De aquí un par de meses hará un año que Jaume Guardiola (Barcelona, 1957) preside el Cercle d'Economia, después de ganar las elecciones a Rosa Cañadas en julio de 2022. La próxima semana, esta influente institución barcelonesa celebra su reunión anual, que empieza justo el día después de las elecciones municipales -y autonómicas en la mayoría de lugares de España. Antes, sin embargo, este lunes, el Cercle dará a conocer una esperada e "importante" nota de opinión, según avanzan desde la institución, que será extensa, "de la que se hablará" y que en el momento de hacerse esta entrevista (martes al mediodía) todavía se estaba matizando para no herir ninguna sensibilidad en plena campaña electoral. Con todo, algunos temas de la nota se deslizan en esta entrevista.
La reunión del Cercle de este año, que empieza en una semana, huye deliberadamente de temas políticos y se centra más en aspectos económicos y geoestratégicos. ¿Por qué?
La reunión del Cercle siempre ha querido levantar un poco la mirada, poner mirada larga en las cosas, ver qué hay detrás de situaciones como la actual, de múltiples crisis permanentes y ante una disrupción muy grande, como la de la tecnología. Ver dónde están las oportunidades. Creemos que viene un cambio geopolítico clarísimo, se está creando un enfrentamiento entre China y Estados Unidos muy basado en la tecnología y hay piezas que están buscando su espacio. Europa es una, claramente. Se da cuenta, como siempre con retraso, que no tiene autonomía de seguridad, energética, industrial, que tiene un gran déficit de materias primas y ve que para jugar en el mostrador del poder global tiene las cartas malas. Y hay otro mundo, el sur global, que siempre dejamos de lado, pero que coge peso y que muchos países son los que presidirán ahora el G-20, como India, Brasil, Turquía, que de alguna manera intentan jugar su papel. El caso del cambio climático es muy claro. Ahora la contaminación viene de los países emergentes, pero el estoc es de los países desarrollados; por lo tanto, es lógico que digan que es un poco cínico "vosotros que nos habéis cargado la atmósfera de CO2 ahora nos digáis que nosotros tenemos que hacer unos esfuerzos supremos que van en detrimento de facilitar nuestro nivel de vida". Estos debates son superinteresantes y lo condicionarán todo. Pero también hablaremos de la vida política actual, tanto de Europa como de España.
Hay un enfrentamiento entre China y Estados Unidos muy basado en la tecnología y hay piezas que están buscando su espacio. Europa es una. Se da cuenta, como siempre con retraso, que para jugar tiene malas cartas
Últimamente, le he oído decir que en Catalunya ha habido problemas de gestión "brutales" y que en los últimos diez años se ha detenido la reivindicación de temas básicos, como la financiación y las infraestructuras.
Cuando hablamos de estos últimos diez años, del proceso de debate identitario -que evidentemente tiene todo el sentido de ser porque es un tema importante- al final ha limitado, digámoslo, claramente la agenda de gestión, y eso acaba provocando carencias muy significativas. Uno es el tema de las energías renovables. ¿Cómo es posible que un país como Catalunya, que fue puntero en inversión en renovables, cuando hace quince años el peso de renovables era un poco inferior al 20% y era la primera comunidad española, pasados quince años siga en este 20%, cuando el conjunto de España está en torno al 50% y sin Catalunya por encima del 50%? No deja de ser una paradoja que cuántos más gobiernos soberanistas has tenido menos soberanía energética, que es una palabra nueva que hemos aprendido. Estamos viendo lo mismo con la sequía: seguramente nos ha faltado inversiones y proyectos... Hemos ido acumulando déficits de gestión o de la centralidad de los proyectos. Y al mismo tiempo, en este salto de pantalla, que muchos dicen, nos ha faltado más reivindicación de los déficits que tiene Catalunya. El modelo de financiación y la inversión en infraestructuras son muy evidentes.
