Las operadoras de telecomunicaciones afrontan un nuevo año marcado por los despidos y la guerra comercial para arañar clientes en un mercado cada vez más reñido. El sector vive de nuevo ajustes para reducir costes en un panorama de estancamiento económico por la caída de ingresos que lleva años afectando a las principales compañías. Tanto es así, que el anuncio del ERE de Avatel ha puesto en alerta trabajadores que temen que se extiendan a otras compañías.
Si en 2023 Telefónica volvió a ser protagonista por el anuncio de un ERE para más de 3.400 personas, este año es Avatel, quinta operadora por número de clientes en España, la que ajustará buena parte de su plantilla. La empresa ha presentado una propuesta inicial para dar salida a 849 trabajadores, en torno al 45% del total, para corregir el "sobredimensionamiento" de su estructura y para poder competir a largo plazo.
Tras la compra frustrada por parte de Lyntia Access para adquirirla por 1.000 millones en 2022, la operadora está en venta con una valoración de 600 millones de euros. Es por ello que las principales organizaciones sindicales se oponen a los despidos y optan por frenar la medida o minimizar lo máximo posible sus consecuencias, pero no solo en Avatel. En este sentido, han hecho un llamamiento a diferentes responsables políticos para avisar de que no es un caso aislado, sino una tendencia que se extenderá en otras firmas.
UGT envió recientemente una carta a la secretaria de Estado de Telecomunicaciones, donde destacaba que, además del proceso en Telefónica, "nos consta que no será el último que se inicie entre las operadoras de telecomunicaciones, siendo bastante probable que no se acometan en condiciones similares". Por ello, pide abordar la situación y un plan para mantener el empleo en el sector tecnológico.
Temor a un desmantelamiento de Vodafone España
Además, el sindicato lamenta estar seguro de que a los despidos de Avatel se sumarán otros pronto, sobre todo si se confirman los rumores acerca de las intenciones de Zegona tras cerrar la compra del negocio de Vodafone en el país por 5.000 millones de euros. Para la organización, el fondo de inversión estaría planteando claramente "un desmantelamiento progresivo de la compañía, con las repercusiones que tendría sobre una plantilla ya muy mermada".
También desde CCOO han instado al ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, y a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que no permitan la destrucción de empleo en la compañía, al menos durante ocho años. "El constante goteo de despedidas entre nuestra dirección y los cambios bruscos en estrategias recién implantadas no permiten a la plantilla salir de su sensación de estar en el abismo, ya en manos de un fondo cuya premisa es reducir el gasto y una empresa matriz ausente desde hace mucho que espera su retorno de capital", explica.
Por su parte, Escrivá ha señalado recientemente "Vodafone se queda en España con una actividad de alto valor añadido en sus centros de innovación", poniendo en valor que una estrategia así supone que "mantiene una parte importante del empleo". El Gobierno dio 'luz verde' la semana pasada a la operación que, a diferencia de la fusión de Orange y MásMóvil para crear el gigante Masorange, no tiene condicionantes, tampoco en el mantenimiento de empleo.
Las grandes operadoras llevan años recortando plantillas
De igual modo, la teleco resultante se ha convertido en la principal operadora del país en número de clientes y, pese a que su consejero delegado, Meinrad Spenger, aseguró durante la presentación de la nueva compañía que no habría despidos, dejó la puerta abierta a los planes de salidas voluntarios.
Tanto estos planes como los expedientes de regulación de empleo han sido una constante en los últimos años dentro del sector. Las plantillas de Telefónica, Orange y Vodafone han protagonizado procesos de reducción de plantillas que han mermado considerablemente la fuerza laboral de las compañías de telecomunicaciones.
Al respecto, según datos de UGT, en 1998 (año de la liberalización de las telecomunicaciones en España) las operadoras daban empleo a más de 96.000 personas, mientras que en la actualidad la suma de las tres principales operadoras cuentan con menos de 25.000 personas en sus plantillas, lo que supone un 74% menos. Se trata de medidas aplicadas en un contexto marcado por la constante transformación digital y el descenso de los ingresos en un mercado cada vez más competido.
Un estancamiento económico y otra guerra comercial en el low-cost
Las grandes operadoras han tenido que hacer frente a elevados costes, mientras que firmas low-cost como Digi han ido apretando el mercado con agresivas ofertas. El estancamiento económico se puede ver en los últimos resultados de Telefónica, cuyos ingresos a penas aumentaron un 1%, o en los de Vodafone España, que recortó las ventas un 1,6% en su último año fiscal. Orange también recortó la facturación un 1,3% en el ejercicio y MásMóvil subió un ligero 3%.
En cambio, la operadora rumana ha logrado aumentar un 24% sus ingresos y un 32% en su base de clientes solo en el primer trimestre del año. Un avance que muestra la velocidad a la que está creciendo en España, en parte también por los aumentos de tarifas que han protagonizado las telecos de mayor tamaño en los últimos meses. No obstante, se empieza a vislumbrar una batalla en el bajo coste para tratar de competir con Digi.
Lowi, marca perteneciente a Vodafone, ha sido la encargada este mes una oferta de servicios de fibra y móvil por sólo 20 euros. La firma de bajo coste será clave en la estrategia de Zegona para competir en este segmento en España y tratar de aumentar la rentabilidad para el grupo. Una situación que puede extenderse a otros operadores virtuales a lo largo del año, desencadenando así una guerra comercial.