La empresaria Maria Reig Moles, de 72 años, participó a finales del pasado octubre en el encuentro de los padres de la Constitución de Andorra, aprobada hace 30 años. Era la única mujer que formó parte de la comisión que redactó el marco legal que modernizó este coprincipado pirenaico. En aquellos tiempos ocupó altas responsabilidades en los gobiernos andorranos, siempre defendiendo posiciones progresistas en cultura y medio ambiente, si se comparan con el tradicional conservadurismo del país, pero interrumpió la carrera política para dedicarse a la empresa familiar.

El pasado mayo, su único hijo, Carles Enseñat Reig, de 38 años, se proclamó síndic del Consell General (presidente del parlamento andorrano) gracias a los votos del grupo Demòcrata, del cual fue portavoz en la anterior legislatura (en la imagen superior). Ha continuado una de las tradiciones familiares, la política: tanto su madre (Maria Reig Moles) como su abuelo (Serafí Reig Ribó) formaron parte del Consell General y un tío abuelo (Julià Reig Ribó) también fue síndico, en un momento en que este cargo equivalía a jefe de gobierno. El tío Julià fue una figura clave para la modernización del coprincipado.

Generaciones de los Reig se han movido entre la empresa y la política andorrana, pero el actual heredero ha preferido enfocarse a la esfera pública. En el pasado, realizó incursiones en el grupo empresarial Reig, pero después de encadenar un rosario de reveses –el último, la venta del Mandarin, el hotel de superlujo del Paseo de Gracia de Barcelona– se ha centrado en las instituciones andorranas y en la familia. Él y su pareja, Albert Batalla, exalcalde de la Seu d'Urgell y exdiputado del Parlament de Catalunya, son padres de una niña de tres años, adoptada, que también se llama Maria, como la abuela. Será la continuadora de la estirpe.

La nueva vida de Maria Reig

Desde que abandonó al consejo de administración de Crèdit Andorrà en 2018, el segundo banco del país, del que todavía controla una participación próxima al 20%, Maria Reig se ha alejado de los focos mediáticos. Solo se deja ver de vez en cuando en actos como el reciente encuentro de los padres constitucionales o culturales. Sobre todo los que están relacionados con Cal Pal, un proyecto que impulsó personalmente que incluye la restauración de una masía andorrana –convertida en un nuevo espacio sociocultural– y la difusión de la técnica constructiva de la piedra seca.

Después de ser una de las "dinamizadoras" de la economía catalana, como ella misma se definió hace años, se ha apartado del primer plano del activismo empresarial. Todavía figura en algunos patronatos como el del Macba o en consejos sociales como el de la Universidad Internacional de Catalunya, pero casi ha desaparecido de las entidades empresariales en las que tuvo protagonismo como es el caso de Barcelona Global. Un antiguo colaborador asegura que ha optado por un alejamiento "voluntario" que no tiene nada que ver con la edad o las dificultades de su grupo empresarial. Por cierto, el 22 de noviembre pasado falleció Joaquim Juan Vañó, de 74 años, que durante años fue su secretario personal, recordado por su implicación en varias causas sociales.

Maria Reix reside habitualmente en Andorra, pero también posee casa en el barrio de Pedralbes de Barcelona, en Tamariu (Girona) y en Londres. Hace unos años, era una habitual de los cenáculos barceloneses, precisamente en la etapa que lideró grandes inversiones en el sector inmobiliario de la ciudad.

Maria Reig, primera accionista de Crèdit Andorrà / Esade

En 2009 inauguró el Mandarin, pero este hotel de cinco estrellas no le dio beneficios hasta 2017. Cuando llegó la pandemia, con el consecuente cierre de hoteles, acumulaba una deuda en torno a los 175 millones de euros. Un año antes, en 2019, el fondo californiano Farallon adquirió un paquete de créditos de Caixabank entre los que había 445 millones de euros concedidos al grupo empresarial Reig. Este importe lo habían destinado al Mandarin y a la compra de acciones de Crèdit Andorrà, que Reig adquirió precisamente a Caixabank, antigua accionista de la banca andorrana. La historia ya es conocida: Farallon forzó la venta del hotel, que fue adquirido en julio pasado por el grupo saudí Olayan por unos 220 millones de euros.

No es su única inversión inmobiliaria que le ha reportado pérdidas. En el 2004 participó en la compra del antiguo edificio Winterthur de la plaza Francesc Macià por 53 millones de euros. La intención era reconvertirlo en otro hotel de lujo, sin embargo, tiempo después, una vez estalló la crisis inmobiliaria, se vendió este activo a Squircle Capital muy por debajo del precio que habían pagado. Entre los ejecutivos de este fondo estaba José Caireta, que anteriormente había dirigido el grupo Reig.

En 2016 también intervino en la adquisición a Mutua Madrileña de un edificio de la calle Almagro de Madrid, con la intención de convertirlo en hotel, pero lo acabó malvendiendo al fondo Axiar. Después salió al mercado adaptado a oficinas.

Y un huracán, que casualmente bautizaron con el nombre de Maria, arrasó en 2017 otra de sus inversiones hoteleras, el resort de lujo W Retreat & Spa de la isla de Vieques (Puerto Rico). Definitivamente, los Reig no han tenido suerte con los hoteles.

No obstante, consiguieron coronar algunas operaciones inmobiliarias con éxito. Por ejemplo, junto con otras familias andorranas como los Cerqueda (Andbank), participó en la compra de la antigua sede del Deutsche Bank, en el cruce del Paseo de Gràcia con Diagonal, que vendieron una década después a KKH Property Investors. Estos tenían intención de convertirlo en hotel, pero Ada Colau, que estrenaba alcaldía, no se lo permitió. No obstante, esta fue una operación positiva para los Corvina.

El imperio en el sector de la moda y el lujo que montó Maria Reig también ha ido de capa caída. Las zapaterías Manolo Blahnik de Barcelona y Madrid cerraron. El acuerdo con la marca Diane von Furstenberg se rompió. Y encima, de la cadena de joyería Vasari solo se mantiene la tienda de la Avenida Meritxell de Andorra la Vella.

Los anteriores contratiempos no impiden que la familia Reig conserve un imperio económico. Su fortuna tiene el origen en las finanzas, en las que operan desde el siglo XVIII, y en el tabaco, donde entraron el siglo XIX. En 2007 cerraron la fábrica de tabaco de la que salieron productos tan conocidos como Rössli o los puros Don Julián. Mantienen intereses en los sectores inmobiliario, estaciones de esquí y, evidentemente, en Crèdito Andorrà, la banca fundada por Serafí Reig en 1949. A la muerte de este en 1975, su hija Maria se encargó del negocio familiar, cuando solo tenía 28 años.