La emergencia climática y la guerra de Ucrania (ante la voluntad de no depender del gas ruso) han acelerado las oportunidades económicas de las energías renovables. Y España, con sol, viento y una industria potente sobre todo de energía eólica, saca pecho de sus avances. Pero más allá de las fotos de los dirigentes políticos con casco y turbinas, no todo el viento sopla a favor. Juan Virgilio Márquez (Madrid, 1973), director general de la patronal Asociación Empresarial Eólica, lo sabe bien y apunta, además de las fortalezas, las dificultades que afronta el sector.
La difícil rentabilidad de las constructoras de parques por los elevados costes (que han costado cientos de empleos en España en los últimos años), la competencia fuertemente subvencionada china y el desequilibrio territorial, con pésimo rendimiento catalán, son algunas de ellas. Pero, además, explica este ingeniero en telecomunicaciones madrileño con 25 años de experiencia en el sector, un exceso de renovables de poco sirve si la demanda eléctrica no aumenta y esto solo puede suceder descarbonizando sectores donde el gas y los combustibles fósiles resisten, como la movilidad o la climatización doméstica.
La Comisión Europea ha anunciado esta semana una investigación contra fabricantes chinos de eólica por desembarcar en España con subvenciones de su país. ¿Es algo que preocupa al sector?
Sí, hace tiempo que pedimos este tipo de investigaciones e intervención. Se dio una tormenta perfecta porque la recuperación del covid al unísono de todos los países trajo consigo un aumento de los precios y también de los plazos de entrega. El cumplimiento de contratos se complicaba y el fabricante tenía que absorber pérdidas por sobrecostes asociados a la materia prima. En ese momento la industria china quería abrir mercados y Europa ofrecía menos barreras que Brasil o Estados Unidos, que tienen más protegido el contenido industrial local. El mercado europeo era el que más prisa tenía por incorporar eólica a su mercado, lo que se mezclaba a la vulnerabilidad financiera de las compañías industriales.
¿Y qué ofrecen para que no se pueda competir?
Pues básicamente, unas ofertas y unos descuentos de hasta el 40% con carencias de pago de hasta dos años. O sea, yo encargo una máquina y no pago hasta de aquí a dos años. Contra eso, la industria europea no puede competir y lo consiguen porque tienen un apoyo financiero del estado que no existe en ningún otro país. Fabrican allí y se expanden aquí.
La eólica china ofrece grandes descuentos de hasta el 40% y hasta dos años de carencia de pago gracias a un apoyo financiero del Estado que no existe en ningún otro país.
¿Esto mejoraría si Europa aprueba algo parecido a la IRA (Inflation Reduction Act), que promueve que las empresas tengan sedes y fábricas en su país?
Sí, existen dos estrategias: una es la incentivación fiscal por llevar fábricas al país, que lo hace más competitivo y más rentable. Europa no suele trabajar en ese ámbito. Y otra es la cohesión industrial de la cadena de valor, que hay países que promueven y países que no. Europa está muerta si quiere competir en la eólica como si fuera una commodity, sin poner foco en la cadena de valor. Esta enfoque en los precios es uno de los responsables de que haya habido tantos despidos y pérdidas en el sector en los últimos años. Pero la industria china tiene una estrategia que es abrir en un país, desplegarse en él con ayudas institucionales y después de quedarse con el mercado deslocalizar las fábricas hacia otro tercer país, que es lo que pasó con la fotovoltaica.
¿Esto se aplica a otros sectores industriales, como por ejemplo la automoción o las baterías eléctricas?
Sí, es una filosofía habitual de estas empresas industriales chinas. Quien piense que abrir una fábrica china en Europa es desarrollar empleo local está equivocado: es pan para hoy y hambre para mañana. Las marcas europeas tienen que liderar el mercado y no perder el tren de liderazgo.
¿Y esto puede suceder? Hay muchas políticas de incentivo a la industrialización verde, europeas, pero siempre se apunta a que Estados Unidos lo está haciendo mucho mejor.
En Europa falta cohesión, todo es mucho más complicado porque hay estados que van por separado. En junio de este año se va a aprobar la ley Industria Zero Act europea, pero para hacerse una idea de las diferencias: la IRA estadounidense tenía 50.000 folios cuando se aprobó, mientras que la Industrial ACT tiene 36. Lo que necesita la industria es ese nivel de detalle de Estados Unidos y a Europa, si llega, llegará tarde. En diciembre sale una carta europea de la eólica, que España es el primer país que firma, con el compromiso de 36 estados y 300 empresas para impulsar esta industria. Pero no es vinculante. Debemos garantizar que el precio no es lo único importante a la hora de producir eólica y que existan mecanismos de precalificación, que no todo el mundo pueda operar con eólica.
