Clásicos de toda la vida, novela policiaca, erótica y rosa, realismo mágico, libros de autoayuda y rosas protagonizarán este domingo la jornada de Sant Jordi. Pero en las paradas y librerías hay lugar también para la economía. Y ahí intentará sacar la cabeza el best-seller de los economistas Michael Pettis y Matthew C.Klein, 'Las guerras comerciales son guerras de clase', escogido como uno de los libros económicos de 2020 por Financial Times y traducido el año pasado al español en la editorial Capitan Swing. Profesor de finanzas en la Universidad de Pekín y dueño de un sello de música independiente, Michael Pettis (Zaragoza, 1968) es un trotamundos nacido en España de madre francesa y padre estadounidense que creció entre Perú, Pakistán, Marruecos, Haití y España. A finales de los 90, estaba cansado de trabajar para un gran banco estadounidense y se fue a China, uno de los países que le quedaban por descubrir, donde se instaló como profesor cansado de su trabajo de asesor bancario y tras haber estudiado en Columbia. También abrió un bar de conciertos de rock alternativo. Comparte por videollamada sus puntos de vista a contracorriente de la hegemonía liberal en el debate económico. Cree que es hora de que la palabra competitividad deje de ser sinónimo de sueldos bajos.
¿Qué quiere decir con que las guerras comerciales son guerras de clase?
Lo primero es dejar de pensar es que lo que ocurre en tu país solo afecta a tu país. Durante la crisis financiera de 2009, mucha gente en Europa empezó a decir que la crisis en España tenía que ver con que trabajaban menos que en Alemania, echaban siestas, no ahorraban...Estos estereotipos culturales no tienen sentido. Los ahorros españoles colapsaron al mismo tiempo que Portugal, Grecia e Italia y no tiene sentido pensar qued todos esos países se volvieron vagos al mismo tiempo y que los alemanes se volvieron de repente ahorradores.
Entonces, ¿qué pasó?
En Alemania, en el año 2003, las reformas laborales empezaron a hacer que cayeran los ingresos familiares. Antes, los ingresos y el PIB crecían al mismo ritmo. Al bajar los salarios, bajó el ahorro de los alemanes y con parte del ahorro de los alemanes se financiaba el crédito en España. En los años 90, costaba conseguir una tarjeta de crédito en España y en los 2000 ya no era así. Los españoles recibían préstamos e hipotecas y se sentían más ricos. Y después eso acaba. Puedes decir que eso pasó por el mal comportamiento español, pero también porque las empresas alemanas pagaban menos a sus trabajadores. El punto del libro es que no puedes controlar los factores que afectan a tu economía.
Parte de la crisis española de 2009 tiene que ver con que las empresas alemanas empezaron a pagar menos a sus trabajadores.
¿Cómo acabó usted viviendo en China?
En el año 99, estaba trabajando para un gran banco de Wall Street gestionando la emisión de bonos de los gobiernos latinoamericanos y grandes empresas. Estaba un poco aburrido de mi trabajo y decidí irme a China porque no conocía nada de ese país. Mientras trabajaba en Wall Street, estudiaba finanzas e historia económica en Columbia, así que estaba capacitado para trabajar como profesor en la Universidad de Tsinghua, donde esperaba estar dos años. Después me pareció fascinante vivir allí, empecé a dar clases en otras universidades y, además de hacer consultoria para grandes negocios e inversores, creé un bar musical que es hoy conocido como el lugar donde nació la escena underground de la música china. Ahora llevo 21 años aquí, sigo como consultor, como profesor y he creado mi propio sello musical.
¿Cómo ve el momento económico de China y cómo nos debe afectar?
Las cosas irán a peor antes de ponerse mejor. Mientras la economía vaya mal, seguirán creciendo los movimientos racistas y de extrema derecha, antiinmigrantes, tanto en China, como en Europa como en Estados Unidos. En China será un buen año porque acaba de recuperar su normalidad y la gente va a gastarse todo lo que ahorró durante la pandemia. Pero fuera de eso, los grandes superávits comerciales de China indica que no va tan bien. Si tienes buenas exportaciones, y China aun las mejorará por sus subsidios, tendrías que tener buenas importaciones. La producción de China crece mucho más que su consumo y ese superávit comercial no es bueno para su propia economía. Los países lo tendrán siempre fácil para importar productos de China, pero no tanto para exportar allí. España puede hacerlo con comida, por ejemplo, pero difícilmente podrá competir con un mercado tan subsidiado como el del automóvil en China.
En Europa la industria presiona ahora para conseguir subsidios como los que Estados Unidos ha concedido a la electrificación y sostenibilidad. ¿Es ese un buen camino?
