El consejero delegado del grupo Raventós Codorníu, Sergio Fuster (Gandía, 1974) ha superado sus primeros mil días al frente de la compañía bodeguera más antigua de España y entre las de más solera del mundo, con más de 450 años de historia y viñedos en propiedad desde 1551. Llegó de la mano del fondo de inversión Carlyle, en julio de 2020, y ha orquestado sus intereses con los de la familia fundadora, que aún posee el 32% del capital. Fuster ha lidiado con un grupo de 15 bodegas, 13 de ellas en territorio español, una en Norteamérica y otra en Argentina, sin temerle al champán ni a los vinos más prestigiosos del mercado internacional, al centrarse en dos objetivos: valor y sostenibilidad. Pendiente estos días del éxito de las ventas en la campaña de Navidad, Fuster se precia de haber alcanzado un hito: el 100% de los cavas de Codorníu ya son ecológicos.
¿Qué balance hace de estos tres años dirigiendo el grupo Raventós Codorníu?
El balance es muy positivo; realmente el vino español y sobre todo el cava tiene unas perspectivas de futuro muy interesantes. El cava que bebemos ahora es probablemente el mejor que se ha bebido en la historia, porque en las últimas décadas se ha sofisticado mucho la selección, la calidad, el envejecimiento... Esto ha hecho que la percepción del consumidor nacional e internacional esté evolucionando hasta el punto que es evidente que no tenemos nada que envidiar al champán, que además está posicionado en un nivel de precios superior. Estamos en un momento muy dulce para el cava.
Raventós Codorníu cerró el último ejercicio fiscal con aumento de las ventas y la rentabilidad. ¿Qué perspectivas tienen para el ejercicio 2023/2024?
Antes de llegar al 2024, no nos olvidemos que nos quedan las Navidades del 23, pero somos cautelosamente optimistas, porque el consumo está reaccionando muy bien, tanto en España como a nivel internacional. El año 2024 vendrá marcado por la confluencia de varias fuerzas. Primera, si inflación y tipos de interés descienden, en la segunda mitad del año la demanda repuntará. Segunda, las consecuencias de la sequía en la vendimia de este año, con escasez de cosecha con reducciones del 30% al 40% en la zona de la DO Penedés, nos ha dado una uva de gran calidad pero en menor cantidad. Por ello, llegará menos producto al mercado. Nos centraremos más en producto de calidad y dejaremos de lado el de menor calidad. En definitiva, en 2024 tendremos una situación económica mejor, especialmente en la segunda mitad del año, pero tendremos que casarla con menos botellas de cava y producto de más calidad y precio. Será una tendencia general, no solo de presente, también de futuro. El vino y el cava, a causa del calentamiento global, en el mejor de los casos, va a ser un sector que mantendrá el volumen de producción, pero irá a conjugar valor, calidad y precio, pero subirá su prestigio.
En el futuro, en el sector, veremos menos botellas de cava y producto de más calidad y precio
¿Cómo se traducirá en cifras?
Vamos a continuar en la misma línea que los últimos años, con en el enfoque en la creación de valor. Hemos venido creciendo mucho, normalmente en dígito sencillo, medio o alto, y algún año a doble dígito, pero concretamente el ejercicio fiscal anterior lo cerramos con un 4% de crecimiento en venta y un 16% de crecimiento en Ebitda. Ello nos da crecimiento interesante en ventas però más en rentabilidad por el foco puesto en el valor. El próximo año fiscal (de junio 23 a junio 24) las perspectives son las mismas. En lo que llevamos de ejercicio fiscal lo estamos cumpliendo.
¿Qué plan de inversiones prevén?
En publicidad nos movemos cada año entre 10 y 16 millones, y en inversiones tecnológicas de producción, capital, etcétera, entre 8 y 15 millones, un poco en función del año, por las necesidades del grupo y la tendencia del mercado. Pero estamos en modo inversor, algo que caracteriza este ciclo de crecimiento con el accionista principal para invertir para hacer crecer la compañía, y sobre todo prepararla para los 20 años próximos.
¿Tendrán el respaldo del accionista mayoritario del grupo, el fondo Carlyle? ¿Habrá permanencia?
Carlyle es un socio financiero y estratégico a medio y largo plazo. Han pasado 5 años desde su entrada, en octubre de 2018. Creo que su salida del accionariado no está pròxima, porque estamos en un viaje en el que cumplimos nuestro plan estratégico de una manera muy satisfactòria y donde hay mucha creación de valor.
¿Pero desinvertirá en algún momento?
