A pesar de la guerra, la subida del precio del combustible, la inflación, los retrasos y cancelaciones de vuelos por las huelgas o el caos aéreo viviendo en Europa, la aerolínea de bajo coste Ryanair ha conseguido cerrar el último ejercicio con más pasajeros que en 2019, un año que ya fue récord para la compañía. La firma irlandesa, que opera únicamente en Europa, transportó 160,4 millones de viajeros entre enero y diciembre de 2022, y su factor de ocupación se situó en el 92%, lo que la mantiene en el ranking europeo como líder en tráfico de pasajeros.
Las cifras aportadas este miércoles por Ryanair muestran que, a lo largo de 2022, ha superado incluso los 152,4 millones de pasajeros que el grupo transportó en 2019, y también los 140,2 millones de 2018. El grupo, que incluye la low cost que da nombre a la compañía y también la aerolínea Lauda, en 2020 vivió el peor año de su historia a consecuencia de la pandemia. Durante ese ejercicio solo transportó 50,1 millones de personas, aunque ya en 2021 consiguió escalar posiciones hasta alcanzar los 72,4 millones de viajeros en Europa.
Pero la verdadera recuperación de la compañía ha llegado en 2022, según los datos compartidos por la aerolínea que dirige Michael O´Leary el crecimiento de clientes ha sido constante a lo largo del último año, aunque el verano fue histórico. Los directivos de la compañía ya avanzaron hace unos meses que, entre junio y agosto, Ryanair había superado en un 15% los niveles prepandemia pese a la complicada situación de los aeropuertos europeos y las huelgas de sus propios trabajadores.
En agosto, por ejemplo, alcanzaron el 96% de ocupación y los 16,9 millones de pasajeros, un récord en la historia de la compañía. El último mes del año transportó 11,5 millones de pasajeros, un 21% más que el año anterior, cuando fueron 9,5 millones y también un 3% más que en 2019. En diciembre de ese ejercicio, su año récord, fueron 11,2 millones de personas las que volaron con el grupo Ryanair.
Ryanair esquiva el caos europeo
Así, Ryanair ha conseguido esquivar el caos vivido en los aeropuertos de Europa este verano, sobre todo en Londres, Ámsterdam y Fráncfort, donde se limitaron las operaciones y se redujeron vuelos por la escasez de personal después de los recortes de plantilla durante la pandemia. Al ser la aerolínea número uno en Europa, en proporción, ha sido la más susceptible de verse afectada.
También ha sufrido problemas por el paro de los controladores aéreos en Marsella, en el sur de Francia, que bloquearon el paso a las compañías aéreas. Para volar a España, por ejemplo, impactó mucho a la operativa diaria de la compañía. Aunque aquí también se ha visto perjudicada por las huelgas de tripulantes de cabina. El personal convocó paros inicialmente los días 24, 25, 26 y 30 de junio y 1 y 2 de julio, en plena operación salida de verano. Después se ampliaron doce días más.
USO y Sitcpla, dos de los sindicatos de Ryanair en España, exigían negociar un convenio colectivo. Como medida de presión, ya en agosto decidieron extender la huelga cinco meses más. Desde ese mes y hasta este enero, con retrasos de vuelos cada semana y paros de lunes a jueves. Aunque las protestas de trabajadores se mantienen, el ritmo de paros se ha ido moderando según avanzaban los meses.
Con todo, los directivos de Ryanair aseguran que estas huelgas —que también se han producido en Italia y otros países— apenas han tenido incidencia en la operativa diaria y que, sin embargo, sí se han visto más afectados por los problemas de capacidad que ha habido en algunos aeropuertos europeos. En cuanto a las consecuencias de la guerra, la subida del precio del petróleo y la inflación, el consejero delegado, Michael O’Leary, explicó en el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania que el grupo tenía cubierto el 80% de sus necesidades de combustible hasta marzo de 2023, y así descartó que tuvieran que aumentar el precio de los billetes de cara al verano.
El conflicto sí que afectó a las rutas de Ryanair, que tenía previsto transportar en 2022 a dos millones de personas hacia Ucrania, un destino al que volaba de manera habitual. Pero el cierre del espacio aéreo canceló sus operaciones en el país. Con el paso de los meses y según se alargaba la guerra, la empresa reconoció que subiría los precios. En septiembre, O’Leary comunicó en Dublín, donde está la sede de la aerolínea, que de media el precio de LOS billetes de avión subirá un 25% en los próximos cuatro o cinco años, desde los 40 hasta los 50 euros. En concreto, el CEO explicaba que no lanzarían tantas ofertas baratas como solían hacer hasta ahora. Pese a ello, aseguraba que seguirán siendo más económicos que la competencia.
Respaldada por las cifras de pasajeros, la aerolínea de bajo coste ha decidido añadir más destinos a la programación de la temporada de invierno 2022/2023, que se extiende hasta marzo. En España, se han incorporado 21 nuevas rutas a destinos como Fez, Estocolmo y Budapest desde/hacia ciudades como La Palma, Venecia y Nuremberg. Esto eleva a 560 el total de rutas que operará la aerolínea en el país durante estos meses.