la red en un momento de incremento de la demanda puede llevar a empresas a irse a otros sitios
Pueden parecer inversiones menos importantes, pero no es así. Mejorar o no la red puede hacer que haya suficiente capacidad para que se instalen más empresas en un polígono o una zona concreta, mientras que la seguridad y facilidad para operar de la red le añaden también competitividad.
“Si la red se desarrolla más despacio, la posibilidad de que llegue una empresa, pida conexión y no la haya, es más alta. El coste de oportunidad de no invertir es muy alto, porque las inversiones se van a otro sitio” si no encuentran las condiciones energéticas adecuadas, explican desde el sector. A nivel catalán, esta falta de inversión por el impuesto afectaría especialmente la competitividad del área metropolitana de Barcelona y de otras zonas industriales, muy intensivas en electricidad, y logísticas.
Acerca de una posible exención del impuesto a las eléctricas por invertir en transición energética, explican que todavía no se sabe cómo va a quedar. “No se sabe nada”, aseguran, y añaden que “si es del 25%, no ayuda mucho, y si es del 95%, eso Podemos no lo va a permitir”. Por tanto, el sector no confía mucho en esta vía para eludir el impuesto permanente.
La red sufre una “falta de capacidad estructural”
El impuesto, de salir adelante, llegaría en el peor momento para las eléctricas y, de rebote, para Catalunya y España, pues el gran incremento de la demanda en los últimos años, y el que se prevé a futuro, hace necesario multiplicar las inversiones en la producción y la distribución.
“Estamos en un momento sin precedentes. Tras la covid y una crisis, de repente la situación se ha dado la vuelta y tenemos una falta de capacidad estructural”, explican las citadas fuentes. La electrificación de muchas empresas ha disparado la demanda y, para cubrirla, no solo se necesitará más producción, sino también una red más potente y moderna, por lo que la inversión es necesaria.