Telefónica encara una vez más un recorte de plantilla que afectará a sus tres grandes filiales en España. La teleco inicia así otro proceso de reducción de plantilla después de aprobar el plan estratégico que fija su hoja de ruta para los próximos tres años. El ajuste se dará en medio de luchas por el poder dentro de su accionariado, con la incertidumbre de un sector cada vez más agitado y que clama por la desregulación y con la celebración de su centenario a la vuelta de la esquina. Los frentes abiertos de la empresa que dirige José María Álvarez-Pallete son diversos y el 2024 será un año lleno de retos. Pero hasta llegar a este punto, han pasado décadas de transformación.

Aunque todavía no hay cifras sobre la mesa, el nuevo ERE que la compañía negocia con los sindicatos se saldará con el despido de miles de empleados, que se sumarán a las otras decenas de miles que han ido desvaneciéndose de la empresa en las últimas tres décadas. Y es que, desde que pocos años antes de que se iniciase el proceso de privatización de la compañía, la plantilla se ha visto reducida en casi 60.000 trabajadores.

La primera tarea de Telefónica será acordar con los sindicatos las condiciones del expediente de regulación de empleo y la cifra de trabajadores que se verán finalmente afectados. Desde UGT, sindicato mayoritario, ya han avisado de que cualquier plan de salidas deberá pactarse después de renovar el convenio colectivo que también están negociando.

El actual Convenio de Empresas Vinculadas (CEV) finaliza el próximo 31 de diciembre, por lo que tratarán de llegar a un acuerdo en las reuniones de las próximas semanas. Entre las principales reivindicaciones de los trabajadores está la de reducir la jornada a 35 horas semanales, la mejora del teletrabajo o un seguro dental para la plantilla. En cualquier caso, la figura del ERE para reducir su capital humano supone otra vuelta de tuerca en Telefónica, que desde 2015 ha llevado a cabo tres planes de bajas incentivadas conocidos como PSI.

Anteriormente, la firma española había ejecutado cuatro ERES mediante los cuales salieron de la empresa más de 31.500 empleados, hasta que el último (2011) supuso un cambio en la normativa para que el Estado no asumiera un elevado coste público en plena crisis financiera. Ahora, en esta nueva etapa que inicia la teleco se produce la vuelta al expediente de regulación de empleo. Para explicar cómo se ha llegado a esta situación, cabe explicar las décadas de transformación en Telefónica y en el sector de las telecomunicaciones.

Del monopolio a la extrema competencia

En 2024 cumplirá 100 años desde que se fundó en Madrid durante la dictadura de Primo de Rivera bajo la denominación de Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), participada mayoritariamente por la firma estadounidense ITT. En 1945, durante el Franquismo, el Estado español adquirió el 79,6% de las acciones de la operadora y en 1960 pasó a ser la primera empresa de España, con 32.000 empleados, frente a los 16.000 actuales. 

No sería hasta 1992 cuando la empresa alcanzaría su apogeo, sumando más de 74.000 trabajadores en plantilla. Por aquel entonces, Telefónica acaparaba todo el mercado estatal y no contaba con otras empresas que le hicieran competencia. De igual modo, seguía siendo una empresa de titularidad pública. Una situación que cambiaría en los años siguientes, cuando el gobierno de Felipe González llegó a reducir el peso del Estado en la empresa hasta el 20% en 1995.

Cuatro años más tarde, José María Aznar culminaría su privatización total. Durante esos años, España vivió un proceso de liberalización de las telecomunicaciones que ha seguido su curso hasta la actualidad. Frente al monopolio que vivió Telefónica durante buena parte de su existencia, las últimas tres décadas han estado marcadas por la elevada competitividad del sector en Europa y especialmente en España, donde existe un mercado muy atomizado.

Voces sindicales destacan que en otros mercados, como el estadounidense, tres o cuatro operadores compiten para una población similar que en países de Europa donde hay cientos de empresas intentando ganar cuota de mercado. Circunstancia que, según explican, ha llevado a las compañías europeas a reducir sus ingresos en los últimos años.

Desregulación del sector, inversión en redes y reparto equitativo

Por otro lado, otra de las peticiones que tanto la compañía como los trabajadores comparten es el tema de la desregulación. El pasado 8 de noviembre, José María Álvarez-Pallete volvía a incidir durante la presentación del nuevo plan estratégico (GPS) en el carácter estratégico del sector y en renovar la actual normativa. "El sector es estratégico. Somos la clave de la conectividad del futuro. Lo que no se entiende es que se nos regule con reglas del siglo pasado", apuntó. 

En este sentido, también destacó las diferencias con las plataformas de contenido audiovisual online que han crecido exponencialmente por todo el mundo durante los últimos años. Así, Pallete destacó que empresas como Netflix, Amazon Prime, HBO o Disney Plus "se reparten el mercado" y "ni siquiera se mide su cuota". Por lo que considera que la definición de "mercado relevante" es errónea y se debería actualizar.

La opinión de la teleco española respecto a estas plataformas de contenido y grandes proveedores de servicios como Google o Microsoft es que no contribuyen lo suficiente al mantenimiento de las redes que operadoras como Telefónica despliegan por toda Europa. Es por ello que en diferentes ocasiones ha llamado a un reparto más equitativo, puesto que dichas empresas generan más de la mitad del tráfico en la red.

Asimismo, para los sindicatos la regulación europea se ha centrado mucho en la competencia en precio, olvidando la competencia en infraestructuras o la creación de empleo, lo que ha llevado a una debilidad bursátil de todas las operadoras europeas, especialmente a Telefónica. De hecho, con un número de clientes mucho mayor que STC y una red de fibra más importante, Telefónica vale prácticamente un tercio de lo que vale la saudí que ha entrado en su capital. 

Esta debilidad bursátil, junto con el cierre de centrales de cobre que culminará el próximo año y la finalización del despliegue de fibra óptica, son factores clave que explican en parte el nuevo expediente de regulación de empleo. A esta situación hay que sumar la transformación digital constante en la que la sociedad está sumergida y las nuevas tecnologías que cada vez crecen en menor tiempo, como es el caso de la Inteligencia Artificial y la ciberseguridad, donde parece ser que se pondrá el foco en el corto plazo.