El pasado 19 de enero, Estados Unidos ya no podía endeudarse más en los mercados, ya que había alcanzado su techo de emisión de deuda pública. Pero, como es habitual, el Tesoro estadounidense tiene la posibilidad de recurrir a distintos “trucos” contables con el fin de seguir pagando tanto los intereses de la deuda como los gastos corrientes de la principal economía del mundo. Pero estas estrategias del Tesoro tienen un límite que aún no tiene fecha fija. Yanet Yellen, responsable del Tesoro, afirmó recientemente que estas medidas excepciones tendrían margen hasta principios de junio, pero con bastante incertidumbre con base en los ingresos que recauden con la campaña de la renta.
Republicanos y demócratas deben ponerse de acuerdo para eliminar este techo de la deuda –todavía hay una gran tensión entre Congreso y Senado con diferentes mayorías- o fijar un nuevo nivel de gasto. De lo contrario, llegaría el impago de la deuda de Estados Unidos. Un hecho solo visto en 1979 cuando el acuerdo político llegó demasiado tarde. De momento, la dificultad de prever el momento en el que el Tesoro no pueda seguir financiando la economía y la expectativa, aunque difícil, de que Estados Unidos no atienda a sus pagos genera incertidumbre en los mercados financieros.
Ignacio Dolz de Espejo, director de soluciones de inversión de Mutuactivos, explica el origen de este sistema de financiación: El techo de la deuda es la cantidad máxima de dinero que el Gobierno de EE.UU. puede pedir prestado de forma acumulativa mediante la emisión de bonos. Se creó en virtud de la Second Liberty Bond Ac de 1917. Si los niveles de deuda del gobierno de EEUU tocan el techo, no puede emitir más deuda, pero el Tesoro puede recurrir de manera limitada a “medidas extraordinarias” para pagar las obligaciones y los gastos del gobierno hasta que se vuelva a elevar o se suspenda dicho “techo”. “La suspensión o incremento se puede conseguir con un acuerdo de las dos cámaras. Ha ocurrido 78 veces desde 1960, por lo que es muy habitual”, indica
Pero la situación se va alargando en un contexto de fuerte presión entre los dos partidos mayoritarios. Algunos senadores republicanos tienen que ceder para apoyar un nuevo techo de deuda para el país. Pero ya han puesto condiciones para forzar una mayor austeridad en el gasto al presidente Joe Biden. Kevin McCarthy, líder republicano en la Cámara, ha presentado un plan exigiendo una reducción del gasto de 4,5 billones de dólares, incluida la retirada de parte de la inversión en renovables y la condonación de los créditos estudiantiles, ofreciendo a cambio solo una ampliación del gasto de 1,5 billones o la suspensión hasta 2024. “La presión no es casual. Por una parte, es el punto de partida para la negociación y, por otra, intenta limitar la capacidad de actuación del Gobierno. Entre otras cosas, porque el menor gasto también afectaría a los republicanos en las elecciones”, explica Dolz de Espejo.
Inestabilidad financiera
Dennis Shen, director de calificaciones del sector público y soberano de Scope Ratings, considera que cada crisis del techo de la deuda crea inestabilidad en el mercado financiero. Además, estas crisis recurrentes han dado lugar a fases de angustia en el pago de la deuda por parte del Gobierno federal y a la dependencia de las acciones de última hora del Congreso para garantizar el pago en su totalidad y a tiempo. Además, el impago técnico de 1979 echa por tierra la idea de que los problemas del techo de la deuda se resuelven siempre a tiempo.
Ya hay su reflejo en los mercados: “El coste de asegurarse contra el impago de la deuda soberana estadounidense también ha alcanzado máximos de varias décadas: los diferenciales de los swaps de incumplimiento crediticio a un año se sitúan en torno a los 150 puntos básicos (1,5 puntos), frente a los 14 pb (0,14 puntos) de principios de 2023, y por encima de los niveles de la crisis del techo de deuda de 2011”, explica Shen. De hecho, esta firma de calificación financiera ha puesto desde mayo en vigilancia negativa la calificación de la deuda estadounidense, actualmente en niveles de AA (doble A).
George Brown, economista de Schroders, también ve riesgos en esta demora de acuerdo que lleve a un impago técnico en Estados Unidos. “Ya en 2011, los inversores se pusieron nerviosos cuando el Congreso pasó meses luchando por el techo de deuda antes de elevarlo con solo dos días de margen. Poco después, Estados Unidos perdió por primera vez su calificación AAA. El consiguiente movimiento de aversión al riesgo provocó la depreciación del dólar, el hundimiento del S&P 500 y la ampliación de los diferenciales de crédito”, explica el experto en un reciente estudio.
Ante el riesgo de que se repita la crisis, los inversores deberían reflexionar sobre el posicionamiento de sus carteras. “Aparcar el capital en bonos del Tesoro puede resultar tentador dados los rendimientos actuales, pero históricamente estos se han visto sometidos a presión a medida que el reloj se acercaba a los plazos del techo de deuda. En su lugar, los inversores deberían considerar una asignación sobreponderada a los metales preciosos, así como a divisas y bonos de refugio no estadounidenses”, recomienda Brown.
En esta misma línea, Craig Erlam, analista de mercado sénior en Oanda para Europa y Oriente Medio, apunta a que “el drama del techo de la deuda podría estar apoyando al oro y evitando una corrección más profunda. Creo que todo el mundo está muy seguro de que no se producirá un impago, pero cuanto más nos acerquemos a la fecha límite, más veremos que esos riesgos se cotizan en los mercados, lo que podría apoyar al oro”, concluye.