¿A su parecer qué consecuencias tienen estos déficits para Catalunya?
El problema que tienen no es solo que están como problema, sino su acumulación. Más allá de cómo se midan las balanzas fiscales, etc., aparte de que puedas hacer una aportación de solidaridad alta para la renta de tu país, solo con que mires dos únicos criterios, el de ordinalidad y el poder de paridad de compra, que es el coste de la vida (diferente en función de los territorios), la acumulación durante tantos años está provocando en Catalunya un problema de cohesión social. O sea, Catalunya ya no es el país rico que reivindica desde su condición de país rico... No, ya no. Catalunya tiene claramente déficits de servicios públicos porque su población ha crecido de una manera espectacular, pasando de los famosos seis millones a casi ocho, concretamente 7,8. Y eso se ha traducido en unos servicios públicos superestresados por esta necesidad de financiación. Y con las infraestructuras pasa un poco lo mismo. Todo lo que está pasando con Rodalies de Renfe, hablando de personas, o con el corredor del Mediterráneo, yendo al mundo empresarial... Aunque hoy el ritmo inversor parece que existe, el déficit acumulado temporal es tan bestia que la credibilidad que tiene es mínima. Se tendría que hacer un claro sobreesfuerzo para recuperar la normalidad. Y el hecho de haber puesto el foco en la pantalla más identitaria o eje nacional, como le queramos llamar, hace que no hayamos estado aprovechando las oportunidades que siempre te da la suma de escaños para conseguir sencillamente que estos temas se planteen.
¿Cómo ve las instituciones económicas catalanas en este sentido?
El Cercle d'Economia estará en estas reivindicaciones. Estoy percibiendo que la sociedad civil está reaccionando en este sentido. Hay muchas iniciativas, lo veo por todas partes. Mire, cuándo vamos a Madrid, todo el mundo nos pregunta: ¿"se ha acabado eso del procés"? Lo preguntan con muchas ganas...
¿Y usted qué los responde?
Decimos que sí, pero que el problema no. Es decir, si alguien piensa que el procés tal como se concibió, la unilateralidad fruto de un acuerdo muy transversal del mundo soberanista, yo creo que en estos momentos está en vía muerta. Al margen de criterios emocionales, el problema de fondo es que nació con aquello del catalán fastidiado, con un componente de desengaño... Pues las razones de este desengaño o de este enfado están, no han cambiado nada, cero. Desde la famosa lista que se llevó a Madrid, desde la reivindicación del pacto fiscal: todo eso está para darle una salida política. Y aquí hay un punto de consenso. Catalunya necesita también un proceso de escucha y de diálogo interno entre las diversas opciones. Pero si hay un punto de encuentro, donde realmente hay unas mayorías claras y transversales ideológicamente, es con esta sensación de que Catalunya está mal financiada y que tiene un déficit de bienes públicos por una infrafinanciación de infraestructuras.
No hemos aprovechado las oportunidades que siempre te da la suma de escaños. Los planteamientos que sean tienen que ser un poco más transaccionales, decir: "si me necesitas para gobernar, tenemos que revisar esto"
Muchos le dirían ahora, volviendo a lo que usted decía, que esta pantalla ya está superada, que precisamente como eso no ha funcionado en el pasado, con los gobiernos de Pujol, Maragall, Montilla, no hay nada que hacer...
Pero sí que hay nada que hacer, lo vemos con el País Vasco, que tiene el peso que tiene en el PIB, de acuerdo. Pero utiliza cualquier oportunidad que tiene para mejorar su cupo, hasta el punto que los expertos dicen que en vez de aportar, recibe, y le permite unos gastos por habitante que en algunos casos duplica la de un ciudadano catalán, o con diferencias del 50% y del 60%. En investigación nos más que duplican.
¿Con quién habla de Madrid?
Hablamos con todo el mundo. Con el Círculo de Empresarios, con la CEOE, con el mundo político, con los sindicatos...
