La Inteligencia Artificial ha acelerado su implementación en el mundo laboral desde que irrumpió Chat GPT en abierto y mostró que una máquina puede resolver preguntas complejas procesando millones de datos y que incluso puede redactar textos creativos. Otras aplicaciones vienen demostrando que también pueden generar imágenes (el Papa saludando a un cura satánico, el Papa con un abrigo de trapero) o incluso crear canciones. Si las inteligencias artificiales ya pueden ser creativas, ¿qué trabajos nos quedará a los humanos? ¿Podrán pensar como nosotros? Son algunas de las preguntas que ha lanzado, y de alguna manera resuelto, el catedrático en economía e investigador en el Instituto de ética de Inteligencia Artificial de Oxford, Daniel Susskind, en su conferencia de clausura del Congreso del Trabajo de Catalunya celebrado estos días en Barcelona. Los augurios no son tan negativos como parece, pero el 'reskilling' o formación constante será clave. ¿Cómo?
Para empezar, Susskind ha hecho un repaso histórico de la evolución de impactos de la tecnología en el mundo laboral y también de los primeros pasos de la Inteligencia Artificial. Ambos fenómenos son antiguos. Susskind ha destacado que, hasta ahora, entendíamos que los trabajos denominados "de cuello azul", esto es, fueran amenazados por la tecnología, pero no tanto los de cuello blanco. "¿Por qué los trabajadores de oficina también tienen que preocuparse y por qué la mejor respuesta es la educación?", se ha preguntado Susskind, que ha repasado con gráficos cómo en Estados Unidos se pasó de que el 26,9% de la población trabajase en la agricultura en 1860 a que en el año 2000 solo fuera el 1%, pero con ello se conseguía producir cinco veces más que en el escenario anterior. Lo mismo era válido para la manufactura.
Del 'cuello azul' al 'cuello blanco'
"Tenemos más problemas para aceptar que la tecnología impacte en trabajos de oficina porque pensamos que la del campo es rutinaria y basada en procesos y la de oficina pide creatividad, criterio, empatía", ha reflexionado Susskind, para después desmentirlo y demostrar que "la mayoría de tareas son rutinarias" también en oficinas. Para Susskind, no se trata de qué trabajos existen ni de si la Inteligencia Artificial, sino de qué tareas podrá asumir. Y ha puesto ejemplos actuales como que en la agencia Bloomberg un tercio de los artículos los genera una herramienta automatizada, o que en JP Morgan la inteligencia contractual "en cuestión de segundos" realiza procesos que requerirían 360 horas. También ha puesto ejemplos de herramientas que ayudan a diagnosticar cánceres a partir de lunares o "el nuevo auditorio de Hamburgo, que lo ha diseñado un algoritmo".
Todo esto no es nuevo. De hecho, el padre de Susskind fue doctorado en los años 80 en Inteligencia Artificial y desarrolló un sistema de Inteligencia Artificial comercial, en un disquet, que permitía responder preguntas sobre un tema a partir de un árbol de posibilidades. "El enfoque en aquella primera ola era que para construir un sistema que rinda mejor que un humano tienes que sentarte con uno para que te explique cómo funciona y entonces lo captas en forma de instrucciones", ha explicado Susskind, que sin embargo ha detallado cómo eso cambió con un hecho clave del año 97: la derrota de Kasparov contra un sistema informático.
Kasparov y "la fuerza bruta" de la IA
Aquella victoria contra el mejor ajedrecista del mundo dio un giro al planteamiento porque aunque Kasparov no podía "explicar del todo por qué era tan bueno" ni transmitir la intuición o talento que le llevaba a ganar, eso no le hizo falta a la herramienta digital. "Le ganó por fuerza bruta, por potencia, porque era capaz de calcular, ya en aquella época, 300 millones de opciones por segundo, mientras que Kasparov podía hacer 100", ha explicado Susskind.
Ahí se empezó a romper lo que Susskind explica como "la falacia de la Inteligencia Artificial, el presupuesto erróneo de que la única manera de desarrollar sistemas es copiar y replicar como los humanos realizan una tarea". "Hasta ahora nos preguntábamos si una máquina puede tener criterio propio. Y la pregunta es: ¿para qué problema es necesario tener criterio para hallar la solución?", ha explicado Suskind. "Para saber si un lunar es cancerígeno, no necesita criterio, lo que hace es procesar 130.000 casos previos y busca un patrón de similitud, que es una tarea poco humana, basada en el análisis de caoss más probables", ha desarrollado.
Susskind ha rescatado un estudio de Mckinsey que, entre 180 puestos de trabajo, tan solo encontró un 5% que pudieran automatizarse completamente, y, sin embargo, un 60% tenían tareas que sí que podían ser automatizadas. Por eso, para Susskind, es importante "desagregar" los trabajos por tareas, y ahí está la clave del nuevo escenario futuro. Centrarse en aquellas que la Inteligencia Artificial no pueda asumir y y formar a los trabajadores en ellas. Para hacerlo, Susskind ha destacado que hay que fijarse en el qué (qué tareas no puede hacer la Inteligencia Artificial), el cómo (cómo podemos educar) y el cuándo (dejar de entender la formación como un periodo previo al mundo laboral).
La importancia de la formación
Aunque no ha detallado cuáles son los trabajos en los que cabría formarse, cierto es que los cuidados personales emergen según muchos expertos como uno de los sectores al alza cuando la Inteligencia Artificial vaya absorbiendo tareas creativas y rutinarias que pueda ejecutar a partir de los datos. También todas aquellas relacionadas con la propia Inteligencia Artificial, como la gestión legal o regulación ética de unos aparatos que entrañan algunos peligros y que cada vez más países intentan regular. Sobre el cómo, Susskind ha destacado que "la formación individualizada es muy eficaz pero muy cara", apuntando de alguna forma a profesores y formadores como una profesión de futuro cuyo valor humano será difícil de asumir por la IA. Y sobre el cuándo, ha determinado que el 'reskilling' será clave para ir adaptando los diferentes trabajos y tareas a un universo cambiante. Al cierre de la charla, el público ha apuntado las palabras clave del futuro del trabajo en relación con la Inteligencia Artifiical en una encuesta generada por un QR. Las palabras más mencionadas aparecían en la pantalla del escenario y, en el centro, por encima de todas, estaba "formación". Susskind había convencido a la audiencia.
La clausura de Susskind ha sucedido a un discurso institucional del conseller de Empresa, Roger Torrent, que ha clamado por "un pacto social" para abordar estas transformaciones y ha señalado que será importante ver "cómo evoluciona la negociación colectiva" para adaptarse a la brusca irrupción de la Inteligencia Artificial. "Toca asumir incluso que podamos transformar el concepto del trabajo", ha culminado en una jornada que pone fin a tres días de conferencias y mesas redondas sobre los cambios en el mundo del Trabajo. La inauguró el lunes el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, que dio paso al teórico social y economista Jeremy Rifkin, asesor de Biden que hizo una llamada para que Barcelona lidere la biorregión mediterránea y alertó de los peligros del cambio climático en la capital catalana.