Ernest Sánchez es emprendedor e inversor desde hace más de 25 años. A lo largo de su carrera profesional ha cofundado más de 20 compañías, ha invertido en más de 40 y actualmente es socio director de Nuclio Holding y Encomenda Capital Partners. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la UB, Máster Telecom Business Management por la Universidad Politécnica de Madrid, AvMP por Stanford University y Private Equity y Venture Capital por Harvard Business School, hablamos con Sánchez sobre el ecosistema emprendedor, el talento, las nuevas tecnologías y el riesgo a la hora de invertir. ¿Su receta para crear una empresa? "Para hacer pan se necesita harina, agua y sal y para crear un negocio es fundamental el talento, el capital y la capacidad de ejecución".
Es cofundador y socio de Nuclio Holding y de Encomenda Capital Partners. ¿Cómo los definiría?
Nuclio es un ecosistema digital con un venture builder que crea compañías. Lanzamos entre 4 y 6 cada año. Las ideamos nosotros, creamos una base inicial y seleccionamos el talento. Housfy, Minocoders, Kintai y Profes.com serían algunos ejemplos, pero hemos creado una veintena en menos de cinco años, que es todo un récord en el sector. Encomenda, por su parte, es una gestora de fondo. Este fondo de capital riesgo invierte en start-ups desde las fases más iniciales hasta series A. El objetivo es acompañar a los equipos desde las fases más incipientes hasta que el negocio ya está más consolidado.
Nuclio hizo un giro de 180º hace cinco años, en plena pandemia. ¿Cómo afectó la covid-19 en el sector de las start-ups y el ecosistema emprendedor?
Nos ha pasado de todo. Veníamos de unos años muy buenos hasta que llegó la pandemia. Fue un golpe muy duro, no solo para las personas, sino también para toda la parte económica. Si hablamos de inversión, después de la covid-19 hubo una resurrección inmediata, pero fue un efecto pico. Todo estaba latente y había que ponerlo en orden y, cuando parecía que empezábamos a recuperarnos, entraron los problemas geopolíticos y la guerra de Ucrania, entre otros, que comportaron una inestabilidad global.
¿Fue un golpe más duro que la pandemia?
Esta inestabilidad mundial provocó que el dinero fuera miedoso. Además, no podemos olvidar que durante la pandemia no se produjeron operaciones financieras de venta y eso hizo que no retornara la liquidez a los inversores. Los inversores ponen un dinero, invierten en un plazo determinado, calculan que en un periodo se producirán desinversiones y a partir de allí tendrán su retorno. Eso provoca que, si las operaciones se dilatan, muchos inversores, aunque tengan dinero, se esperen más de lo habitual para ver cuáles han sido los resultados de sus inversiones para querer volver a invertir y asumir riesgos nuevos. Con esta desaceleración, el sector ha sufrido. Ahora parece que las cosas están yendo mejor, que los fondos están cumpliendo sus objetivos, que se está levantando dinero y que hay más dinamización, también desde la parte pública. A la larga no sé qué pasará, pero estamos viendo prudencia.
¿También desde de Encomenda?
Nosotros invertimos hasta series A, pero a partir de allí se necesitan más fondos. Han salido algunos, pero faltan más. Considero que hace falta más iniciativa, pero para que estos fondos salgan hace falta dinero, tanto público como privado, pero sobre todo privado. Las grandes corporaciones se tienen que atrever a invertir y tienen que entender que se tiene que diversificar así. El sector de la banca tiene sus propios vehículos de inversión y está muy bien porque se coinvierten, pero animo a que bancos y grandes corporaciones impulsen la comercialización de fondo de capital. Hasta ahora lo han hecho con private equity o fondos más seguros y ahora que hay más demanda por parte de sus clientes, algunas bancas privadas se lo podrían empezar a plantear con una actividad más intensa.
De hecho, una cosa que yo echo de menos es que las corporaciones de aquí son poco activas a la hora de comprar start-ups, de entender que se genera mucha innovación y que habría que generar más dinamismo comprador entre corporaciones y start-ups. Es curioso porque se da en la mediana empresa, que está mejorando el volumen de compra, pero a las grandes empresas todavía les cuesta. Quieren crear departamentos internos, pero yo les animoa que lo hagan. Es un hecho muy necesario y ayuda a dinamizar el sector.
¿Y con el añadido de que en España faltan inversores privados, no?