¿Y los ve dispuestos a afrontar estos déficits?
La respuesta es no.
En ninguno de los ámbitos que dice: empresarial, político, social...?
Yo creo que se ha hecho un abismo que será muy difícil cerrarlo. Por lo tanto, las apuestas se tienen que hacer cuando tengas capacidades para hacerlas y tengas criticidad. Pero está más difícil de lo que estaba. El viejo proyecto del catalanismo clásico, que era la modernización de España a través de Catalunya, aprovechando que éramos la entrada natural, digamos, de las corrientes europeas, este viejo sueño del catalanismo tradicional -no soberanista- es muy difícil de ejecutar porque España se ha modernizado. Madrid es una metrópoli superpotente que compite internacionalmente, que tiene talento y que tiene capacidades. Que tiene momentum, que es esta sensación un poco de que todo va bien, y por lo tanto es muy difícil. Los planteamientos que sean tienen que ser un poco más transaccionales, de decir "si me necesitas ahora para gobernar, pues tenemos que revisar esto".
Volver a la estrategia del peix al cove de Jordi Pujol y del País Vasco.
El peix al cove tiene un tono un poco peyorativo. Para mí es un compromise, que en definitiva es el hecho de renunciar a cosas a cambio de un bien superior, que es el acuerdo. La transacción política es lo más normal del mundo, le podemos decir cómo queramos. Al final es, por los canales de la política, intentar resolver estos temas y también un poco hacer valer tus activos.
¿Cuáles son los activos de Catalunya?
Catalunya y Barcelona tienen una potencia y un posicionamiento estratégico un poco más adaptado a lo que viene económicamente. Madrid descansa mucho sobre el Ibex, sobre las grandes empresas, compañías de servicios, que vienen muchas veces de monopolios estatales de varios sectores, de la comunicación, la energía, la construcción, la banca... y sobre su centralidad. Y Barcelona ha perdido algunas batallas con el procés, sí, como movimientos de sedes corporativas, movimientos también de compañía, como Naturgy... Catalunya ha perdido tracción y eso le ha hecho apostar por el mundo de la digitalización. La Fundación del Mobile trae el control de los hubs tecnológicos que se están montando en Barcelona y tenemos un centenar solo en los últimos años. Eso está creando un ecosistema potentísimo, con mucha importación de talento exterior. Estamos con este doble efecto: entre esta centralización de grandes empresas de Madrid, cerca del Gobierno, con precios regulados... Y, por otra parte, una emergencia de una economía que además, si se acompaña con la reindustrialización que Europa quiere hacer, Catalunya tiene un papel a jugar, porque tiene el 25% de las exportaciones, el 30% de las empresas exportadoras, el 30% del peso industrial, frente a un 7%, 8%, 9% que tiene Madrid. El peso industrial está aquí y este proceso de reindustrialización con los Next Generation puede ser un elemento tractor también por Catalunya. Esta mezcla de nueva economía, de industria y de tejido empresarial catalán, que es superpotente, yo creo que es un buen posicionamiento de cara al futuro. Si nos quitamos un poco el pesimismo de encima, si nos ponemos todos a remar un poco, si las administraciones ayudan, que yo creo que tienen ganas...
¿Se refiere a las catalanas?
Sí, veo las ganas que tienen de ponerse y la voluntad, creo que vienen tiempos de oportunidad y lo que tenemos que hacer un poco todos es apostar por eso. El posicionamiento de Catalunya no es malo, solo la presencia de los nómadas digitales, la concentración que está habiendo... Muchos de los problemas que vemos en Barcelona de vivienda tienen a ver con que hay una población que está ocupando una parte significativa de los alquileres. La proyección internacional que viene y que, al no haber más oferta, provoca un efecto expulsión de la gente local. Todo eso es consecuencia de que la ciudad está vibrando. Esta dualidad de haber perdido algunas carreras, hablo de grandes empresas, también nos abre el espacio a algo que yo creo que en términos de crecimiento tiene más potencial que en el mundo Ibex y grandes compañías de servicios. Esta es un poco mi valoración, poco comprobada científicamente, pero el feeling que uno puede captar de la sociedad catalana.
