En 1385, a la Heredad de Can Llopart de Subirats (Barcelona) había viña, olivos y cereales. Estos eran los cultivos de las generaciones que precedieron el cultivo de las tierras de la familia de viticultores Llopart. Actualmente, tienen 500 hectáreas en la zona de Subirats, de las cuales 102 son de viña y el resto de demasiado forestal que sostiene una buena biodiversidad para producir el vino y elaborar los vinos espumosos "que respiran calidad". Este es, a grandes rasgos, el origen de la bodega Llopart que etiquetó la primera botella de vino espumoso en 1887, como consta en las botellas de los suyos espumosos y vinos.
También es la explicación que mujer Ester Cardús Llopart, la primera descendiente de los 10 herederos de la sexta generación estrictamente viticultora de la familia Llopart que trabaja en el día a día de la bodega centenaria. Hace dos años y medio que Ester Cardús, licenciada en dirección y administración de empresas, asume varias responsabilidades con un profundizado conocimiento de la compañía. Asegura que no tiene "ningún cargo" porque la gestión de la bodega está en manos de su madre y sus cuatro tíos, y que los valores que le han inculcado y el cuidado por la calidad y la sostenibilidad son el resultado de la convivencia y la dedicación de las tres últimas generaciones. "Ha sido muy importante para nosotros convivir y vivir la bodega con los abuelos, padres y tíos", explica a ON ECONOMIA. La dirección y gestión de Llopart está en manos de la quinta generación Llopart que, por el azar del amor hoy por hoy se dobla el apellido, aunque en alguna etapa del árbol geológico se perdió.
Ester Cardús se muestra orgullosa de los antepasados y le gusta recordar que es también miembro de la 27.ª generación -si se remonta a los orígenes ancestrales; en un pergamino que la suerte hizo que encontraran escondido en una pared falsa de la masía solariega de los Llopart a Subirats, en unas obras de 1975. En el documento, de 1385, en latín, consta que Bernardus Leopardi recibió una transmisión de las tierras de su hermano. Este ha sido el apellido que ha ido forjando la saga familiar y que ahora es la marca de uno de sus espumosos más queridos: Llopart Leopardi, la insignia histórica de la casa, fruto de un ensamblaje de los mejores vinos monovarietals de Moscatel, Macabeo y Parellada, "las variedades de la comarca del Penedès".
Fue Pere Massana i Casanelles, en 1887, quien etiquetó la primera botella de vino espumoso y el punto de partida de lo que es ahora la bodega Llopart, con una labor muy importante de cuidado de la viña y su cultivo y se afrontó a retos como el impacto de la plaga de la filoxera y episodios bélicos como la Guerra Civil española.
Los abuelos de Ester, a la década de los 50, Pere Llopart Vilarós y Jacinta Llopart Baqués toman el relevo de esta tradición y se reanuda la elaboración de espumosos como negocio familiar, a Heredad de Can Llopart de Subirats, el municipio más extenso de la comarca del Alt Penedès. "Ya apuestan por las largas crianzas y por la calidad; son de las primeras bodegas a hacer brut nature", remarca su nieta y recuerda uno de los valores familiares: "el buen vino se hace en la viña". Una herencia que ahora dirigen y gestionan sus hijos Imma Llopart Llopart, madre de Ester Cardús, y miembro del consejo de dirección; Josep Maria Llopart Llopart, en el departamento comercial nacional; Assumpta Llopart Llopart, al cargo de los recursos humanos y enoturismo; Pere Llopart Llopart, enólogo y director técnico del grupo; y Jesi Llopart Llopart, que se encarga de la exportación.

Crianzas largas
La historia y el traspaso de la viticultura de generación en generación es "el rasgo distintivo de casa", defiende a Ester Cardús, para explicar que "uno de los pilares que siempre nos ha acompañado es apostar por la calidad desde la uva hasta la botella"; por eso se hacen crianzas muy largas; siempre a partir de los 20 meses, pero tenemos vinos que tienen 13 años de crianza -el Legado Familiar. "El ADN de Llopart es apostar por crianzas largas, para integrar bien la burbuja, para dar elegancia al espumoso, pero manteniendo el punto de frescura que nos transporta al clima que tenemos en las viñas; por lo tanto, no buscan que la crianza nos envejezca o nos haga el vino pesado sino que nos dé untuosidad, elegancia, que integre la burbuja, pero con frescura".
Es cierto que la Heredad tiene una ventaja competitiva natural: su ubicación. "Estamos en una ubicación privilegiada, la vertiente montaña de la zona del Penedès, orientada a la cara norte, y a una media de 360 metros de altitud, cosa que permite tener las viñas en 163 parcelas además de 400 metros de altitud; eso mujer maduraciones más lentas, un vino con mucha frescura...", apunta a Ester Cardús. Pero también valora que la bodega tiene una firme apuesta por la sostenibilidad, no en vano la viña es 100% ecológica y forma parte de su filosofía de fomentar la viticultura regenerativa. Eso les permite ser uno de los 15 miembros de Corpinnat, el sello que garantiza que se trabaja con uva autóctona, 100% ecológico, vendimiado a mano y vinificado íntegramente en la propiedad; por eso Ester siempre habla de "vino espumoso", nunca en una conversación se le escapa la palabra 'cava'.
A pesar de los últimos episodios de sequía, Llopart ha intentado mantener la producción. Unas 600.000 botellas al año, entre 440.000 botellas de cava y 40.000 de vino. La gama consta de 10 variedades de vinos espumosos en el mercado, más las enotecas y los vinos tranquilos -que suponen el 5% de la producción total. Se elaboran con Macabeo, Xarel·lo y Parellada -en algunos casos pequeños porcentajes de chardonnay o pinot noir-; y en los rosados se utiliza Monastrell i Garnatxa. La bodega también recupera viejas variedades de uva de la comarca. Un ejemplo es la elaboración y comercialización de Vi·brant, un vino perlado natural rosado de moscatel rojo, una variedad recuperada. Lo elaboran con la fermentación con levaduras indígenas previamente seleccionados.