Yo no soy un gran aficionado de los subsidios, pero está claro que en un mundo donde unos países subsidian a la industria y otros no, se acentúa la desigualdad. China es el país con los subsidios más altos del mundo, muchos de ellos a infraestructuras que no son productivas, pero también muchos a fábricas que sí que lo son. Hay quien dice que los subsidios no son muy estadounidenses, pero eso no es verdad, a finales del XIX tuvimos una política de subsidios que luego copió Europa. Creo que Estados Unidos y Europa están yendo en este camino y les dará frutos. Pero para Europa, y especialmente para países como Alemania o España, será muy difícil competir con la industria del automóvil de China.
Usted defiende subidas generales de salarios para promover el consumo en un momento en que lo que parece asustar es que la Inteligencia Artificial amenace a muchos de los trabajos.
La idea de que el avance tecnológico genere desempleo es vieja y no es cierta. Puede hacer a los trabajadores más productivo. Si se les paga por el crecimiento de la productividad comprarán más y la gente tendrá más empleo. Lo normal es que aumente el empleo. Lo que pasa es que en un mundo globalizado los salarios no crecen tan rápido como la productividad. Los trabajadores producen más y más pero sus salarios no crecen igual.
¿Y cómo lo solucionaría?
La desigualdad de salarios es algo difícil, pero hay que redistribuir la riqueza. Los ricos no consumen tanto como los pobres en porcentaje a sus ingresos. O sea, si le quitas dinero a un pobre y se lo das a un rico, el consumo del pobre cae, pero el del rico no aumenta demasiado. En términos de países, tú puedes defender que la desigualdad salarial es buena para los países en desarrollo, porque necesitan que haya ahorros e inversión de las empresas para crecer. Pero en los países desarrollados, los superávits empresariales y la desigualdad salarial no tienen ninguna ventaja para nadie. El crecimiento de ahorro de las élites produce salarios más bajos entre los trabajadores, más deuda y más desempleo.
¿Y la fórmula de redistribuir la riqueza cuál es?
Una fórmula que se me ocurre es penalizar los superávits comerciales. Si un país tiene un crecimiento sostenido del superávit comercial no es porque seas buen productor, sino, en muchas ocasiones, porque tienes bajos salarios. Hay que equilibrar los salarios y los beneficios y dejar de competir por los bajos salarios, un cambio completo de la economía y de la globalización que no haga a un país más competitivo por tener sueldos más bajos. Tú puedes tener un superávit por un año o dos, pero si tienes superávits sostenidos significa que tus salarios son demasiado bajos, porque estás ganando mucho más que tus trabajadores. Cuando exportas más de lo que importas, es que tu consumo no es suficiente y por tanto tus salarios son diferentes. Mi propuesta es, como la que hizo Keynes en el año 44, que los países con superávit comercial tengan que pagar una especie de multa, una tasa. Así, países y empresas se preocuparán de aumentar sus sueldos para reducir sus superávits.
Mi propuesta es imponer una multa a los países con superávit comercial para que los países y las empresas se preocupen de subir sueldos
Pero un aumento de sueldos y de consumo en plena emergencia climática, ¿no es peligroso para el planeta? A mayor consumo, mayor contaminación.
Consumo no significa contaminación. Simplemente significa un mejor nivel de vida. La forma de abordar la contaminación es aumentar el costo de los precios de la energía sucia o limitar la disponibilidad del uso de energía sucia. Cuando esto suceda, la gente gastará menos de sus crecientes ingresos en productos que contaminan y más de sus crecientes ingresos en productos y servicios que no contaminan. Por ejemplo, pueden gastar más dinero en alimentos más saludables, mejores servicios médicos y de cuidado infantil, masajes y cuidado personal, mejores vacaciones, más música y teatro, una gama más amplia de educación, etc. Es posible que los ingresos y el bienestar de las personas aumenten incluso cuando la contaminación disminuya en la medida en que las personas gasten más dinero en servicios y menos en productos que consuman energía sucia.
¿Y cree que las empresas estarán dispuestas a cambiar las reglas del juego?
Lo tienen que hacer los estados, no las empresas. Para las empresas lo más fácil es cambiar de país, no de normas. La mayoría del déficit comercial está concentrado en pocos países: Estados Unidos, Reino Unido, España, Francia, India, Turquía. Si esos países se ponen de acuerdo para cambiar las normas y deciden poner barreras a los superávits, el resto de países se tendrán que adaptar. Porque sin países con déficit no hay países con superávit comercial. Existen las ideas de la globalización de que el capital tiene que moverse libremente, pero creo que no, que hay que controlar el flujo de capital. Si no, saltamos de burbuja en burbuja.