Yo creo que sí, porque la agenda es muy clara. Es un ciclo natural que existan cambios de inversores. Pero no creo que estemos próximos a ello, porque mientras estemos en una senda vertical de creación de valor, como la actual, es el momento de reforzar la apuesta. ¿Qué habrá un momento en el que el accionariado cambiará? Probablemente. Pero es una dinámica normal, incluso sana. Yo vengo de trabajar en empresas más grandes, públicas la mayoría, cotizadas, y el movimiento de inversores es constante; y cuando se produce es un movimiento sano. Porque un nuevo accioniosta siempre inyecta una visión nueva, clara, fresca... Yo me relaciono muy bien con la entrada de un fondo y que dentro de unos años haya un cambio accionarial, entre otras cosas, porque será un buen signo d eque se ha creado mucho valor por el camino, y segundo, porque llegará un accionaista con empuje renovado y eso favorecerá a la compañía.
¿Dejará de ser una empresa familiar o cree que los descendientes de la saga permanecerán en el accionariado?
La relación con ellos es excelente, son de una gran inspiración. Soy el primer CEO tras 19 generaciones de esta familia. Esto conlleva una gran responsabilidad. Desde el primer momento he querido apoyarme en la familia para tener un respaldo basado en 500 años de legado. Son muchos accionistas a fecha de hoy porque el 32% está muy fraccionado y sería especular con mi parte decir qué querrán hacer ellos en el momento futuro, si hay un cambio de accionarista de referencia. Creo que habrá de todo.
El sector, como otros muchos, tiene por delante retos como la transición ecológica, el cambio climático... ¿Cómo los afrontan?
Las dos palabras clave para mí son valor y sostenibilidad. Valor porque se sabe del reto que históricamente ha tenido el cava respecto al precio en toda la cadena económica del sector, desde el agricultor al consumidor final. Nosotros lo hemos trabajado, y lo seguiremos haciendo, para que toda la cadena sea sostenible. Además, al incrementar la calidad, se contribuye al incremento del precio, no estratosféricamente en todos los caves, pero si desarrollando caves más envejecidos y de por sí de más calidad, que es lo más interesante para todos los actores del sector, incluido el consumidor.
Las dos palabras clave para mí son valor y sostenibilidad
¿Y respecto a la sostenibilidad?
Actualmente, no se concibe que el mundo empresarial no vaya alineado con prácticas de sostenibilidad. Para Raventós Codorníu, sostenibilidad significa cuidar la tierra. Nuestro propósito como compañía es dar valor a la tierra. En este sentido, tuve la suerte de heredar un negocio donde la familia Raventós siempre ha sido pionera en técnicas de sostenibilidad. Véase Raimat, una de las bodegas del grupo que es sostenible desde hace más de 100 años, con prácticas naturales, con uso mínimo de productos químicos, contención en el consumo de agua, alternativas energéticas... Raimat yo creo que ha sido la gran inspiración de la casa. Pero sostenibilidad no es solamente la tierra, también es la huella de carbono que emitimos. En ese sentido, contamos en nuestra producción con la botella más ligera del mercado, hemos revisado los materiales de nuestras etiquetes, del packaging, hemos convertido buena parte de energía, ya vemos la convencional por energía alimentada por biomasa o por paneles solares... Y también hay un componente de sostenibilidad social.
¿En qué se traduce?
La sostenibilidad también tiene un componente social, muy importante, para contribuir a la comunidad. Cada año, tratamos de ser pioneros al fijar los precios de compra de uva a nuestros agricultores. Estamos aplicando los máximos incrementos para sostenir toda la cadena económica. Por eso insisto en que valor y sostenibilidad van siempre de la mano en Raventós Codorníu. Son el eje estratégico de nuestro negocio y lo que nos inspira para seguir.
Han conseguido, un año antes de lo previsto, finalizar la transición ecológica.
La familia se embarcó hace unos 10 años en la transición ecológica de todos los viñedos que tenemos en propiedad directa y algunos indirectos. Y esto ha hecho posible que hoy en día hemos finalizado la transición ecológica, como anunciamos hace un par de meses, y ya todas las botellas que salen de nuestra bodega con marca Codorníu son ecológicas. Así, somos líderes mundiales en viticultura orgánica o ecológica.
¿Cuánto han invertido?
Es difícil de valorar porque supone cambiar todas las prácticas agrícolas. Pero pasar todas las marcas Codorníu a ecológicas será de entre 4 y 8 euros, que no necesariamente hemos trasladado al precio.
