El fabricante de papel tisú y kraft sostenible LC Paper ha convertido la marca propia Dalia en una nueva línea de negocio, en solo dos años. Nacida para compensar el paro del negocio de la hostelería y de las colectividades durante la pandemia, Dalia ha pasado de ser un producto para el sector sanitario y la venta online a fabricarse para el gran consumo. Para consolidar esta línea, LC Paper invertirá 3 millones de euros en una nueva fábrica de 5.000 m² que construye en Fornells de la Selva (Girona). El centro estará terminado para finales del primer trimestre de 2023, con la creación de 15 puestos de trabajo y previsiones que se llegue a una treintena a medio plazo.
La gama Dalia de papel de inodoro, de cocina o pañuelos de papel está muy focalizada, hoy por hoy, a los mercados exteriores. "Se encuentra más fácilmente en cadenas y tiendas de distribución de Islandia, Francia u Holanda que en España; nos falta mucho para entender que la ecología no siempre es más cara", manifiesta Pau Vila, director gerente de la compañía. Mientras que las exportaciones de Dalia se aproximan al 62% de la producción, "España todavía no es un mercado concienciado, aunque hay cadenas como Veritas donde sí se pueden encontrar nuestros productos ecológicos", añade.
Pau Vila explica que la compañía hace muchos años que trabaja en la reducción de las emisiones de CO₂ con el fin de alcanzar los objetivos de sostenibilidad en un sector como el papelero, altamente contaminante. Por eso, el estallido de la pandemia los cogió preparados para adaptar las líneas de producción y dar un giro hacia el gran consumo con productos de valor añadido.
Para la factoría de Besalú (Girona), explica, ya se había patentado el proceso productivo OnePly, que disminuye el consumo de energía durante la fabricación del tisú y se había ideado un sistema automatizado para empaquetar el papel higiénico en cajas de cartón. "Lo único que hizo la pandemia fue acelerar los cambios, porque tuvimos que cerrar las líneas para empresas y colectividades y se nos centró en el canal de venta online y la demanda del sector sanitario", concreta. Actualmente, el almacenaje y la distribución de la marca Dalia favorece la implantación de una logística inteligente, tanto en fábrica como para sus clientes.
Al esfuerzo acumulado en desarrollar la propia ingeniería de procesos, diseño de producto, maquinaria y tecnología se ha sumado la inversión en medidas para la reducción de emisiones y consumo energético. Son los elementos imprescindibles una caldera de biomasa y una planta de cogeneración —que reutiliza el vapor resultante del proceso energético para secar el papel—, además del parque fotovoltaico que se instalará en Besalú, "después de siete años de sortear infinidad de trabas administrativas", subraya Pau Vila. También disponen de una depuradora de aguas residuales, de la que aprovechan los barros que, una vez secados y convertidos en polvo, alimentan también la caldera de biomasa. "Un paso más en la economía circular", significa Paz Villa.
Ingeniero TIC por la Universitat Ramon Llull, Pau Vila quiere continuar el negocio que dirige su padre Joan Vila desde 1981, cuando cogió las riendas del negocio familiar. La familia Vila compró la compañía en los años cincuenta, cuando respondía al nombre de Papelera La Confianza. Joan Vila, recientemente nombrado miembro del Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible de Catalunya (CADS), ha conseguido reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 65% en LC Paper, desde el año 1993. En su libro Economia en el canvi climàtic. Full de ruta cap a la societat frugal (Icària Editorial, junio de 2021), Joan Vila defiende que con solo los cambios tecnológicos no se frenará el aumento de concentración de CO₂ y otros gases causantes del calentamiento del planeta; hacen falta cambios conductuales de la sociedad y ajustar el consumo.
LC Paper vuelve a los números verdes
Unos consejos que la familia Vila aplica a LC Paper, una compañía que da trabajo a 120 trabajadores —entre directos e indirectos—, con un negocio de 40 millones de euros en 2021, todavía por debajo de la facturación de la época prepandémica. El año pasado se cerró con unas pérdidas de 3 millones de euros. En 2019 el negocio había llegado a los 47 millones de euros, con un 55% de las ventas por exportación en 40 países. Para este año, las previsiones son altas. "Esperamos cerrar por encima de los 60 millones y ganar un millón de euros, debido al impacto de la inflación, porque con el incremento abrupto y desmesurado de los costes energéticos hemos tenido que aumentar los precios de venta", admite Pau Vila. La justificación es clara: "El coste de la energía se ha disparado, el coste del kilovatio hora ha pasado de 45 euros a 350 euros y nuestra factura, de medio millón de euros a 3,3 millones de euros en un año. Eso implica que se ha doblado el precio de producción cada una de las 50.000 toneladas de papel que fabricamos", insiste.
Dentro de la política de sostenibilidad, LC Paper ha sido la primera papelera y fabricante de tisú de Europa que ha obtenido la certificación B Corp. Hace justamente un año también fue la primera pyme española en adherirse al pacto global The Climate Pledge de las Naciones Unidas, que vincula las empresas a alcanzar la neutralidad de emisiones de dióxido de carbono en todo el ciclo de vida del producto, antes de 2040.