El precio no puede ser lo único importante a la hora de producir energía eólica.
¿Por qué Catalunya está tan estancada en energías renovables?
Las diferencias entre territorios tienen que ver siempre con la colaboración de las administraciones y la aceptación del territorio. Lo que ha marcado la diferencia entre los 10 años de media de desarrollo de un proyecto en Catalunya y los 3 de Aragón son las políticas regionales y la oposición de municipios. Catalunya es uno de los lugares donde ha habido más oposición del territorio a los parques.
¿Y el sector no hace autocrítica de no haber conseguido que el territorio haga suyo estos proyectos?
Sí, claro, hay promotores que saben cómo trabajar y otros que cumplen la ley y ya está. Debemos avanzar en prácticas que vayan más allá y que los territorios se sientan parte de las renovables. Pero también es cierto que estamos en emergencia climática y que las renovables no pueden esperar.
¿Debe Catalunya de estar preocupada por su retraso?
Sí, claro, los parques eólicos no se hagan en Catalunya se harán en otro lugar. Hay 22.000 MW de eólica con Declaración de Impacto Ambiental positiva en España, solo 370 en Catalunya y 30.000 MW instalados,1.300 de ellos en Catalunya. Eso sitúa a España en el camino hacia los planes del PNIEC de tener 50.000 MW en 2030. Los desequilibrios territoriales llevarán a que se evacue energía de Aragón a Catalunya y eso genera otros problemas. Catalunya necesita generar energía renovable de proximidad y de dimensiones, igual que tiene una central nuclear. Concentrar las renovables en unas comunidades y no tener en otras obliga a unas líneas de alta tensión que generan otros problemas.
Lo ideal es que Catalunya genere sus propias renovables y no que se evacue de Aragón, eso genera otros problemas.
¿Entonces están en contra de la línea de Muy Alta Tensión de Aragón a Catalunya?
Nosotros no nos manifestamos sobre sectores concretos. Si Catalunya tuviera atractivo para renovables como Aragón, esto no ocurriría. Las oportunidades están donde están, aunque lo ideal sería una generación y consumo de proximidad. La Mat también genera oposición en el medio ambiente y no genera el empleo que genera un parque eólico.
La subasta por la eólica marina está sufriendo muchos retrasos. ¿Pone esto en riesgo las inversiones?
Preferimos mirar en positivo hacia la oportunidad que tenemos. La eólica flotante aún no es competitiva como el resto y, por las altas profundidades marinas alrededor de España, debemos hacer eólica flotante y no anclada al fondo marino. Este debe ser el año en que se convoque la primera subasta, eso sí, y aun así será muy difícil que lleguemos a las previsiones de 2030. España tiene una industria naval y un sector eólico muy potente con compromisos para fabricar en Europa y otros países. Y si no aprovechamos este año la industria que tenemos en eólica flotante, lo aprovecharán otros países.
Este año debe ser el de la subasta de la eólica marina. Si no, otros países aprovecharán el potencial industrial de España.
Me ha dicho antes que no comentan casos concretos, pero la crisis de Gamesa es muy relevante para el sector. ¿Cómo ven el posible rescate del Gobierno español?
No nos podemos posicionar, nosotros solo esperamos que las industrias en su conjunto tengan una salud financiera lo antes posible para volver al mercado igual que antes de la crisis.
¿Qué salud tiene el sector eólico español?
Tenemos toda la cadena de valor en España y eso es una fortaleza pero cuesta articularlo. Hemos encadenado trimestres consecutivos de pérdidas de todos los fabricantes europeos pero han aguantado porque tienen una gran capacidad financiera y un portfolio enorme. Caminamos hacia un gran futuro y tenemos muchas oportunidades. España es el sexto país del mundo en patentes eólicas y el 3o de la Unión Europea. Pero tenemos que mejorar el ritmo de tramitación: la batalla es la capacidad administrativa, que sea ágil y lineal.
La demanda eléctrica debe aumentar y hay que electrificar sectores como la movilidad y la climatización doméstica.
¿Cuál es la principal preocupación?
Sin duda es que aumente la demanda eléctrica. Debe aumentar la electrificación de la economía, sobre todo en los sectores de la climatización doméstica y la movilidad, que deben descarbonizarse, ya que la industria tiene algunas limitaciones. Si no, vamos hacia un escenario de sobreinstalación de renovables sobre la demanda, con precios cero y negativos que no son adecuados.