El peso industrial está en Catalunya, no en Madrid. La mezcla de nueva economía, de industria y de tejido empresarial catalán, que es superpotente, es un buen posicionamiento de cara al futuro
Dice que Catalunya ha perdido tracción a nivel económico. También ha sido así con respecto a grandes instituciones de la sociedad civil económica, como el mismo Cercle, Foment, con menos peso en la CEOE, la Cámara, politizada...?
Cada casa es un caso, pero creo que la sociedad civil está viva. Quizás está en mutación, hemos pasado de una sociedad civil económica muy alineada con una pequeña burguesía, que es un poco la que ha hecho esta ciudad y ha construido este país, a un cambio en el binomio empresa-empresario. Muchas empresas ya no están en manos de familias, hay familias que han vendido la empresa y que han hecho un family office y ahora son inversores. En el mercado ha aparecido una nueva clase, el mundo de los fondos y de los gestores. También está el mundo startupero de los ejecutivos que empiezan una aventura... Hay un cambio de fisonomía de la sociedad civil y yo creo que en general todos los actores de esta sociedad civil están un poco en mutación. Hay piezas nuevas, como Barcelona Global, dedicada a atraer talento y con un gran éxito como la Copa Amèrcia o FemCat, que reúne a los empresarios con visión de país, junto con las clásicas, como la Cámara. Efectivamente, ha estado muy ideologizada pero también lo he visto evolucionar desde un boom inicial donde todo estaba muy declarativo, hacia buscar cómo hacer un determinado servicio. La sociedad civil está viva, pero también he visto a las instituciones del país muy estresadas porque las hemos movido del circuito legal y eso tiene unos efectos. Por lo tanto, creo que estamos todos un poco en fase de reconstrucción, pero veo Catalunya con momentum.
La vocación del Cercle es europeísta y antes hablaba del papel de Europa, que se despierta tarde y tiene malas cartas en el mostrador internacional. ¿Cuáles cree que son los principales retos?
Tiene retos demográficos importantes. Tiene un estado del bienestar que es costoso y que no está alineado con el crecimiento. Europa tiene un porcentaje del PIB mundial de entre el 15% y el 20% y el peso del estado del bienestar mundial es superior. Y este gap nos forzará mucho si no somos capaces de mejorar la productividad y la competitividad de la economía europea a nivel global. Son problemas que tenemos y que son de fondo. Y son de los que queremos hablar mucho, en la nota [que se publicará este lunes] y en la reunión de la semana que viene. Ahora podemos tener la sensación de que la economía ha respondido bien, se acerca mucho más a las previsiones preguerra, todos esperábamos un ajuste de la economía profundo, primero en otoño y después durante los primeros meses del 2023. La realidad es que el comportamiento del empleo es bueno, el consumo está defendiéndose bien. También es verdad que había un ahorro acumulado por el covid. Pero cuando levantas un poco la mirada, ves que los retos del continente son muy grandes. Hemos hecho de la deuda, por ejemplo, un componente intergeneracional. Estás dejando una bola de la cual se tendrán que hacer cargo las nuevas generaciones. Soy optimista con Catalunya y con Barcelona pero cuando levantas la mirada y voces hacia donde va el mundo... La situación de Europa nos obliga a reformas, a tomarnos muy seriamente la mejora de la productividad. Si tú analizas un poco los últimos años España y Catalunya, vemos que los últimos veinte años confiamos mucho en el boom inmobiliario y después, la demonstada del boom tuvo unos costes sociales tremendos. Y en el fondo hemos pasado quince años en que la evolución no ha sido buena, comparada con los quince anteriores, que fueron los de la convergencia hacia Europa, los fondos comunitarios, la sensación de que realmente habías recortado el gap de productividad. Esta es la reflexión profunda que tenemos que hacer.
