Casi nadie en las oficinas centrales de Banco Sabadell, en Sant Cugat del Vallès, se esperaba la oferta de BBVA este martes. Ni su consejero delegado lo sabía, aseguran fuentes próximas a la entidad. Y es que la sensación en el banco catalán era que, si tenían que protagonizar alguna fusión, serían los que comprarían —Unicaja—, pero la semana pasada el mismo César González-Bueno aseguró que están cómodos con la situación del banco. Quizás por inesperada, la propuesta de la entidad de origen vasco ha sido recibida con muchos recelos, tanto dentro como fuera del banco.

El precio y las prisas que tiene el BBVA son lo que provoca más resistencias en Sabadell. Su consejo de administración se reunió el martes, pero solo para que los consejeros tuvieran conocimiento de los detalles de la oferta, que este miércoles se conocieron al ser enviados a la CNMV. Sabadell, pues, no hizo ninguna valoración, a la espera de una segunda reunión en la que responda a BBVA. Se especuló que podría producirse este jueves, pero no ha sido así. Se espera este mismo viernes o lunes.

El consejo de Sabadell puede hacer principalmente dos cosas: rechazarla o mostrar su disposición a estudiarla o negociarla. Esta segunda opción parece la más plausible, pues todas las fuentes del sector consultadas se muestran convencidas de que la propuesta del banco que preside Carlos Torres no llega a puerta fría, sino que, previamente, se ha consultado la pertenencia de trasladar una oferta con algún peso pesado del consejo —todo el mundo apunta al presidente, Josep Oliu—. La duda es si añadirá alguna cosa más, como una valoración negativa del precio, algo habitual en las negociaciones de fusión, o no.

En el Sabadell ven la carta de BBVA agresiva e incluso una amenaza de opa hostil

A la espera de lo que diga el consejo de administración, en el banco se respira la sensación de que el precio no es lo suficientemente atractivo. A pesar de la prima, la entidad se encuentra en un muy buen momento, tanto a nivel de negocio como en bolsa, por lo cual creen que tienen recorrido para llegar a una capitalización de 12.000 millones de euros, la cifra en la que la oferta de BBVA valora a Sabadell, dentro de unos meses. Las ofertas siempre comportan una prima, pero en operaciones como esta, que suponen pérdida de gestión, marca y capital humano, se suele pagar una prima extra, que no ven. Fuentes del mercado hablan de, como mínimo, una prima del 40% para empezar a hablar.

Consideran, pues, que con una operación que supone la futura desaparición del banco, y que le llega en un buen momento y de forma repentina, el precio tendría que ser más alto. Tampoco entienden las prisas de BBVA. La carta de Carlos Torres en el consejo contenía una frase que para muchos vieron como agresiva: “Estamos preparados para avanzar de inmediato en la operación. Por ello les agradeceríamos que nos trasladen su valoración sobre la misma a la mayor brevedad posible para, en caso de contar con su apoyo, poder presentar sin dilación un proyecto común de fusión a nuestros respectivos consejos de administración para su aprobación definitiva”.

Las prisas molestan porque las encuentran injustificadas. Es cierto que, desde el punto de vista comprador, una vez levantada la liebre, más vale cazarla cuanto antes, pero desde el punto de vista de un potencial vendedor que no ha ido al mercado buscando compradores, no tiene mucho sentido. Sabadell se lo tiene que mirar con calma antes de responder, explican fuentes financieras, porque se juegan mucho y no pueden arriesgarse a empezar unas negociaciones y volver a fracasar, como en 2020. Alguna fuente interpreta incluso la primera frase —“estamos preparados para avanzar de inmediato en la operación”— como una amenaza velada de opa hostil, que dejaría la dirección de Sabadell sin margen de maniobra para negociar la pervivencia del negocio, oficinas y personal de la entidad.

Las posibles exigencias del Sabadell al BBVA

Así las cosas, las fuentes consultadas explican que, para que la operación salga adelante, el Sabadell podría requerir dos cosas: subir el precio, para que los accionistas perciban una ganancia irresistible y al final, casi siempre acaba siendo una cuestión de precio, y que el banco catalán mantuviera el máximo de estructura. La oferta del BBVA dice que los directivos y empleados se escogerán según méritos y perfiles, pero en la plantilla hay temor de ser los grandes sacrificados y quieren que eso se pacte con cifras claras y salvando el máximo de poder de Sant Cugat. Hay que recordar que la fortaleza del Sabadell es la banca para pymes, donde están mucho mejor preparados que los mandos del banco madrileño.

Las reticencias a la operación vienen también de fuera de la entidad. El Govern ya mostró el martes su oposición, ya que dejaría el mapa bancario catalán reducido a una sola entidad. Pero el Ejecutivo de Pere Aragonès no tiene ahora mismo ningún poder de influencia en la operación, ni directa ni indirectamente a través de Madrid, ya que está a las puertas de las elecciones del 12 de mayo y las encuestas descartan la victoria de ERC. El empresariado también se ha empezado a pronunciar: lo hizo este miércoles Foment del Treball, que teme no solo la pérdida de una entidad con las oficinas centrales en Catalunya, sino también de un banco muy próximo a las empresas. Los sindicatos, por su parte, también se oponen porque saben que supondrá despidos. De hecho, BBVA ya prevé que gastará 1.450 millones en la reestructuración.

El recibimiento a BBVA, pues, ha sido frío y distante, pero la última palabra la tienen los accionistas del Sabadell, muy atomizados y que llevan tantos años de penas que pueden ver la oferta como una alegría, y la penúltima, el consejo de administración, que tiene como primer mandato —no el único— salvaguardar los intereses de los accionistas. Aquí tendrá un papel clave Josep Oliu, presidente del banco desde 1999, y la posición que adopte.