Elon Musk compró la compañía de redes sociales Twitter, Inc. en octubre de 2022 después de comenzar a adquirir acciones en enero de ese mismo año. Después de convertirse en el mayor accionista de la empresa en abril, Musk hizo una oferta no solicitada para adquirirla el 14 de abril. Su primer y tumultuoso año al frente de la compañía deja una caída que se estima del 60% de ingresos, que pasaron de 128 millones en octubre de 2022 a 48 en enero de 2023. 625 de los mil mayores anunciantes de la plataforma la han abandonado, según datos de CNN. La red social ha perdido también dos millones de usuarios únicos en el mercado español en los últimos 12 meses y a día de hoy vale 20.000 millones de dólares, la mitad de los 44.000 que en su día pagó por ella. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? 

Musk declaró poco después de su primera oferta la intención de introducir nuevas funciones en la plataforma, hacer que sus algoritmos sean de código abierto, combatir las cuentas de spambot y promover la libertad de expresión.

En julio, Musk anunció su intención de rescindir el acuerdo alegando que Twitter no le proporcionó información correcta sobre las cuentas falsas de la plataforma. Pero luego decidió seguir adelante con la adquisición después de que Twitter presentara una demanda contra él. El acuerdo se cerró el 27 de octubre.

Una semana después de hacerse efectivo el acuerdo, el caos se desató. Musk llevó a cabo una gran cantidad de despidos, concretamente la mitad de los empleados, y cerraron temporalmente sus oficinas. Justificó los despidos como una medida de reducción de costos, alegando que la empresa había estado perdiendo más de $ 4 millones al día, y criticando a los grupos activistas que habían pedido a los anunciantes que dejaran de hacer negocios con Twitter. El 6 de noviembre, algunos empleados que habían sido despedidos fueron llamados de vuelta a la empresa, ya sea porque habían sido despedidos por error o porque se los consideró importantes para la salud de la empresa. Los siguientes pasos para la reducción de costes pasó por cancelar contratos con diferentes proveedores.

12 días después de la primera ola de despidos se remitió un correo electrónico a todos los empleados restantes con un ultimátum por el que tenían que comprometerse a trabajar “realmente duro” para hacer realidad la visión que el magnate tenía para la plataforma o marcharse. Como reacción, cientos de empleados presentaron la dimisión, dejando a la empresa en una situación muy delicada, dado que este personal hacía realidad algunas de las funciones básicas de la red social. 

Se sucedieron más despidos llegando a situaciones surrealistas como la que afectó al departamento de comunicación que quedo reducido a un solo empleado, siendo la principal razón del silencio comunicativo de la empresa. Este mismo mes, Musk declaró que la plantilla de Twitter ha pasado de 8000 empleados a menos de 1500.

La encuesta hilarante

Otro de los momentos hilarantes de este pasado año es cuando preguntó a los usuarios si debería dimitir como CEO en una encuesta a los usuarios a través de un tweet, del que dijo que acataría el resultado. El 57,5% de los 17,5 millones de usuarios votaron a favor de su dimisión. Musk dijo tras el resultado que los resultados fueron influenciados por bots. Más tarde anunció que se ficharía un nuevo consejero delegado a finales de 2023.

Respecto a la moderación de contenidos, inicialmente se informó de la creación de un consejo de moderación de contenidos que nunca llego a existir. Pero cuentas como la de Donald Trump volvieron a activarse en noviembre del pasado año. Asimismo, se han bloqueado cuentas antifascistas, LGBTQ+ y de críticos con Musk. En noviembre del pasado año, la empresa de análisis Bot Sentinel calculó que 877.000 cuentas fueron desactivadas y 500.000 suspendidas entre el 27 de octubre y el 1 de noviembre, lo que suponía más del doble del número habitual.

La percepción en los Estados Unidos es que los últimos 12 meses Twitter es que el discurso de odio se ha visto potenciado por el aumento de extremistas blancos verificados y la falta de moderación de contenidos de extrema derecha. En el área de moderación de los contenidos, en noviembre se anunció la aparición de Community Notes, una herramienta de verificación de hechos como un avance en los modelos actuales de moderación de la red social.

Otro de los elementos protagonistas de estos últimos meses es la conversión de la marca de verificación de cuentas en un producto de suscripción de pago llamada Twitter Blue. Se anunció a finales del mes de octubre y se informó a los usuarios que tenían verificada su cuenta que perderían ese privilegio si no pagaban por la misma. El programa fue lanzado el 9 de noviembre para iOS. Desde ese momento todos los usuarios pueden tener el distintivo azul y además tener en el futuro funcionalidades como tener mejor visualización de sus contenidos. 

El proceso, como tantos otros, sufrió idas y venidas debido a problemas técnicos y de suplantación de cuentas y ha pasado a ser definitivo el pasado 20 de abril de este año. Aunque Musk está pagando Twitter Blue a diferentes celebridades que se han negado a pagar por el servicio. Además, se han creado marcas grises para cuentas gubernamentales y doradas para compañías. Otro de los cambios a nivel de negocio es el acceso a la API de Twitter por parte de terceras empresas con cambios de funcionalidades y aumentos importantes de costes con muy poco tiempo de preaviso.

Respecto a los datos de uso por parte de los usuarios de la plataforma, tampoco es que sean para tirar cohetes. Con los datos de audiencia de GFKDAM para el mercado español, Twitter ha perdido dos millones de usuarios únicos los últimos 12 meses. Todos estos altos y bajos ha llevado a que actualmente la compañía esté valorada en la mitad que cuando lo compró y haya perdido más de la mitad de sus ingresos. Las cifras, ahora mismo, no le dan la razón a sus volantazos, y Twitter se parece un poco al cohete de su empresa Starship que hace poco explotó nada más despegar.