Los tipos de interés elevados han venido para quedarse una buena temporada. Al menos eso es lo que creen los inversores tal y como se están comportando las rentabilidades de los bonos a largo plazo. En Estados Unidos la referencia 10 años ya está en el 4,6% y en España roza el 4%. Los mensajes de los bancos centrales (Fed y BCE) han ido en esa línea en sus últimas reuniones de septiembre y la correosa inflación subyacente, que se resiste a bajar, alienta esa durabilidad. Viviremos, pues, un 2024 de precio del dinero caro que acarreará efectos negativos en la economía, las empresas, las monedas y, por supuesto, los mercados financieros.
La reducción en el dinero disponible para gastar en bienes y servicios por parte de los consumidores ralentiza, en última instancia, la actividad económica. Además, los tipos de interés más altos pueden motivar a los consumidores a ahorrar más dinero, ya que obtendrían mayores ingresos por sus depósitos bancarios, siempre y cuando los tipos de interés estén por encima de los ofrecidos por el banco central.
El aumento en el costo del crédito tiende a minar la confianza del consumidor, lo que a su vez conduce a una disminución en el gasto en bienes y servicios. El encarecimiento de las hipotecas o los préstamos personales provoca una disminución del dinero disponible para consumir, cerrando el círculo de la ralentización económica.
Otro factor importante es el encarecimiento de la deuda pública, que en España supera los 1,2 billones de euros. En octubre de 2021 el coste para el Estado de pedir dinero a 10 años era del 0,5% y actualmente es del 3,96%. Si miramos el plazo de 2 años, el Tesoro vendía sus activos con un interés negativo del -0,5% y ahora debe pagar al inversor que compra esa deuda el 3,6%. Esto supone que el Estado debería destinar al pago de los intereses de la deuda muchos miles de millones más que hace solo dos años. Un dinero que habrá que detraer de otras partidas presupuestarias o dar una patada hacia delante e incrementar de nuevo la deuda pública.
También desde un punto de vista económico, los tipos de interés más altos fortalecen la moneda frente a otros países que mantienen su precio del dinero o lo bajan. Un euro más fuerte con relación a otras divisas hace menos competitivas a las empresas españolas (o europeas) en sus ventas al exterior. Esto implica menos exportaciones, lo que sumado a una caída de la demanda interna por el encarecimiento del crédito alimenta la caída de la actividad económica. La peor consecuencia de todo ello es el aumento del desempleo, del que España es líder en Europa con una tasa por encima del 11%.
Empresas zombis
Cuando se compran menos bienes y servicios, las empresas comienzan a tener problemas a la hora de generar más ingresos. Los mecanismos de flexibilidad de las empresas suponen la reducción de la producción y, por tanto, una menor necesidad de mano de obra. Clave es también el encarecimiento de la financiación de las empresas. Las más endeudadas y que deben atender a renovaciones de su deuda deberán pagar tipos más altos. Este mayor coste irá directamente a reducir su cuenta de resultados.
Los bajos tipos de interés de los últimos 10 años permitió acuñar el concepto de empresas zombis. Hacía referencia este término a que no podrían sobrevivir con un coste del crédito empresarial más elevado. Esta dura realidad ya se está viendo en pequeñas y medianas compañías, pero terminará alcanzando a la gran empresa si se dilata por mucho tiempo el precio del dinero caro. En Estados Unidos, la crisis de la banca mediana a comienzos de marzo de este año se produjo por el incremento de los tipos de interés.
Sin llegar a estos extremos, el encarecimiento del crédito frena numerosos planes de inversión que ahora son menos rentables o, incluso, deficitarios al aplicar el nuevo coste. Una medida que limita, en este caso, la expansión del empleo en las empresas. Sin embargo, algunos negocios pueden prosperar cuando se suben los tipos de interés, como es el caso de las entidades bancarias: cuanto más altos sean los tipos de interés que ahora pueden cobrar, mayores serán los beneficios que podrían obtener, siempre que mantengan controlado el coste que les supone captar el dinero. También se abren oportunidades a negocios low cost, dado que los consumidores reducen el consumo y buscan alternativas más baratas que antes no contemplaban.
Mercados financieros
Sin duda, el ahorrador encuentra ahora fantásticas oportunidades de rentabilidad en cuentas corrientes y depósitos (de momento solo en banca extranjera y online) y también puede garantizarse una rentabilidad del 4% durante 10 años con un bono. Es, pues, un buen momento para el ahorro después de una década de tipos cero o negativos.
Ahora bien, como pudo comprobarse en 2022, bautizado como el peor año de la historia para los mercados de bonos, las subidas de los tipos afectaron a aquellos bonos emitidos con anterioridad que tenían que depreciarse para ser atractivos. Esta situación se está volviendo a reproducir este año de más subidas de tipos. El bono a 10 años ha pasado desde enero de rentar el 3,4% a alcanzar el 3,96% actual. Por tanto, aquellos bonos emitidos a tipos más bajos se ajustan bajando el precio y generando pérdidas. Unas pérdidas que llegan al inversor de a pie a través de los fondos de renta fija a medio y largo plazo que este año vuelven a ofrecer un mal resultado.
En cuanto a la Bolsa, la creencia de que los tipos altos han venido para quedarse una buena temporada ha tenido un efecto claramente bajista. El índice IBEX 35 cerraba el pasado 14 de septiembre -cuando el BCE subía los tipos un cuarto de punto hasta el 4,5%- en 9.549 puntos y el pasado miércoles cerraba en 9.331,9, encadenando cinco sesiones de caídas. Los niveles altos de los tipos de interés hacen la competencia al mercado de acciones y el inversor opta por sacar el dinero de la renta variable y aparcarlo en activos de renta fija. Asimismo, la caída de la actividad económica y el encarecimiento del coste de financiación son dos elementos clave para que las empresas cotizadas ganen menos dinero y, por tanto, deben valer menos en Bolsa.