Joven profesional, de entre 25 y 30 años, que ha conseguido su primer empleo y que aspira a promocionarse en el seno de la empresa, a mejorar su sueldo, y evitar que las nuevas posiciones que se generen las ocupen nuevas incorporaciones. Este es el perfil de los trabajadores que optan por un gap year, o lo que es lo mismo, los que deciden tomarse un año sabático, generalmente trasladándose al extranjero, para ampliar su formación técnica o en idiomas. Un segmento al alza en España que se va ampliando también a posiciones laborales más sénior, con trabajadores de más de 50 años que realizan cursos específicos para ampliar sus conocimientos y hacer reciclaje profesional.
“Vemos que la demanda va aumentando porque se plasma como una opción para acceder a puestos de más responsabilidad, revalorizar las retribuciones y trabajar más a gusto, algo que, aunque parezca obvio, no siempre se consigue”, expone Xavier Martí, director general de Education First España, el centro que la escuela sueca del mismo nombre tiene en Barcelona. En el ámbito profesional la tipología de formación que se demanda es diversa, pero el aprendizaje de idiomas sigue siendo una de las más recurrentes. “Nos guste admitirlo o no, el dominio del inglés es aún para determinadas generaciones un hándicap en España”, asegura y matiza “y para algunos jóvenes, también”.
Martí insiste en que no siempre se entiende que “invertir un año, o un semestre, de tu vida en trasladarse al extranjero para adquirir nuevos conocimientos, no es tirar un año por la borda”, sino todo lo contrario, “los datos demuestran que, incluso para los jóvenes que salen de la educación secundaria y no tienen muy claro cómo quieren que sea su futuro y a qué quieren dedicarse profesionalmente, aprovechar un gap year suma más que no resta”. Combinar el aprendizaje de idiomas con otras materias de interés académico y profesional es, a su entender, la clave del éxito. La inmersión cultural de un viaje al extranjero con un proyecto académico, además de regresar más preparado, personal, académica, lingüística y profesionalmente, es esencial.
Estudios realizados por Education First en España señalan que entre los jóvenes que decidieron llevar a cabo un gap year, tienen un comportamiento distinto al retomar su formación reglada. Así, solamente un 8% (versus el 33% de alumnos sin cursar formación en el extranjero) de los alumnos no finalizó el grado que inició, mientras que solamente un 13% (vs. 21%) decidió abandonar definitivamente el sistema universitario español. Esta experiencia, además de mejorar las cifras de abandono y cambio de grado, también proporciona mejoras en la satisfacción de los estudiantes, ya que solamente un 21% (vs. un 40%) de los que acaban sus estudios declaran no estar satisfechos con cómo afrontan su búsqueda de trabajo al acabar ni se sienten listos para encontrar un empleo bien remunerado y donde puedan autorrealizarse.
En la actualidad, la demanda de este tipo de reciclaje profesional se centra especialmente en Madrid, Barcelona y País Vasco, que acaparan las dos terceras partes de las solicitudes que recibe anualmente Education First España.
El estudio las empresas españolas frente a la revolución del reskilling, elaborado por EY y Future for Work Institute, señalaba que el 61% de las empresas en España reconoce que el reciclaje profesional de los trabajadores será en una de las principales prioridades en la gestión de personas, para aumentar su capacitación y empleabilidad, y contribuir a la creación de valor a largo plazo de la organización.