Los últimos días de Venca son tristes e inciertos. Las trabajadoras (mujeres, casi todas) vendieron durante dos días la ropa que les quedaba en liquidación "a un máximo de 5 euros la pieza" en la propia nave industrial de Vilanova i la Geltrú. Otras están en casa y sin cobrar desde enero, sin saber cuándo lo harán a la espera de que se resuelva judicialmente el despido colectivo por liquidación que afecta a la plantilla de 155 personas y que el Fondo de Garantía Social (Fogasa) pague las indemnizaciones. Mientras tanto, algunos clientes han sido fieles hasta el final y "cada día llaman algunos por teléfono para despedirse", cuenta Charo Miranda, delegada de Comisiones Obreras en Venca. El que en su día fue la firma de venta por catálogo de moda de referencia arrastra 81 millones en pérdidas desde el año 2008 (sin contar 2023). 

"Fuimos pioneros en la venta por catálogo y en la venta on-line, pero no nos supimos adaptar", resume Charo Miranda, delegada sindical de Comisiones Obreras que apura sus últimos meses en la compañía. No sabe explicar qué sucedió en 2008 para romper con una tendencia de al menos 9 años ininterrumpidos de beneficios y crecimieto, según los depósitos de cuentas consultados por ON ECONOMIA en el Registro Mercantil. La facturación se multiplicó casi por 7 en 2002 y pasó de bordear los 12 millones a los 80, con beneficios de casi millón y medio. 

Desde entonces, todo fueron ganancias que tocaron techo en 2005 con 2,7 millones de euros y un crecimiento que la llevó a los 138 millones de facturación en 2005. La empresa empezó entonces a decrecer en ventas, pero 2006 y 2007 fueron años plácidos en los que la plantilla sí que creció hasta un máximo de 458 trabajadores en 2007. En 2008, año en que se estalló la burbuja inmobiliaria mundial con la crisis de Lehman Brothers y en que los bancos empezaron a endurecer los créditos, la facturación cayó a 89 millones e inauguró una década de pérdidas con 11 millones. La sangría no había hecho más que empezar. 

 

 

"Recuerdo que nos afectó la crisis: cuando no hay dinero, la gente deja de comprar ropa", recuerda Miranda. La crisis persistió unos años en España y la compra on-line tan solo empezaba asomar la cabeza (Zara inauguró este modelo en 2010 y H&M en 2014). Venca se había adelantado a ellas con venta on-line desde el año 97, pero sin el gancho necesario para que levantara cabeza.

La digitalización en Venca pasó por tres fases: se inició en el 97, más tarde sus prendas se empezaron a vender en Amazon y en 2017 arrancó el marketplace donde vendían sus prendas y también las de terceros. Ninguna de ellas resultó y la caída del papel, como si de una revista se tratara, acabó con la compañía: 9,7 millones en pérdidas en 2009, 5 millones en 2010, 6,4 millones en 2011, 4,3 en 2012...y así hasta el año 2022, cuando la venta de la nave industrial les propició el único año de beneficios, de manera tardía e insuficiente para salvar a la empresa.

Portada de un catálogo. Fotografía: ACN

El encogimiento de las ventas también fue imparable y la facturación se redujo a más de la mitad en tres años, entre 2006 y 2009 (de 132 a 64 millones). Un leve repunte arrancó en 2016, dos años después de que Venca inaugurara un canal on-line, pero fue insuficiente para volver a beneficios y salvar la actividad de una empresa cuyos números caminaban hacia el fin. La plantilla también se redujo de 458 trabajadores en 2007 a 290 en 2014, hasta los 155, la gran mayoría mujeres, de finales de 2023, cuando la empresa anunció el concurso de acreedores e inició el proceso de liquidación, sin que ninguna empresa presentara oferta de compra. 

En ese proceso, la empresa vivió varios cambios de manos. Nació en España a la luz del grupo francés La Redoute, germen del gran holding Kering que hoy es dueña de Saint Laurent o Balenciaga, que en alianza con los supermercados Spar creó la firma en 1976 con el nombre que surge de la contracción de Venta y Catálogo, Venca.  

 

 

En los años 80, la empresa fue comprada por el grupo 3 Suisses, filial de Mulliez, dueños de Decathlon, detalla un reportaje publicado en SModa. De la mano del grupo alemán Otto, los copropietarios franceses abrieron el centro logístico de Vilanova e hicieron crecer la empresa a base de confección a escala y una gran distribución. Pero la crisis financiera, el auge de las grandes marcas de fast fashion y una mala transición al mundo digital, donde nunca tuvo el impacto de aquellos catálogos que corrían por los hogares de media España con Maribel Verdú, Judit Mascó o Victoria Abril en la portada.  

La última compra fue de un grupo de trabajadores y directivos de la empresa, liderados por su hasta ahora director general, Jordi González, en 2017. Decidieron entonces convertirla en un marketplace, sin conseguir sacarla de unas pérdidas que arrastraban desde hace nueve años, con excepción del año 2022, cuando las ganancias fueron debidas a la venta de una nave, antesala del final de la compañía, que entró en concurso de acreedores a finales del año pasado. Los últimos intentos de venta de la empresa y la salida a subhasta fueron fallidos y ahora solo queda la posibilidad de que alguien compre la marca, en liquidación como sus prendas.