La situación de Europa nos obliga a reformas, a tomarnos muy en serio la mejora de la productividad
¿Es igual de optimista con Barcelona como lo es con Catalunya? Parece un "todos contra Colau".
Yo no lo veo así. Está habiendo una campaña que, con mi entender, es buena porque se está hablando de la ciudad. Y al final ciudad es gestión. Te levantas por la mañana y es lo más parecido a una empresa del sector público: unos señores que tienen que hacer la recogida de basura, unos policías que tienen que velar por el orden público, unos bomberos que tienen que estar preparados por si pasan cosas. Una ciudad es como un tendero que levanta la persiana cada día de su vida y, por lo tanto, es muy bueno que el debate esté muy concentrado en las ideas de ciudad. Hay una coincidencia con la vivienda, que es un drama, donde los precios de los alquileres han subido muchísimo. Lo que cambia mucho es la manera de resolverlos y eso depende del sistema de incentivos. Y creo que muchas veces, voluntades de solucionar problemas estructurales, si los incentivos no los pones bien puestos, cuando opera después el mercado no responde a lo que tú pretendías. Yo creo que eso ha pasado bastante en Barcelona. Pero veo que los planteamientos que se hacen son coincidentes: todo el mundo quiere una ciudad más "pacificada", que se dice ahora, menos contaminada, más zonas verdes, con menos uso del vehículo privado. El cómo hacerlo, cómo encontrar los consensos, o cómo adaptar los ritmos, si no se presentan alternativas... Tienes que conducir a la ciudadanía hacia un objetivo pero tienes que dar alternativas, si no, se hace complicado. El déficit de Rodalies o la falta inversión en infraestructuras básicas son un hecho, es difícil cuando se pasa la pelota a los ciudadanos. A veces está la sensación de que las instituciones no están al servicio de los ciudadanos, y les tienen que hacer la vida el más cómodo posible. Ha faltado un poco eso.
Tampoco nos ponemos de acuerdo con el aeropuerto.
Barcelona es una joya que hemos heredado de nuestros antepasados, de generaciones pasadas, y que a veces no sé si nos la merecemos. Yo soy de la generación de los Juegos Olímpicos, fui voluntario. No sé si la generación actual está a la altura de la de sus predecesores. Se tiene que pensar así: que heredas una posición geográfica, con un nivel cultural, con una fuerza espectacular y, hombre, tienes que saber cuidarla y hacerla crecer bien. Y yo creo que eso es lo que nos tenemos que autoexigir los que hoy tenemos alguna responsabilidad a la sociedad civil, en el mundo económico o mundo público. Tenemos que estar a la altura de nuestros antecesores. Cuántas cosas que hicieron ellos ahora serían factibles. Y el aeropuerto es un ejemplo. El aeropuerto de Barcelona es un pequeño milagro: con una finca pequeñísima de quince kilómetros cuadrados se ha hecho una pieza que juega internacionalmente y que ahora tiene la opción, todos coincidimos, de que necesitamos más vuelos intercontinentales. La finca de Barajas tiene más de 90 kilómetros cuadrados, es igual de grande que toda la huella de la ciudad de Barcelona, ancha es Castilla. Este es nuestro competidor. En el Baix Llobregat, en cambio, tenemos uso residencial, uso terciario, uso agrícola, medio ambiental, aeroportuario... ¡Es orfebrería! Y esta orfebrería la tenemos que saber gestionar bien y ver las oportunidades. En el debate del aeropuerto creo que tenemos la oportunidad de dar en este espacio multiusos del Baix Llobregat una salida mejor financiada y mejor mantenida. Eso es como lo veían las generaciones anteriores: en torno a Barcelona movieron un río, hicieron un área logística como la Zona Franca, un puerto... extraordinarios. Todo eso se ha hecho y nosotros tenemos que ser capaces de estar a la altura.