La recientemente nombrada directora general de La Fageda, Sílvia Domènech, coge las riendas del proyecto social que fundó, impulsó y que ahora velará Cristóbal Colón, con un espíritu "absolutamente" continuista. Nada difícil para una profesional que hace 12 años que está vinculada a este proyecto social con estructura de empresa, situado en el Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa (Girona). Por eso defiende que "La Fageda ha nacido, es y será un proyecto sin ánimo de lucro y eso es nuclear, no cambiará", pero también reconoce que no es fácil porque el reto es asegurar el equilibrio entre la vertiente social y la subsistencia económica. En 2023, redujo pérdidas hasta los 280.000 euros y facturó un 11% más, 21,2 millones. 

¿Cómo se consigue este equilibrio?
Nuestro proyecto no es un proyecto fácil y se tienen que reunir muchas características para que pueda perdurar, porque el equilibrio que sostenemos continuamente entre lo que es social y lo empresarial es un equilibrio muy frágil.

Una tarea que empezaron Cristóbal Colón y Carme Jordà.
Evidentemente que Cristóbal Colón ha sido y es la figura central, y también Carme Jordà, cofundadora. Ahora están viviendo con mucha emotividad la jubilación de Cristóbal. Un momento más en la vida de La Fageda, y muy importante. Cristóbal ha sido el fundador, el emprendedor social, el ideólogo, él siempre se explica a sí mismo diciendo que es el propietario intelectual de La Fageda, no el propietario físico. Por su parte, Carme ha sido una persona que ha aportado aquella calidad, aquella profundidad, que caracteriza La Fageda, con una mirada sobre cada una de las personas que forman parte del proyecto; aquello que internamente entendemos como nuestro modelo de atención integral a la persona.

El equilibrio que sostenemos continuamente entre aquello que es social y el empresarial es un equilibrio muy frágil

Un modelo que se ha consolidado. ¿Cómo se ha hecho? 
Se basa en cinco pilares. Uno es el trabajo y el empleo, una vertiente en que tenemos el centro especial de trabajo, la empresa de inserción, el servicio de inserción laboral en la empresa ordinaria, con acuerdos con una veintena de empresas de la comarca de la Garrotxa. Un segundo son los servicios para garantizar una vivienda a las personas de nuestro proyecto que lo necesitan, en forma de pisos con apoyo o con servicios más amplios de asistencia. Para La Fageda, la salud también es básica y, por lo tanto, prestamos atención a las personas, no solo a nivel psicológico sino con el acompañamiento continuo de vida, tanto para las personas con discapacidad intelectual como con trastorno mental o con riesgo de exclusión social. Al mismo tiempo, uno de los ejes más recientes y que está en una fase más inicial es todo el tema de formación y desarrollo para la emprendeduría social. Y el quinto: la vertiente relacional; en una empresa social como La Fageda, las relaciones entre las personas cobran mucha importancia. Las relaciones uno a uno, en nuestra casa, importan mucho.

Foto: Carlos Baglietto

Actualmente, ya son un colectivo de 500 personas, ¿Cómo se puede aunar esta relación uno a uno, con el crecimiento de la estructura del proyecto?
No hay una respuesta fácil. A nivel ideológico, La Fageda quiere ser un proyecto ajustado a sus necesidades, no aspira al crecimiento por el crecimiento. Por eso es tan nuclear nuestra forma jurídica de fundación sin ánimo de lucro. Así pues, tendremos aquella dimensión y abarcaremos el crecimiento que requiera aquello que queremos hacer, que responda a nuestra misión, inalterable desde el primer día, que no es ninguna otra que dar respuesta a nivel de acompañamiento y a nivel de creación de oportunidades laborales para las personas vulnerables de la comarca de la Garrotxa.

