La crisis de la Covid-19 no ha hecho más que acentuar el progresivo proteccionismo que los países, especialmente los más desarrollados, retomaron a raíz de la crisis financiera de hace 15 años. Por ello, las barreras y limitaciones para salvaguardar a los estados se vislumbra como uno de los factores de riesgo más importantes para el crecimiento de las empresas y para sus estrategias comerciales.
El aumento del proteccionismo a nivel mundial incide directamente en las estrategias de inversión, de localización y de gestión de las cadenas de suministro de las empresas, según evidencia el segundo informe sobre los riesgos empresariales que ha elaborado el observatorio del Institut Cerdà. En el mismo se detalla que en el contexto actual estos determinantes se añaden a sus criterios clásicos de decisión, como el de coste-beneficio o el de oportunidad, y los riesgos asociados a la geopolítica de las relaciones comerciales y culturales entre países.
Al pie de la letra, los expertos que han elaborado el informe concluyen que entre los impactos más relevantes para las empresas constan “la mayor vulnerabilidad frente a su red de proveedores; más dificultad para encontrar alternativas a sus circuitos normales de aprovisionamiento; los incrementos súbitos de los costes de materias primas, productos o servicios; la necesidad de relocalización de sus puntos de producción y las mayores disrupciones en la logística de suministro y distribución.
Para la elaboración de esta segunda edición del Observatorio de riesgos para las empresas, el Institut Cerdà ha consultado y contrastado la identificación y descripción de los distintos riesgos, con un grupo de más de 50 expertos de los ámbitos social, económico, tecnológico y medioambiental, tanto de instituciones públicas, como del mundo empresarial y social.
En los últimos 5 años (2017-2022) a nivel mundial, las medidas proteccionistas implementadas se han elevado a 17.000, de las cuales 720 han afectado directamente al tejido empresarial español. En líneas generales, se han implementado cinco medidas proteccionistas por cada medida liberalizadora puesta en marcha en alguno país del mundo.
Además, Europa es de las regiones más afectadas por la implementación de medidas proteccionistas (subsidios, medidas arancelarias, tarifarias o de inversión, etc.) llevadas a cabo por otros países en el mismo período de tiempo, entre los que destaca la contribución de Estados Unidos (3.335 medidas, 13% del total mundial) y China (2.761 y 11%, respectivamente). Ello sin dejar de lado que en Europa también está reviviendo el proteccionismo. En el informe, esta circunstancia se relaciona con el incremento de las tensiones políticas con los países de su entorno inmediato (principalmente, Rusia, Oriente Medio y Norte de África) o la necesidad de proteger sus aprovisionamientos e industrias críticas.
Por sectores y trasladado al territorio español, el citado informe asegura que este proteccionismo agravado afecta a todas las áreas de actividad, pero es especialmente relevante en el metalúrgico, farmacéutico, químico, automoción y cereales.
En este contexto, “la UE se ha visto en la necesidad de reforzar su rol y su capacidad de respuesta, tanto con políticas económicas y fiscales para dar respuesta a la pandemia como con su posición común frente a la guerra de Ucrania. Su mayor reto actual radica en ampliar esta capacidad de respuesta a su modelo de gobernanza global, consolidando un frente común para una mayor autosuficiencia de recursos básicos e industriales o en relación con las políticas de inmigración y seguridad”, explica el informe.
31 riesgos identificados, 10 de relevancia
El auge del proteccionismo destaca en el Observatorio de Riesgos del Institut Cerdà para 2023, pero son un total de 31 los riesgos detectados; y 10 los de más relevancia. Desde las áreas económica, institucional, medioambiental o social y hasta la tecnológica.
En esta segunda edición, el informe hace hincapié en la crisis de suministros. Para España, esta situación se traduce en escasez y competencia por materias primeras básicas en una economía global y con una interacción entre cadenas de suministro distintas compitiendo por los mismos productos. Igualmente, la falta de seguridad y de garantía de suministro energético a nivel mundial y europeo, se está trasladando a España incidiendo en una gran volatilidad del precio, con una directa repercusión en los beneficios empresariales y en la economía de las familias.
A este aspecto, le siguen, en importancia, la persistencia de la inflación y sus implicaciones negativas en el incremento de costes empresariales, la capacidad de financiación o el deterioro de los márgenes; el cambio climático; los cambios en el mercado laboral a raíz de la crisis del coronavirus (precarización de empleo y salud mental de los trabajadores); o la gran dependencia del transporte de mercancías por carretera en España, con una asignatura pendiente como es la mejora del transporte ferroviario de mercancías y su incidencia directa en la competitividad de la empresa española.