Inversores privados siempre han faltado aquí. Hay un relevo generacional y se nota que hay gente que tiene más ganas de invertir porque ven que es una buena oportunidad y es un buen activo. Desde el sector público ya se hace, pero hay que estimular más a los fondos privados. El sector público tiene que facilitar las cosas, tiene que poner los medios necesarios para que las cosas pasen. Con la ley de start-ups se han hecho cosas importantes, veníamos de una situación mucho peor, pero no nos tenemos que conformar. Hay cosas a mejorar y ser un poco más valientes como los emprendedores en serie, las stock options y la regularización. Dimos un gran paso, tenemos que conseguir otro. Está muy bien respeto de donde veníamos, pero tenemos que ser más ambiciosos y seguir pidiendo cambios.
¿Qué rol ha jugado y juega la tecnología en los venture builders y las gestoras de fondo?
Nos hemos dado cuenta de que la tecnología nos permite hacer pruebas de manera más ágil y eficiente. Pruebas que antes requerían de grandes inversiones, como hacer un producto mínimo viable (MVP). Ahora, con tecnología, y con la irrupción de la inteligencia artificial, lo podemos hacer de manera más rápida.
¿También se ve en el ecosistema emprendedor?
La inteligencia artificial ha venido para quedarse, pero nos tenemos que preguntar qué es inteligencia artificial y, sobre todo, cómo la utilizamos. Es decir, una cosa es IA para mejorar procesos o para optimizar, como es nuestro caso para lanzar modelos de producto con un coste más eficiente. Pero eso no es IA, sino la aplicación de esta IA. Hay que recordar que la inteligencia artificial ya existía hace muchos años con temas de machine learning y grandes modelos de data, pero ahora se ha democratizado y la vemos en todas partes.
Se ha hablado mucho del talento en Barcelona. ¿Hay? ¿Necesitamos más?
Barcelona es un polo de atracción de talento internacional. Podemos decir que el sol y la playa atrae, pero la ciudad tiene una oferta cultural espectacular, un buen clima y cuenta con mucha innovación, además de sectores muy punteros. Nosotros estamos en el sector digital, que es bastante puntero, pero dentro del ámbito de la salud o la biotecnología hay muchísima investigación. Tenemos el Barcelona Supercomputing Center, centros de investigación y muchas multinacionales que han empezado a desplazar los centros de investigación para estar aquí. Al final es una combinación que atrae y estamos viendo que, de forma natural, los equipos cada vez son más híbridos porque tenemos tanto gente de fuera como gente de aquí. La combinación es muy interesante.
¿Emprender es una alternativa laboral?
Veníamos de una cultura del emprendimiento poco desarrollada. Hay ciudades europeas como París o Londres que nos llevan ventaja en este sentido. Nos estamos poniendo al día aquí y es una tendencia que se está llevando a cabo de forma dinámica y constante.
Con esta mentalidad, ¿también se ha perdido el miedo de fracasar?
Esto es un hecho muy cultural. Cada vez estamos perdiendo más este miedo, pero nos queda mucho todavía para romper este estigma. Hoy en día somos una parte muy pequeña del PIB y de generación de riqueza, pero a la larga estas empresas que están naciendo pueden acabar siendo grandes compañías. De hecho, trabajadores que empezaron en start-ups han dado el salto y han apostado por la innovación y el emprendimiento. Eso es saludable y bueno porque quiere decir que se está generando una cierta escuela y un espíritu emprendedor.
¿Entonces, qué le falta a una ciudad como Barcelona?
Nos falta mucho y tenemos que ser ambiciosos. Nos falta dinamismo en el capital privado, nos faltan fondos en las diferentes fases, desde las iniciales hasta las más elevadas. Además, hace falta una armonización en los procesos de inversión. Con respecto al emprendimiento, diría que se intente más y que se siga emprendiendo. Es una cuestión de repetición, aunque cada vez se ve más.
De hecho, cada vez hay más emprendedores séniores. ¿Qué le parece?
Nos encontramos bastante y lo veo como una cosa muy positiva. No tengo nada en contra de la gente joven que lanza un proyecto, que lo hace crecer y que lo convierte en una gran compañía, al contrario, pero al final hay una experiencia de los séniores que se debe tener muy en cuenta. Mucha gente con 35 y 40 años se está planteando emprender, se atreve, y eso es muy positivo. Si este talento lo juntas con el talento joven se genera uno equilibro muy bueno. Creo que hacen falta ambos perfiles y cada vez nos estamos encontrando más. Nuestros cofundadores no son jóvenes, no tienen 20 años, son de 35 en arriba y eso nos gusta mucho.