El mercado en el que se negocian los bonos tanto del Estado como los emitidos por empresas se está poniendo cada vez más difícil. Los analistas se equivocaron el pasado año esperando un camino de rosas, pero aparecieron las pérdidas que luego fueron parcialmente compensadas. La prevista recesión económica no llegó ni a Estados Unidos ni a Europa y la esperada bajada de los tipos se terminó frustrando. En este comienzo de 2024 ha ocurrido lo mismo y los analistas que preveían un año extraordinario se enfrentan a complicaciones en el arranque del año: el precio de los bonos ha caído cerca del 2,5% de media entre deuda y emisiones corporativas.
¿Qué está pasando? Pues dos cosas. Primero que la expectativa de bajada de los tipos de interés de los bancos centrales se ha retrasado a, como mínimo, el mes de junio, cuando antes se descontaban recortes en marzo. Segundo: en el pasado mes de diciembre ya se produjo un rally en los bonos con esa previsión de tipos más bajos, y las ganancias -fruto de una subida de los precios y caída de las rentabilidades- se generaron antes de tiempo. La vieja enseñanza tanto en la vida como en las finanzas que dice que “no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo”.
En el mercado de los bonos, precio y rentabilidad van en sentido contrario. Si los tipos bajan, los bonos suben de precio para rentar lo mismo que los actuales, es decir, se encarecen. Por el contrario, si los tipos suben, el precio de los bonos debe rebajarse para rentar más y acercarse a esos nuevos niveles. Y en este enero, los tipos han subido: en el caso del bono español a 10 años, comenzaba el año en el 2,89% de rentabilidad y ahora se mueve en el 3,28%, provocando una pérdida en el precio. En el caso del bono estadounidense al mismo plazo se ha pasado del 3,84% de finales del diciembre pasado al 4,18% actual. Unas pérdidas que tienen un efecto en el conjunto de las inversiones, ya que los pequeños inversores tienen posiciones en estos bonos a través de los fondos de inversión con modalidad de renta fija que son los que más patrimonio concentran en España.
También la subida de los tipos de los bonos explica el mal arranque de año en las bolsas, ya que eleva la prima de riesgo de las acciones: con tipos más altos en los bonos, el inversor exige más prima a las acciones por cuanto son activos con más riesgo. Una segunda derivada es que la financiación empresarial permanece cara.
Así, gran parte de la ganancia esperada se adelantó el pasado año entre los meses de octubre y diciembre. Los bonos estadounidenses a 10 años rozaron el 5% a mediados de octubre y terminaron en el 3,84%, con subida de los precios. Eso sí, aún quedan posibilidades de ganancias desde este nivel actual de rentabilidad del 4,18% si efectivamente los bancos centrales acometen rebajas importantes en los tipos de interés que aplican: será entonces el momento en el que los bonos vuelvan a subir su precio y ofrezcan rentabilidad a los inversores.
Karen Wright, directora de inversiones de renta fija global de la gestora Schroders considera, sin embargo, que tras este movimiento al alza en enero, puede ser el momento de volver a comprar bonos: “La historia sugiere que ahora podría ser el momento oportuno para empezar a pasar del efectivo a los bonos del Estado. Con los depósitos en efectivo ofreciendo intereses más altos y con la renta fija experimentando una volatilidad significativa, no es de extrañar que los inversores prefieran actualmente mantener sus activos en efectivo. Y añade: “Sin embargo, con los recientes movimientos en el mercado que indican un posible cambio en los tipos de interés, existen ahora varias razones de peso para reconsiderar la inversión en deuda pública".
Bonos o letras
Así, los analistas se dividían en sus apuestas para 2024 entre los que esperaban una rebaja continua y rápida de los tipos de interés y aquellos que optaban por la prudencia y preferían refugiarse en activos como las letras del Tesoro que, por su corta vida, oscilan menos en el mercado de negociación.
Desde Renta 4 recomendaban adquirir deuda de duraciones cortas (las más seguras en caso de un episodio de subida de tipos) e ir alargando sin prisas. Tanto la desinflación como la desaceleración económica empujan a que los tipos bajen y los bonos actuales se aprecien. Ahora bien también hay elementos que pueden provocar subidas de intereses en los mercados: “Elevada oferta de papel (alto gasto público y refinanciación de deuda); reducción de balances de los bancos centrales; mensajes de endurecimiento monetario de los bancos centrales si no se controla la inflación, y la vuelta a las reglas fiscales en Europa”, explican. En esta dirección también apunta la mayor gestora del mundo, BlackRock que opta por sobreponderar los bonos estadounidenses a corto plazo y cree que es pronto para tener una posición fuerte en bonos con plazos más largos hasta despejar el panorama económico.
Otros como los expertos de Julius Baer, sin embargo, se decantaban más por los plazos largos: “No esperamos subidas de los rendimientos en los próximos doce meses”. Algo que, sin embargo, ya ha ocurrido en este enero.