Si la empresa catalana de recarga de automóviles eléctricos Wallbox es un unicornio, porque así se denomina a las startups con un valor superior a los 1.000 millones de euros (y a principios del año pasado llegó a los 2.000), su cuerno brilla especialmente cuando sacan pecho del mimo de Biden. "Hace quince días, la Casa Blanca definía a Wallbox como una de las pocas compañías que cumplía la electrificación con un plan fabricado en América y para América", recordaba el CEO de la empresa, Enric Asunción, en la rueda de prensa de valoración de resultados presentados este miércoles. Brilla menos, en cambio, un balance anual con el triple de pérdidas que el año pasado, con el que justifica un Expediente de Regulación de Empleo que costará el puesto a 92 trabajadores y que confirmó tan solo dos días antes de presentar resultados. 

La empresa, en términos de facturación, crece a un ritmo vertiginoso, un 100% hace dos años y un 60% el año pasado. Los últimos resultados muestran una facturación de 167 millones de euros, pero también unas pérdidas de 136,7 millones. El crecimiento del 60% fue "un 28% menos de lo esperado", explicó Asunción, y eso les ha llevado a tomar "medidas de ajuste", porque "cualquier empresa responsable en esas circunstancias tiene que ajustar el gasto", que es la terminología que usan las empresas para referirse a despidos como el que aborda Wallbox. 

La mayoría de estos despidos tendrá lugar en España, donde se encuentran las dos fábricas de Barcelona y alrededor de mil empleados. Pero Wallbox no esconde su intención de potenciar el mercado estadounidense, donde sus ingresos crecieron un 425% el año pasado, más del doble que en España (185%). Tan solo seis meses después de abrir su primera fábrica en suelo norteamericano, en Arlington, Texas, en octubre del año pasado, recibió el beneplácito de Biden el pasado 15 de febrero, como se apresó a hacer público. El porcentaje de ingresos obtenidos en Estados Unidos es ya del 25%, aunque Europa sigue suponiendo el 66% de la facturación de la empresa. 

Fábrica en Arlington, Texas | Fotografia: Wallbox
Fábrica en Arlington, Texas | Fotografia: Wallbox

En el marco del plan NEVI (programa de Infraestructura Nacional para los Vehículos Eléctricos), que busca impulsar la venta de coches eléctricos en Estados Unidos, la administración Biden puso a Wallbox en una lista de 18 empresas en las que confía para garantizar la carga de vehículos en la red de carreteras del país. Como la fábrica estadounidense ya está en marcha, Wallbox cumple también con el requisito de Biden de fomentar empresas que construyen en su propio país. 

La empresa, además, puede beneficiarse allí de la Inflation Reduction Act (IRA), ley de incentivos y prórrogas de préstamos que aprobó Biden para fomentar la transición verde. Wallbox no especificó en rueda de prensa cuánto dinero espera recibir de la administración Biden para llevar a cabo sus planes de expansión, que, por ahora, no prevén contratar personal más allá de los 100 empleados que ya tiene. Wallbox reconoce que la IRA ha "acelerado" el crecimiento de la compañía en Estados Unidos y coincide con la patronal del automóvil y con diversos sectores empresariales centrados en la transición verde en Europa en pedir más a las administraciones para poder competir con el gigante norteamericano.

La crisis de los microchips

"Creemos que es clave que haga algo Europa, porque hay que tener más infraestructuras. Nosotros hemos creado los cargadores ultrarrápidos Supernova y lo que falta es que se amplíen inversiones y se hagan planes parecidos a los de Estados Unidos", lanzaba Asunción, que recordaba que se han visto muy afectados por la caída de ventas de automóviles en Europa. Los 5 millones de euros recibidos por los Planes Estratégicos de Recuperación y Transformación Económica (PERTE) 

"La crisis de los microchips tiene un impacto del 23% en las entregas de coches eléctricos y nosotros dependemos de que se vendan coches eléctricos. En noviembre preveíamos que en 2023 se venderían 4 millones de coches eléctricos en España y hace 60 días esa previsión ha sido reducida en un 23%, se venderán 3,1 millones de coches", aportaba, "y al final, cuando compras un coche eléctrico necesitas un Wallbox". 

Con todo y con eso, Wallbox cree que ha sido "un gran año para la empresa" y prevé un futuro aún mejor. Espera cerrar el primer trimestre con ingresos entre los 35 y los 40 millones de euros, lo que representará un incremento de entre el 25 y el 45% respecto al año pasado, y un crecimiento interanual total de entre el 60 y el 100%, con muchos ojos puestos en sus dos plantas de fabricación fuera de España, la de Texas y la que tiene en China. El mercado asiático, a pesar de que la fábrica china se inauguró en 2020, representa tan solo el 6% de los ingresos, y eso contándolo junto a los países de Oceanía y el Pacífico. 

Al ritmo previsto, Wallbox facturaría el año que viene entre 267 y 320 millones de euros. Teniendo en cuenta que la empresa nació en 2015 con una inversión inicial de 300.000 euros, la pregunta que planea es cuándo llegarán los 1.000 millones de euros de facturación. "Llegará, en un futuro llegará", respondía confiado Asunción, que negaba que la empresa haya crecido demasiado rápido y que de ahí las pérdidas y despidos que ha de plantear. "Hemos crecido a un ritmo que pocas empresas pueden crecer. Pero para crecer a ese ritmo no puedes esperar a que llegue el mes de enero y contratar a todo el mundo. Te vas anticipando a contrataciones e inversiones y el mercado del coche eléctrico se ha visto afectado por crisis que no podíamos prever. Estamos convencidos de que hemos tomado las decisiones correctas", explicaba Asunción. 

"En siete años, hemos pasado de ser dos personas a ser 1.400 en todo el mundo y un líder mundial", presumió Asunción. Nacida en Barcelona en 2015, Wallbox desembarcó en Wall Street en octubre 2021, hace ya un año y cuatro meses. Después de alcanzar su pico en la Bolsa de Nueva York el 12 de noviembre, con un valor de 16,57 dólares la acción, la empresa ha ido reculando y ha perdido un 56% en el último año. Sus resultados económicos, con más pérdidas que facturación, no animaron a los inversores, que la llevaron a perder un 10% de valor en solo un día, aunque después confirmó una recuperación que la llevó a los 5,26 dólares por acción al cierre de este artículo.