Raventós Codorníu es líder mundial en viticultura orgánica o ecológica
Ello, en un año especialmente inflacionista, ¿cómo?
En el caso de la transición ecológica, es un tema de responsabilidad empresarial. Toda empresa tiene que vender más y buscar más eficiencias internas. Hemos compensado la mayor parte de estos incrementos y los generados por la inflación. El incremento ha sido de entre el 5% y el 7% en los últimos dos años, que ciertamente es mucho menor que la inflación de costos global y la que hayamos podido tener por esa transición ecológica.
¿Han perdido dinero?
No porque hemos buscado otras áreas en las que ahorrar, buscando fórmulas para no trasladar toda la presión del incremento de costes al producto final. Un factor que, además, nos ha permitido aumentar nuestra competitividad porque al buscar las eficiencias podemos mantener precios muy competitivos en nuestro segmento de gama media alta en calidad y precios. El incremento de precios se ha aplicado a todos los mercados donde comercializamos, en función del contexto macroeconómico de cada país. Hemos conseguido mantener e incrementar en negocio en España y en los mercados exteriores.
En un contexto de vendimias menos copiosas ¿Qué estrategia van a seguir? ¿Comprarán viñedos o bodegas?
Por la estructura variada y diversificada dentro del grupo, en el mundo del vino y del cava, y la diversidad y dispersión de las bodegas, podemos balancear mucho el negocio en función de la climatología que hay en cada lugar. Hay que tener en cuenta que no se puede trasferir producto de una zona a otra porque nos regimos por Denominaciones de Origen. Pero sí que, a nivel de negocio, unas compensan a las otras. Ello no quita que a nivel estratégico y siendo el mayor propietario de viñas de Europa, con más de 3.500 hectáreas en propiedad, es de gran valor y nos da una gran ventaja competitiva porque podemos controlar toda la cadena, implementar prácticas de sostenibilidad aunque sean a largo plazo y podemos garantizar el suministro.
Entonces, ¿buscarán oportunidades?
Podría darse. Por ejemplo, en DO Ribera hace dos años compramos unas tierras a más latitud buscando zonas más frías. Y estas oportunidades se van a seguir observando a futuro. Pero comprar viñas ante el cambio climático y poder asegurar calidad de suministro es una buena estratégica, pero sobre todo moverse hacia zonas más frías, claramente también. Pero hay un tema de finanzas porque la inversión en tierra tiene un retorno a muy largo plazo.
Observaremos oportunidades de comprar para garantizar el suministro de uva del futuro
¿Raventós Codorníu eliminará referencias de menos valor?
Tendencialmente sí. La categoría de vinos y cavas necesariamente en todo el sector se moverá a las referencias de mayor valor. Debería implicar que beber un cava de menos de 3 euros dejara de ser factible.
¿El consumidor tiene más la percepción de que Raventós Codorníu es elaborador de cava, y no de vino?
Tal vez, pero no es un inconveniente. Las marcas de por sí tienen un alto reconocimiento entre los amantes de vino. Bodegas Bilbaínas -con Viña Pomal como buque insignia-, Legaris, Scala Dei... las marcas por sí se conocen. Si funcionan por sí solas, no tenemos una necesidad estratégica de que el consumidor las considere todas como un único grupo.
Beber un cava de menos de 3 euros dejará de ser factible
Bruno Colomer es el responsable de enología de la bodega Codorníu desde 2008, pero nos consta que la presencia femenina es muy destacada en el grupo. Además de ser la bodega con el cava con nombre de mujer, Anna de Codorníu, más vendido en el mundo.
El grupo Raventós Codorníu, antes de mi llegada y espero haber ayudado desde la dirección, durante mi llegada, ya era un grupo muy diverso. Actualmente, el 40% de la plantilla y de los cargos de dirección está en manos de mujeres, y nos sentimos extremadamente orgullosos. Dentro del equipo de enología, además, eso es muy relevante, porque el equipo de Codorníu, con Bruno Colomer, Laura Tragant e Imma Pausas, son parte de un equipo de 20 enólogos, con 15 bodegas, y la presencia femenina es igual o superior a la masculina porque tenemos enólogas muy destacadas, como Maite Calvo, en Bodegas Bilbaínas, o Paula Borgo, enóloga de Bodega Séptima. La mujer tiene un papel hiperrelevante en el mundo del vino. El balance de género nos aporta muchísimo porque los enólogos son como artistas que tienen que pintar algo con tierra, uvas clima y su saber hacer.