A sus 80 años ya cumplidos, Jordi Mercader Miró ha decidido dar el definitivo paso al lado para ceder las riendas del grupo Miquel y Costas, del que es principal accionista, a su hijo Jordi Mercader Barata, quien desde el 2016 ya ejercía de vicepresidente de la papelera. Lo ha hecho "para eliminar las incertidumbres que podría haber sobre el funcionamiento de la compañía", aunque "le cuesta mucho tomar la decisión, porque siempre surge la tentación de decir 'un año más'", ha explicado para argumentar que en la junta de accionistas del próximo 22 de junio no optará a la renovación del cargo de presidente. Sí que seguirá como miembro del consejo de administración y restará presidente de la Fundación Miquel y Costas, creada en el 2020, con finalidades de carácter social y de preservación del medio ambiente. Pero lo que no quiere, después de 32 años en la presidencia, es "convertirme en la 'sombra de Rebeca'", ha manifestado haciendo un símil con la historia que vive la protagonista del libro de Daphne Du Maurier.
Jordi Mercader ha admitido estar "en plena forma" y que su tarea desde el consejo de administración será la misma que la de cualquier otro miembro: velar para que "la compañía siga siendo independiente y se garantice su continuidad". En este sentido, ha admitido que ningún accionista "tiene interés por vender, sea cual sea el precio que paguen por la empresa". Entre los miembros del consejo de administración y otros accionistas afines controlan más del 50% del capital; el resto cotiza en el Mercado Continúo de la Bolsa española, en manos de varios fondos de inversión. "Tenemos mucho respeto por nuestro patrimonio industrial, que fecha de 1723", se ha referido el presidente saliente para explicar la vocación de continuidad de una compañía que surgió cuando la familia Miquel empezó a fabricar papel en un molino accionado por las aguas del río Noya, en la localidad de Capellades (Barcelona). "Quedan pocas por todo el mundo de empresas papeleras con 300 años de historia", ha remarcado.
Por lo tanto, Jordi Mercader Barata será nombrado presidente del grupo "para continuar con la tarea de tomar iniciativas y fijar prioridades", que están en función de consolidar los ejes que lo han fundamentado en los últimos 20 años, después de esquivar alguna etapa difícil en qué el endeudamiento del grupo era alto y la excesiva exposición como proveedor del sector tabacalero pasaba factura. En la actualidad, "hablamos de una compañía con un balance saneado y fortaleza financiera". En 2022, las ventas consolidadas han llegado a los 337,2 millones de euros, con un incremento anual del 11,9%, y un beneficio neto consolidado de 31,6 millones, un 37,7% menos que en 2021. La escalada de precios en la energía, las pastas y otras materias primas, sumado a las tensiones geopolíticas derivadas de la guerra de Ucrania que han dificultado el comercio internacional, fueron algunas de las causas. Para este año, después de un primer trimestre en que los beneficios ya han ido al alza respecto del mismo periodo de 2022, se espera un giro importante en el conjunto del año.
Cuatro ejes estratégicos en Miquel y Costas
El nivel de calidad de los productos, centrados básicamente en la demanda de multinacionales extranjeras, la investigación de nuevas tecnologías que impulsen la fabricación de productos innovadores que aporten un alto valor añadido y, por lo tanto, mucho margen, intensificar los esfuerzos en la sostenibilidad -desde la autogeneración de energías renovables a reducir el impacto de la huella de carbono- y contribuir a una gestión forestal sostenible trabajando con proveedores certificados medioambientalmente. Estos son los cuatro ejes en los que se basará la estrategia de la nueva presidencia.
En la nueva etapa, la papelera prevé mantener la apuesta inversora de los últimos años y destinar, al menos, cien millones de euros para fortalecer el proyecto industrial e impulsar la innovación. Este año está ultimando un plan trienal de 100 millones de inversión, destinando 46 millones de euros, a proyectos como la mejora del proceso productivo de una de las máquinas de la fábrica de La Pobla de Claramunt (Barcelona), que fabrica papeles para la industria de la alimentación, las baterías de automóvil y la laminación decorativa, aunque también se destinarán 10 millones a la planta de Celesa en Tortosa (Tarragona), 8 en el almacén de Capellades (Barcelona) y 8 más a la de Mislata (Valencia).
El grupo está integrado por 15 empresas dedicadas en la producción de papeles especiales, la prestación de servicios asociados a esta actividad y su comercialización, y exporta el 88% de lo que produce. Dispone de siete centros de producción con Miquel y Costas & Miquel a la ciudad de Barcelona (en el distrito de Sant Andreu), Miquel y Costas en la población de Avellaneda, en la demarcación de Buenos Aires (Argentina), MB Papeles Especiales y Terranova Papeles, las dos en La Pobla de Claramunt (Barcelona), Clariana en Vila-real (Castellón), Fourtube (empresa asociada) y Celulosa de Levante (Tortosa).
Crecimiento inorgánico "si no causa problemas"
El presidente entrante ha explicado que fundamentalmente el crecimiento del grupo vendrá de ganar cuota de mercado en aquellas líneas de negocio en las que son fuertes como compañía y por la incorporación de nuevos productos innovadores que aporten valor añadido. No obstante, "estaremos atentos a posibles desinversiones que puedan aparecer de compañías competidoras con problemas de deuda y con activos que puedan ser interesantes para Miquel y Costas", pero inicialmente descartan la compra de empresas. "No haremos adquisiciones que nos comporten problemas", ha sido contundente.
El objetivo es crecer en el mercado de los productos industriales (como el de las bolsas de té, que está impulsando el negocio desde el 2012), aunque el papel que fabrican para el tabaco todavía supone el 60% de las ventas -eran el 75% hace 15 años- y es responsable del 75% de la rentabilidad. Los productos industriales, con artículos como las pajitas de papel, suponen ahora un 30% de las ventas y el 10% restante corresponde a otras líneas de negocio.