La sequía es un problema de afectaciones globales, pero muy focalizada. A modo de ejemplo, mientras en Galicia sobra agua, Andalucía y Catalunya están sufriendo una crisis sin precedentes. Los expertos consideran que la meteorología tiene un factor de suerte, pero hay derivadas económicas que también se deben tener en cuenta. La más directa es su propia industria, aunque la mayoría de ellas necesitan el agua para sus engranajes.
Xavier Civit, presidente de la Asociación Catalana de Envasadores de Agua (ACEA), entrevistado por ON ECONOMIA sostiene que "no hay grandes afectaciones, ya que el agua mineral se extrae de yacimientos y acuíferos subterráneos, es un recurso minero". Esta hace falta diferenciarla de las extracciones superficiales porque las más profundas hacen referencia a extracciones de agua de hace, aproximadamente, una década y, por lo tanto, constituyen almacenes de reservas: "Los años lluviosos se equilibran con los secos. Si la tendencia se mantiene a largo plazo, sí puede haber afectaciones, pero no estamos en esta tesitura".
¿De qué empresas hablamos?
Actualmente, ACEA integra 11 de los 18 manantiales en Catalunya con marcas como Viladrau, el grupo Nestlé con Aquarel, Danone con Font Vella, el Grup Sant Aniol, Aigua de Ribbes; aguas carbónicas como Sant Narcís Imperial; Aigua de Boí i Aigua de Boix en el Pirineo; Font Agudes y Fontseny en el Montseny; y Santes Creus. El Grupo Vichy Catalan, con Font d'Or o Malavella, salió de ACEA en el año 2007 coincidiendo con una de las últimas crisis económicas, a pesar de ser una de las fundadoras de esta asociación.
Contrariamente a lo que nos enseñan todas estas marcas en los anuncios con lagos, ríos y torrentes cristalinos, el agua que nos tomamos embotellada sale de las profundidades de los manantiales, a 20 a 400 metros, y reciben la autorización de la Subdirección General de Minas de la Generalitat de Catalunya, que es el órgano regulador. Actualmente, las empresas de agua extraen el 0,03% de todos los recursos hídricos disponibles procedentes de estos subterráneos mineros que no hacen referencia a otros recursos más superficiales como pozos o aguas freáticas. A su vez, la Agencia Catalana del Agua (ACA) es la encargada de dar estas concesiones.
El vidrio consume más agua que el plástico
Aunque la extracción de agua para ser embotellada no sufre restricciones, la sequía sí ha afectado a su embalaje. La ACEA ha aplicado un 15% de restricción en aguas subterráneas para envasar botellas -el proceso de comprar, reutilizar y lavar el vidrio reciclado- y si la sequía entra en estado de emergencia, la restricción puede elevarse hasta un 30%. Desde ACEA, el presidente Xavier Civit admite que "no hay ningún inconveniente y es una responsabilidad que está muy interiorizada" entre sus miembros. Para reciclar y volver a fabricar botellas, hace falta agua. En el caso del plástico, se consume 0,25 litros de agua por cada botella reciclada. Pero en el caso del vidrio, se necesitan 1,5 litros. ¿El resultado? "Actualmente, estamos produciendo menos botellas de vidrio". ACEA ha reducido este consumo de agua hasta el 15%, el año 2021 lo había hecho hasta un 8%. Por lo tanto, lo que se puede ver más resentido es un perfil de cliente más prémium que pide el agua presentada en vidrio.
La crisis afecta más que la sequía
Pero si miramos la tendencia actual de producción de agua embotellada en Catalunya, ¿qué datos se extraen? Se produce menos. "No nos hemos recuperado todavía de las cifras que alcanzábamos antes de la pandemia, pero la causa no viene motivada por la sequía, sino por la crisis económica y la inflación. No dejamos de ser un producto alimentario y, por lo tanto, las personas también reducen la cesta de la compra por este lado", sostiene Civit. La pandemia castigó duramente la restauración y, posteriormente, la guerra de Ucrania lo ha hecho en el bolsillo de la economía familiar. Así pues, según la Subdirección General de Minas de la Generalitat de Catalunya, en el 2019 se estima que se produjo cerca de 1.870 millones de litros de agua; en el 2022 la cifra llegó a los 1.800 millones de litros de agua; y en el 2023 la cifra se cerró en los 1.780 millones de litros de agua. En total, un descenso de prácticamente el 5% de esta industria.
La otra derivada es la comparativa de consumo de esta industria con el consumo de agua de boca. Si vamos al consumo per cápita, el agua mineral supone 167,8 litros por persona de forma anual. El agua de grifo supone hasta 130 litros de agua por persona de forma diaria. La diferencia es abismal. Hay diferencias obvias: el agua de grifo también sirve para lavar, ducharnos o utilizar aparatos domésticos. Pero también hay un factor cultural. Catalunya importa más agua de la que exporta. Marcas como Evian, San Pelegrino o Perrier también son demandadas por consumidores locales. En cambio, la exportación tan solo se limita a Andorra donde no hay manantiales. Además, otros países como Francia o Italia, arrastran una tradición más fuerte en este sector donde tienen más diversidad y valoración. Desde ACEA recuerdan que el margen económico que tienen las empresas catalanas es muy ajustado, de 1 a 2 céntimos como mucho por cada 20 céntimos que cuesta el litro.
¿Y España?
Y la comparativa también es válida para el resto del Estado español. Según Aguas Minerales de España, preguntados por ON ECONOMIA, "las primeras estimaciones que utilizamos desde la Asociación de Aguas Minerales de España (ANEABE) es un volumen de producción de 6.442 millones de litros en el 2023. Esta cifra refleja una ligera disminución del volumen de producción de agua mineral del -2,3% en el 2023 con respecto al ejercicio del 2022. Así que el Sector todavía está lejos de recuperar los niveles anteriores a la pandemia. En concreto, si hacemos la comparativa con el 2019, estaríamos en un -8,5% por debajo". Nuevamente, la causa la encuentran en la tendencia de consumo y no en la sequía que, de forma global, no tiene las mismas consecuencias.