IVA, IRPF y Seguridad Social. Estos son los tres impuestos básicos que tienes que tener en cuenta cuando facturas si eres autónomo. Pero, aparte, conocer muy bien las cuotas por tramos que debes pagar mensualmente por el hecho de ser autónomo, así como pensar que en la declaración trimestral, te caerá de golpe el peso de tener que devolver todo aquel IVA que has recaudado de las diferentes facturas. En el sueldo bruto de un autónomo ya van implícitos todos los impuestos y, por lo tanto, plantearse llegar a un mínimo neto mensual resulta un cálculo indispensable para saber si, realmente, sale a cuenta.

¿Qué puedes desgravar?

En esta balanza, también se tienen en cuenta los gastos. Hacienda solo anota los gastos deducibles, que son aquellas que te puedes desgravar, es decir, descontar de tus impuestos. Pero para calcular tu "sueldo neto" tienes que ir un poco más allá de los gastos deducibles fiscalmente. Por una razón sencilla: no te puedes desgravar todos los gastos de tu actividad. En España, últimamente, resulta muy difícil para un autónomo que no se dedica al transporte, poder justificar la gasolina. Más fácil es aportar el justificante de un billete de avión si se puede demostrar el desplazamiento forzoso por aquella actividad o los gastos de telefonía móvil, que no impliquen en la factura la televisión, o también las dietas diarias.

Por ejemplo, los gastos de suministro como la luz, el agua o el teléfono de tu vivienda: solo te puedes deducir el 30% del gasto de suministro utilizado en el espacio que utilizas para trabajar. Otro ejemplo sencillo: si usas el 10% de tu vivienda particular para tu actividad, solo te puedes deducir el 30% del 10% de la factura de la luz, el agua, el teléfono e internet. Es decir, que si te llegan 60€ de gastos de luz, primero tendrás que calcular el 10% (6€) y de este 10% podrás desgravar el 30% (1,8€). Otros gastos relacionados con la vivienda como el IBI o la comunidad se calculan directamente sobre el porcentaje que ocupas en tu casa para trabajar.

IVA, aparte

Pero volvemos al principio. Más allá de lo que puedas desgravar o también sumar si necesitas a un gestor, es determinante tener en cuenta los tres impuestos. Por seguridad social, se entiende un pago mensual fijo que depende de tus ingresos netos: cuanto más ingreses, más pagarás. Eso hace que un gasto fijo se convierta, al mismo tiempo, en variable. El nuevo sistema de cotización de autónomos ya marca las tablas. Con respecto al IVA, lo tienes que declarar a Hacienda cada tres meses con el modelo 303. Declaras la diferencia entre el IVA de las ventas y el IVA deducible y lo pagas cada tres meses,pero puedes hacer una estimación mensual dividiendo el IVA de las facturas (de ventas y gastos) entre tres (meses). Y en último término, el IRPF es el impuesto de la renta sobre las personas físicas (IRPF). Si vuestros clientes son profesionales o empresas, tendréis que hacer facturas con retención de IRPF. Eso quiere decir que tendrás que quedar un 15% a tus ingresos por factura.

Cálculo final

Si vamos al caso práctico, estos tres impuestos se traducen en: cuota de autónomo: 321,18 €, después de estimar unos ingresos netos en torno a 2.000 €. De aquí, el IRPF con el 15% actual si no eres nuevo como autónomo, son 300€. Y no sumas el IVA porque ya lo aplicas, pero recuerda que lo tendrás que devolver de forma trismestral a Hacienda. Por lo tanto, con este ya añadido, la factura que te tiene que salir para tener unos ingresos de 2.000 netos es de 2.621,19€ con el IVA aparte que tendrás que liquidar trimestralmente. A pesar de todo, en la práctica, se tienen que sumar otros gastos como la luz, la asesoría, el seguro sanitario, entre otros. Por lo tanto, este bruto puede llegar a los 3.500€. Así pues, ser autónomo es todo un reto ya que prácticamente el 50% del bruto que factures, 1.500€ si tenemos en cuenta los otros gastos, irán a parar a fuera de tu bolsillo.