Pero detrás hay una actividad económica, la venta de productos lácteos y mermeladas, los servicios de jardinería... que deben responder a una demanda. ¿Cómo se equilibra?
Para La Fageda, la empresa es un medio para generar puestos de trabajo, no tanto un medio económico, y tendremos la dimensión que necesitamos para equilibrar estas dos necesidades. No obstante, estamos en un mercado, el del gran consumo, que sí que se mueve por el crecimiento.

La Fageda, como empresa, es un medio para generar puestos de trabajo, no tanto un medio económico

¿Es una dicotomía?
Exactamente. Es una dicotomía a la que nos tenemos que enfrentar a menudo, porque nosotros nos debemos también a nuestros clientes, pero al mismo tiempo a nuestras personas, que son el primer y principal objetivo.

¿Y cómo lo hacen?
Entiendiendo los objetivos de nuestros clientes e intentando encajarlos con lo que nosotros queremos hacer, con nuestros objetivos. Por eso hacemos productos de mucha calidad, que el consumidor acabe valorándolos por lo que son, por lo que hay detrás, y que nos escojan cada día cuando llenen su cesta de la comprar. Este es el reto constante que tenemos en La Fageda, este equilibrio frágil entre aquello que es social y lo que es económico, y que no siempre tiene un solo camino. A veces escogemos un camino, a veces otro, y siempre intentamos volver a reequilibrar cuando la balanza pesa demasiado por un lado o por el otro.

Foto: Carlos Baglietto

Venimos de dos años con una inflación de precios que también ha impactado en los productos básicos. ¿Cómo lo han afrontado?
Los dos últimos años han sido muy difíciles para La Fageda, muy complicados. Además veníamos de ejecutar una inversión muy importante, de 34 millones de euros en las instalaciones, y todavía estamos devolviendo una pequeña parte de la deuda que contrajimos. Pero los dos últimos años nos cogieron con un plan de negocio que incluía la inversión pero que preveía unas estructuras de margen, que no se han dado. Los costes de producción de la leche como de los lácticos derivados se dispararon -como a todo el campesinado y la industria alimentaria; en concreto, elaborar un yogur es un 40% más caro ahora que hace dos años, aunque se han atenuado un poco los costes en los últimos meses.

¿Qué política comercial siguieron? ¿Incrementaron precios?
Parcialmente. Fuimos prudentes. Repercutimos del orden del 24% del incremento de costes, porque también somos conscientes del impacto de la inflación y la carga que significó para el gasto en alimentación de las familias, y no queríamos agravarlo todavía más cuando ya somos una marca que estamos en la franja alta de precios. Aplicamos el incremento de precios lo más tarde posible, pero lo tuvimos que hacer por supervivencia, porque no teníamos más opción. A pesar de todo, el ejercicio de 2022 se cerró con pérdidas, y también ha sido negativo el saldo del 2023, aunque el negocio se ha recuperado. El año pasado perdimos un 4% en kilos, pero hemos crecido un 11% en ventas sobre 26 millones de facturación de 2022, y hemos recuperado en más de un 50% el resultado operativo (ebitda), y hemos seguido reduciendo deuda. Para el 2024, el objetivo es recuperar esta disminución en kilos, porque a diferencia de otras marcas que pueden producir menos y vender más caro, para nosotros no es una buena opción. Estamos obligados a mantener los niveles de producción porque de eso depende el número de personas que pueden trabajar en La Fageda; por eso este año prevemos elaborar 11,7 millones de kilos. El año pasado sufrimos mucho la elección del consumidor por los productos a precios más bajos, pero la lectura que hago, una vez cerrado 2023 y viendo cómo ha empezado 2024, es que hemos hecho lo que había que hacer. Nosotros no podemos competir por precios. Es cierto que esta situación nos ha ayudado a pensar internamiento más en términos de eficiencia y de productividad.

En el 2023 habremos crecido un 11% en ventas, pero seguimos en pérdidas

¿Volver a la producción de 2022, querrá decir dejar de lado las pérdidas en 2024?
Con el presupuesto que tenemos no sería imposible, pero creemos que cerraremos con pérdidas, muy reducidas, sin embargo. Estamos haciendo todavía muchas amortizaciones porque venimos del plan de inversión intenso en muy poco tiempo. El resultado es importante, pero lo es más la recuperación del margen bruto, que estamos al inicio. Y haremos todo lo posible para volver a un contexto más cómodo, sin pérdidas, de cara al 2025.

