El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, arremete contra la probable decisión del Gobierno de dar carácter permanente al impuesto al sector energético, que grava sobre los beneficios de las empresas y que se suma al gravamen del impuesto de sociedades. El máximo directivo de la energética española advierte de las que considera “las consecuencias reales que un impuestazo de este tipo provoca en la economía real”. Alerta de que “la inversión en el sector energético español se ralentizará al mínimo. Miles de millones de euros se desviarán a otros países”, como expone en su artículo “Industria o populismo”, que ha publicado El Diario Vasco.
Imaz tacha la medida de “populista” y argumenta que, como otras decisiones tomadas, “bajo el mantra del bienestar social, comprometen seriamente el modelo futuro de este país [España]”. En su opinión, entran dentro de este tipo de políticas populistas “la falta de reconocimiento social del valor de la empresa, las superposiciones regulatorias, el ahogo a la industria, las prohibiciones en vez de incentivaciones y las medidas fiscales asfixiantes que penalizan la generación de riqueza y empleo”. Por todo ello, se duele de “discursos demagógicos contra las grandes empresas y los ricos” y apunta a que sean decisiones a modo de “peaje a pagar para que Sumar siga sosteniendo un Gobierno”.
El artículo “Industria o populismo” pone de manifiesto el valor económico y social del sector energético en España. El consejero delegado de Repsol da un repaso a los hitos del sector y a su importancia en la generación de riqueza, empleo, atracción de talento, inversión y fomento de la descarbonización. Elementos, todos ellos, que se ponen en riesgo por “el populismo y la demagogia al grito de 'que paguen las empresas para favorecer a los que lo pasan mal'”. Imaz considera que, de llegar a aplicarse, el nuevo impuesto caerá en saco roto, puesto que “será un día tumbado en los tribunales, cosa que previsiblemente sucederá. No hay más que ver lo que año tras año cuestan a los ciudadanos las sentencias que anulan decisiones fiscales discriminatorias e ilegales. Lo que pasa es que, cuando eso pase, los actuales gobernantes estarán posiblemente lejos de sus funciones. No tendrán que pagar las consecuencias de sus políticas populistas e ilegales. Otros tendrán que apechugar con las devoluciones a las empresas”, relata en su escrito.
Sin recursos para Tarragona y Huelva
El sector energético en España está afrontando diversos e importantes retos, según Imaz. De ahí que el directivo valore los más de 200.000 empleos que genera, entre directos, indirectos e inducidos, además de “garantizar el empleo industrial de los dos principales polos químicos del país (Tarragona y Huelva)”. Cabe recordar que Repsol ya ha anunciado que Catalunya se juega una inversión de 1.100 millones de euros, muy importante para el Camp de Tarragona, si acaba saliendo adelante la medida aprobada hace un año por el Gobierno para convertir en permanente el impuesto a las energéticas. La compañía tiene sobre la mesa de trabajo un plan para Tarragona, en uno de sus más ambiciosos proyectos de economía circular y transición energética. En concreto, en el centro petroquímico de Tarragona, uno de los principales polos industriales de Catalunya, Repsol proyecta una doble inversión: 800 millones para la ecoplanta, que debe producir metanol y biometanol renovable a partir de residuos no reciclables, y el mayor electrolizador de España para hidrógeno renovable, con 150 MW de capacidad y 300 millones de inversión.
En su artículo —que bien puede entenderse como una misiva dirigida públicamente al Gobierno—, Imaz añade que, en los últimos quince años, Francia e Italia han cerrado la mitad de sus refinerías. La última europea en anunciar su cierre ha sido la de Grangemouth, en Escocia, que perderá en unos meses su empleo industrial. Las refinerías españolas tienen planes de inversión de alrededor de 10.000 millones en los próximos años. El objetivo es seguir compitiendo con los productos que vienen de Oriente Medio, India o Estados Unidos, a la vez que avanzamos en la descarbonización; o sea, fabricando cada vez un combustible más renovable para mitigar el impacto del CO₂.
Competir con el resto del mundo
Imaz determina que “ser rentables compitiendo con esos países con bajos costes y llevar adelante grandes inversiones exige visión, tecnología y compromiso, además de elevados recursos”. En este contexto, el consejero delegado de Repsol admite que “el reto financiero y tecnológico es elevado, pero la apuesta por la industria y su empleo merece la pena. Ahora, el populismo fiscal va a penalizar esta actividad con un gravamen discriminatorio que imposibilita que esa inversión pueda llevarse a cabo. Si ya era difícil competir con la inversión energética en Estados Unidos, este golpe lo hace imposible. Mi opinión es irrelevante. Sugiero a los promotores de esta iniciativa que se lean las conclusiones de la Comisión Europea sobre este gravamen o el Informe Draghi”.