Núria Roura i Carreras, una de las grandes accionistas de Grifols, falleció este lunes a los 99 años. Era madre de Víctor Grifols Roura y Raimon Grifols Roura, abuela de Víctor Grifols Deu y viuda de Víctor Grifols i Lucas, fallecido en 2015, hijo del fundador de la empresa, Josep Antoni Grifols, todos ellos consejeros delegados de la empresa en diferentes etapas de la compañía. Roura, que al morir su marido heredó acciones y quedó, con un 6%, como una de las mayores propietarias de la empresa, contaba según la revista Forbes con la 96 mayor fortuna catalana, que alcanzaba los 350 millones de euros.
Casada con Víctor Grifols i Lucas desde 1947, fue también una de las grandes impulsoras de la fundación con el nombre del marido, que busca promover los valores de la bioética. El hijo de Núria Roura y Víctor Grifols Lucas, Víctor Grifols Roura, fue CEO de la empresa cuando su padre dejó el cargo, y lideró la expansión internacional de la empresa. Grifols Roura, hoy con 74 años, lideró la compra de Telecris Biotherapeutics en 2006 y dejó el cargo de consejero delegado a los 67 años, en 2017, cargo que heredó de nuevo su hijo, nieto de Núria Roura, Víctor Grifols Deu, que fue el último consejero delegado de la empresa, ya que en 2022 tomó las riendas Steven Mayer. Raimon Grifols Roura compartió el cargo de director en este último tramo de la familia al frente.
Grifols, fundada en Barcelona en 1909 como laboratorio de análisis clínico, ha ido evolucionando hasta convertirse en una de las mayores empresas catalanas, con presencia en más de 30 países y regiones y una plantilla de 24.000 trabajadores. Marido, hijo y nieto de Roura han ocupado los puestos de consejeros delegados en los años 1987, 2001 y 2017 y hasta 2022, con lo cual su figura ha sido central en una de las grandes dinastías catalanas, pero siempre vivió al margen de los focos.
En Bolsa desde el año 2006 y en el IBEX 35 desde 2008, Grifols ha vivido en los últimos meses sus tiempos más convulsos en los mercados, tras el informe de Gotham acusándole de manipular las cuentas y unas explicaciones que no han acabado de convencer.