¿Los dos últimos años se han parado las inversiones?
Solo hemos hecho las Inversiones que hacían falta para ganar eficiencia, pero hemos parado las inversiones en producción. Este año tenemos presupuestados unos 800.000 euros.

Acaban de anunciar una expansión en el segmento Horeca en toda España.
El año pasado iniciamos la expansión en el sector de gran consumo en las comunidades de Valencia, Madrid y, anteriormente, el año 2022, en Baleares, con gran éxito. Ahora, con la introducción que buscamos en el canal Horeca aprovechamos también para hacer un reposicionamiento de la marca en el cual ponemos en valor una trayectoria de lo que determina nuestra extraordinaria diferencia, como dice nuestra promoción. Por ello, hemos escogido un distribuidor que abarca todo el territorio español. Para más adelante, también planteamos entrar en el servicio a colectividades, el origen de nuestra experiencia y con el que estamos muy bien posicionados en Catalunya.

Con tanto crecimiento, ¿veremos replicar el modelo de La Fageda fuera de Olot?
Somos un proyecto social que solo estamos y estaremos en la comarca de la Garrotxa. A día de hoy, la mayor parte de las personas de la comarca de la Garrotxa que tienen una discapacidad intelectual, un trastorno mental, pueden tener su sitio en La Fageda. Somos un centro especial de trabajo -de especiales dificultades- que atendemos a todo el mundo que lo necesita, y que por lo tanto, también nos hemos abierto a personas vulnerables, porque en la comarca se detectó, como en el resto del territorio, que a menudo las personas recién llegadas están en riesgo de exclusión social. Por eso en 2018 abrimos una empresa de inserción laboral, y hace dos años una escuela de nuevas oportunidades.

¿Se les incorpora a la fábrica?
El modelo que tenemos de empleo mira siempre a la persona. Por lo tanto, valoramos a cada persona por lo que pensamos que puede hacer. La fábrica de yogures y postres, la empresa de jardinería, el servicio de visitas a nuestras instalaciones, la granja de vacas, la cafetería que hemos abierto ahora a Olot. A menudo les diseñamos un itinerario laboral y personal y pueden estar en casi todas las secciones que tenemos.

 
Foto: Carlos Baglietto

Ahora que comenta la apertura de la cafetería.... ¿nos tenemos que imaginar una cadena de establecimientos de restauración de La Fageda?
No, no. Este es un proyecto comunitario que se ha lanzado en Olot y que se acaba aquí. La cafetería es un lugar de confluencia, de poder vivir en comunidad y que es un proyecto más social que empresarial.

Primero fueron los yogures, después algunos lácteos, más tarde las mermeladas... ¿veremos más productos en el supermercado?
A lo largo de la historia de La Fageda ha habido muchos momentos de reinventarse. Cuando se ha iniciado una actividad económica nueva ha sido porque se ha detectado que las actividades que teníamos en aquel momento no nos eran suficientes para dar trabajo a todas las personas a las que necesitamos atender. Por ahora, como nos movemos en el gran consumo y entre las principales marcas, que no dejan de innovar, cada año tiramos dos o tres innovaciones en productos, con más variedades, por ejemplo. Lo hacemos en los yogures y lácteos -ahora acabamos de sacar una crema catalana y ya teníamos unas natillas- y con los helados, y también hemos hecho alguna cosa en mermeladas, pero de momento, la producción de mermeladas es realmente una salida para un colectivo muy concreto de personas que necesitan unos tempos de trabajo muy diferentes y más pausados, porque no ganamos dinero, al contrario. Pero ya estamos en algunos lineales de supermercados al lado de las grandes marcas, y quien sabe...