Este jueves, Jaume Collboni (alcalde de Barcelona), Jaume Sabater (CEO del gestor de inversiones Stoneweg) y la baronesa Carmen Thyssen presentarán públicamente el proyecto del nuevo museo que llevará el nombre de esta última, pero, la idea de crearlo, surgió a principios de año en una cena de directivos.

En esta cena, el fundador de la agencia Strategic Economic Relations (SER), lobbista y administrador personal de la baronesa, José Daniel Barquero, comentó que Barcelona también podría acoger un museo Carmen Thyssen, como lo tiene Madrid, Málaga o Andorra, si hubiera un promotor público o privado interesado. Y Álvaro Echevarría, subdirector general de Banco Sabadell, pensó inmediatamente en Stoneweg, el promotor del fracasado museo Hermitage que se planeaba en el Puerto de Barcelona pero que también está impulsando, con éxito, un nuevo centro de arte en l'Hospitalet de Llobregat.

Aquella misma noche, Barquero y Echevarría realizaron las primeras llamadas telefónicas. Uno tenía línea directa con la baronesa Thyssen y, el otro, conocía a los responsables de Stoneweg. No actuaban por interés personal porque ninguno de los dos es comisionista. Echevarría es hijo de Juan Echevarria Puig, que en noviembre pasado cumplió 100 años, presidente de honor de Mutua Universal y que lo fue de Nissan Motor Iberia.

En declaraciones a ON ECONOMIA, Barquero reconoce que la primera idea de lo que será el nuevo Museo Carmen Thyssen Barcelona surgió en una cena en un restaurante argentino de la ciudad el 20 de enero de 2024. La fecha no es casual porque coincide con el aniversario del discurso que pronunció John F. Kennedy en 1961 en el cual dijo la célebre frase "No pienses en lo que tu país puede hacer por ti, piensa en lo que puedes hacer tú por tu país". Y este grupo de directivos se reúne cada 20 de enero.

Unos días después, el decano del Col·legi d'Economistes, Carlos Puig de Travy, puso en contacto a Xavier Pujol, CEO de Stoneweg Places & Experiences –la división de cultura y entretenimiento del gestor de inversiones–, con Jaume Collboni, aprovechando una intervención del alcalde en la casa de los economistas catalanes. Desde el primer momento, Collboni vio con buenos ojos el proyecto de un museo Carmen Thyssen en Barcelona. A diferencia de la alcaldesa Ada Colau, que frenó el Hermitage, Collboni siempre ha sido un entusiasta del nuevo Thyssen.

Comida en el Ayuntamiento

En junio pasado, Collboni reunió en un almuerzo en el Ayuntamiento a Jaume Sabater y a la baronesa Thyssen (imagen superior), que iban acompañados por sus respectivos equipos. Entonces, Stoneweg y la baronesa ya habían cerrado un acuerdo por el alquiler de una de sus colecciones de arte, centradas en pintores catalanes de los tres últimos siglos, pero todavía no tenían un espacio para exhibirla.

Stoneweg había estudiado varias localizaciones, incluso una en un edificio histórico del Puerto de Barcelona, sin embargo, más adelante apostaron por el palacete de los antiguos Cines Comedia, situado en uno de los chaflanes del Paseo de Gracia con Gran Vía. Inicialmente, se negoció un alquiler de las instalaciones, pero, finalmente, la operación ha acabado en una compra. Los que han sido sus propietarios hasta ahora –14 miembros de las familias Pla y Planàs– lo han vendido por un importe de cerca de 75 millones de euros según apuntan fuentes conocedoras de las negociaciones si bien ninguna de las partes ha informado públicamente los importes.

Este proyecto de museo ha surgido de un acuerdo a tres bandas –promotores, propietarios del inmueble y baronesa– que se ha concretado en dos contratos diferentes, firmados por separado: por una parte, Stoneweg y los propietarios de los Cines Comedia, para la compra de este histórico inmueble; y por la otra, Stoneweg y la baronesa, para la cesión de parte de su colección privada de arte.

Además de los nombres mencionados, para que este proyecto saliera adelante todavía intervinieron más directivos. Por parte de Stoneweg, Juan Manuel Sevillano, managing director de Stoneweg, Plazas & Experiences y que duante más de 25 años dirigió la Fundación Gal·la Dalí, o Rosa Carretero, directora de relaciones institucionales de la división de cultura de los promotores.

Y por parte de la baronesa, también ha intervenido una de sus hijas, que también se llama Carmen, de 18 años, que se está formando en arte, y sobre todo su sobrino, Guillermo Cervera. Este último se encarga de los asuntos de la baronesa, su tía, incluidos los acuerdos por los alquileres de sus colecciones. Reside en Andorra desde hace muchos años, desde que se estableció su difunto padre, que trabajó para una conocida empresa de metales preciosos del Principado.

Y dos hijos de Barquero, administrador de la baronesa, también están implicados en el proyecto del museo: al arquitecto Ignacio Barquero de Llauder, fundador de Oktopus, dedicada a la gestión e inversión proyectas de arquitectura, arte y cultura; y José Luis Barquero de Llauder, artista, que ha expuesto en ciudades como Nueva York o Londres.