Mantendrán el mercado de los Estados Unidos
Como responsable de los mercados exteriores, Jesi Llopart explica que están atentos a lo que pasará a los Estados Unidos y el posible impacto generalizado en el consumo por todo el mundo. Hoy por hoy, Llopart exporta un 20% de las ventas, el 80% restante se comercializa en España -un 65% en Catalunya. La bodega tiene una facturación próxima a los 6 millones de euros, con un crecimiento regular porque no se apuesta por el volumen, sino un crecimiento más cualitativo.
"Hace muchos años que trabajamos en los Estados Unidos consolidándolo como un mercado cualitativo", observación Ester Cardús, a la vez que valora la relación comercial americana con un distribuidor local, dirigido por una familia empresaria, con el cual los une "una manera de hacer" que después de años de trabajo no se puede abandonar, insiste. "Hay que estudiar como reaccionar a los aranceles para que no sea el consumidor final quién cargue con el coste". Allí se trabaja tanto en tiendas especializadas como restauración. Los mismos canales donde se distribuye en el resto de mercados y en España, donde también se vende a la gran distribución, "aunque con los productos que tienen más salida en este canal, como puede ser el bruto nature".

La enoteca, un espacio exclusivo
Para conmemorar el 40.º aniversario del Llopart Leopardi, en diciembre de 2023, la bodega inauguró un nuevo espacio denominado Enoteca Familiar, que dentro de la bodega aloja en torno a 30.000 botellas que conforman la biblioteca de las añadas de los espumosos más emblemáticos de Llopart. Este espacio exclusivo resguarda, entre otras joyas, todas las añadas del Legado Familiar, insignia de la familia que rinde homenaje a la dedicación y pasión transmitidas a lo largo de las generaciones y en particular de la cuarta generación -Pere y Jacinta-.
La enoteca es para ver el potencial de guarda que tienen los vinos espumosos. Se guardan de cada añada de los vinos más emblemáticos, de más alta gama: Leopardi, Ex-vite, Original y Legado Familiar. Se guardan unas 307 botellas de cada una de las añadas para ver cómo va evolucionando el espumoso. Cuando han pasado unos años y se ve que uno espumoso tiene un momento oportuno para que el mercado lo conozca, se sacan pequeñas colecciones al mercado. "El cliente lo valora mucho", destaca a Ester Cardús.
Innovación y lucha contra el cambio climático
La dedicación y el control de los cultivos los lleva a invertir mucho trabajo en el cuidado de la viña y a afrontar los nuevos retos climáticos, como los últimos episodios de la sequía. Después de tres años, parece que el escenario empieza a revertir, pero "es muy temprano para decir que hemos dejado atrás el escenario de sequía". Las viñas, aunque resistentes, han sufrido, y todavía hay un déficit hídrico a compensar. El agua que ha caído este otoño e invierno (24/25) es de 520 mm. Esta cantidad es el doble de la que se tuvo durante todo en el 2023 (263 mm) y casi tan alta como la suma de las precipitaciones de los tres últimos otoños e inviernos (2022/23/24), que fueron de 600 mm.
La media de los últimos 20 años para el periodo tardor+hivern es de 375 mm, por lo tanto, este otoño e invierno de 2024/25 (520 mm) ha registrado un aumento del 38% con respecto a la media, es decir, 145 mm más. Aunque parece una cantidad considerable, teniendo en cuenta la sequía acumulada desde 2020, no es suficiente para compensar el déficit acumulado de los últimos cuatro años, que es de unos 900 mm.

La bodega, de manera individual o conjuntamente con otros viticultores, saca adelante proyectos de mejora para el cultivo. Un par de ejemplos: el liderazgo en el proyecto ManSo y la empapadora de hoyos. El proyecto ManSo consiste en intentar minimizar el estrés hídrico que sufre la planta durante los episodios de sequía y con el incremento de la temperatura media; utilizando una serie de nuevas tecnologías basadas con sensores de suelo/planta y teledetección. Llopart es la bodega que lidera el proyecto tirado por Innov, y con la participación de Bodegues Sumarroca, Masia Vallformosa, Celler Kripta y Juvé&Camps, y con INCAVI, IRTA I la URV como centros de investigación.
Lo que han llamado empapadora de hoyos es un sistema de labrado que facilita la retención del agua cuando llueve dentro de la parcela y que va filtrando lentamente tierra adentro dejando los primeros metros de suelo empapats, sobre todo si previamente también se ha subsolat. Así se genera como si fuera un depósito natural de reserva de agua que las cepas aprovecharán a lo largo del año.