Hablando de burbujas ¿cree que hemos superado la crisis bancaria desatada por Silicon Valley Bank y Credit Suisse?
A los economistas les suele gustar hacer predicciones, pero a mí no. A no ser que estés dentro de las estructuras bancarias, no puedes saber qué va a pasar. Por definición, estas crisis financieras son siempre una sorpresa, y existe un riesgo inherente al sistema bancario.
Usted trabajó en Credit Suisse, ¿vio prácticas que le preocuparon?
Trabajé en First Boston en la época que Credit Suisse lo compró. Credit Suisse era un banco muy tradicional, respetado por aquel entonces. Pero los rumores que me han llegado después son de un banco que se preocupaba mucho por ganar dinero pero muy poco por cómo lo ganaba, y cayó en muchas malas decisiones y estafadores que han propiciado su caída de valor.
¿La incertidumbre por esta crisis reciente debe afectar a nuestra economía?
Durante unas semanas, los bancos serán más cautos a la hora de prestar dinero. Tomarán muchas precauciones y eso puede afectar al consumo, porque si quieres comprar un coche y el banco no te presta dinero, no lo compras y la economía se contrae. Pero una vez se recupere la normalidad, no debería de afectarnos.
Si una empresa cae, afecta a sus trabajadores, proveedores y clientes. ¿Por qué, en cambio, si un banco cae todo el mundo tiembla?
Está en el corazón del sistema de pagos. Lo vimos con Silicon Valley Bank. Si el banco cae, las empresas que tienen su dinero allí caen y sus trabajadores ya no pueden ir a los restaurantes, por tanto ponen en peligro a muchos otros negocios. Por eso fue una imprudencia de Silicon Valley Bank depender tanto de depósitos calientes de empresas que pueden tener 50 millones de dólares allí y a la mímina que ven un riesgo sacan el dinero. Por eso es mejor para un banco tener clientes diversos y gente común, que saca su dinero a un ritmo más lento. Las crisis bancarias son por definición inesperadas, aunque es cierto que estamos mejor preparados que en 2008. Hyman Minski, mi economista preferido, dijo que el sistema bancario tiene un riesgo inherente a su existencia y que en vez de eliminarlo, que es improbable, debemos aprender a lidiar con él.
Existe un riesgo inherente al sistema bancario y, en vez de eliminarlo, que es improbable debemos aprender a lidiar con él
¿Pero cómo podemos depender menos de ellos? Porque yo no tengo culpa de las malas decisiones de Credit Suisse.
Hay quien dice que cuando se cree una moneda digital que permita a los ciudadanos tener su dinero en los bancos centrales, esto cambiará. Ya no dependes del rumbo de un banco en tu economía cotidiana. También hay quien habla de convertir los bancos en negocios muy aburridos, como son las eléctricas, y que solo se les permita invertir en bonos muy seguros de estados, así cuando tú quieras tu dinero siempre lo tendrán disponible y no estarán invirtiendo en capitales de riesgo. Estamos repensando qué necesitamos para el sistema bancario, pero suele ser necesaria una gran crisis para repensar las cosas.
¿Pero realmente somos más fuertes que en 2008 como dicen expertos e instituciones, porque hay más liquidez?
Sí, eso es verdad, y en parte tiene que ver con la pandemia, que nos dio mayor liquidez. No podíamos gastar el dinero y lo dejamos en el banco, pero ahí también está parte de la raíz del problema, porque los bancos vieron crecer los depósitos y asumieron riesgos, especularon con los tipos de interés y ese fue uno de los problemas de Silicon Valley Bank.
Hay dos preguntas que se hace el común de los mortales cuando hay una crisis bancaria como la reciente, más allá de entender las causas. La primera es: ¿debo preocuparme?
Bueno, tienes que tener mucho dinero en el banco para preocuparte, porque si tienes poco dinero en el banco existen los fondos de garantía que te devolverán lo que puedas perder por la quiebra de un banco. Así que en principio la mayoría de gente no debería preocuparse.
Y la otra es: ¿Qué hago con mi dinero para que esté a salvo?
El fenómeno que estamos viendo en Estados Unidos, y también en Europa y en España, es la compra de bonos del tesoro y es lo más seguro. Te devuelve un interés mayor que la inflación y tiene un riesgo muy bajo. Pero aun diría más: si vives en España, deberías invertir en los bonos de otro estado. Lo digo no porque las letras del tesoro en España sean peores o de mayor riesgo, sinó porque si vives en España tu vida, tu trabajo, ya están expuestos a la economía española. Si inviertes en letras del tesoro, estás doblemente expuesto a ella, porque también tus ahorros lo están. Si inviertes en otro país, no estás apostando toda tu vida y tu dinero a una carta.