En agosto de 2013 el precio del Bitcoin, la criptodivisa pionera y más popular en los mercados, se movía en torno a los 141 dólares. En estos momentos su cotización se encuentra en los 29.589 dólares, una evolución que deja totalmente fuera de lugar a cualquier otra inversión financiera, pese a las críticas de reputados analistas que en el mejor de los casos destacan su tecnología de encriptación: el resto es humo. Así, si un inversor hubiese invertido 10.000 dólares hace 10 años hubiera obtenido 71 bitcoins que a día de hoy valdrían la escalofriante cifra de 2,1 millones de dólares. Y esta evolución meteórica se ha producido con años muy malos como 2014 (-58%), 2018 (-73%) y 2022 (-65,5%) compensados por otro de ganancias estratosféricas.

Dentro de las inversiones globales, el peor comportamiento lo han tenido los mercados de materias primas (petróleo, trigo, azúcar, cobre, aluminio…) que en una década han bajado de media el 7,3%, de acuerdo con el índice que los reúne (Invesco DB Commodity Index Tracking Fund). Este polo opuesto al bitcoin supone que los 10.000 dólares invertidos son, a fecha de hoy, 9.270 dólares.

Pero tras la criptodivisa, aparece el mercado de acciones como la principal fuente de ganancia para el inversor y, concretamente, el tecnológico Nasdaq, con una ganancia acumulada en la década del 670%. Quien haya mantenido esta inversión habrá logrado convertir sus 10.000 dólares en la nada despreciable cuantía de 77.100 dólares. Mucho más modesta ha sido la subida del español Ibex 35 que en estos dos lustros ha logrado una revalorización del 14,5%, por lo que el ahorrador que hubiera invertido en este índice, habría convertido su ahorro en 11.450 euros.

Haciendo buena la sentencia del mercado de acciones como el más rentable, el grupo de valores de crecimiento y de grandes títulos con revalorizaciones del 459% y del 343%, respectivamente. Medianos y pequeños valores le siguen en rentabilidad en estos dos lustros, con subidas del 240% y del 190%, respectivamente.

 

Antes de llegar al mundo de la renta fija con sus bonos (medio y largo) y letras (corto plazo), destacan dos productos por su elevada rentabilidad en este periodo. Se trata de los bonos convertibles en acciones que han subido el 190% en este periodo, convirtiendo los 10.000 dólares de partida en 29.000, y también las empresas —caso de las Socimis en España— y fondos ligados al mercado inmobiliario. Así, los llamados REITs (Real Estate Investment Trusts) se han apuntado en estos 10 años una revalorización del 125%. Existen varias formas de invertir en REITs: comprar acciones, invertir a través de ETFs e invertir a través de fondos de inversión especializados. Su actividad está ligada al ladrillo y poseen activos inmobiliarios y también hipotecas.

Oro, petróleo y bonos

El oro ha logrado en esta década una revalorización del 30%, pasando de los 1.500 dólares por onza con los que cotizaba a finales de 2012 hasta los 1.982 dólares en los que mueve actualmente. Muy distinta ha sido la evolución de los futuros sobre el petróleo tipo Brent (referencia en Europa) que a comienzos de 2013 cotizaban en los 105,94 dólares por barril y actualmente se mueven en los 84,28 dólares. En los 10 años, de haber mantenido esta posición, la pérdida sería del 20% y los 10.000 dólares invertidos se habrían reducido hasta los 8.000. Su peso en la economía, merecen esta distinción dentro de las materias primas.

Después de la fuerte caída del mercado de renta fija durante 2022 (el peor ejercicio de la historia como consecuencia de la subida de los tipos de interés) y tras años de cupones cero o negativos (en Europa se pagaba por prestar dinero al Estado), las ganancias han sido muy cortas en las letras (bils) del Tesoro estadounidense. En estos dos lustros se han revalorizado solo el 9%, por lo que un inversor tendría únicamente 10.900 dólares. Un ejemplo difícil de repetir en la deuda europea por los tipos negativos y la prohibición a los particulares de adquirir estas letras: solo las compraban los inversores institucionales.

En los bonos, se ha cumplido la máxima: "a más riesgo, más revalorización". Los bonos de alto riesgo (high yield) emitidos por empresas con solvencia baja han transformado los 10.000 dólares de partida en 16.700, mientras que los bonos lanzados por empresas solventes (investment grade) han terminado dando 15.200 dólares a sus inversores.

Rentabilidad desde 1900

Los 10 años recogidos para ver el comportamiento de los distintos activos financieros no han estado exentos de grandes convulsiones. La pandemia del Covid-19 en 2020 y posteriormente la invasión de Rusia a Ucrania han sido elementos negativos para los mercados, junto al brusco brote inflacionista y la dura reacción de subida de tipos de los bancos centrales. Pese a todas estas circunstancias y las vividas años atrás con los coletazos de la crisis financiera de 2008 que se prolongaron durante varios ejercicios, los resultados han sido positivos, en general, aunque como vemos en el gráfico de muy distinta cuantía.

El banco Credit Suisse elabora todos los años un estudio de la revalorización de las inversiones financieras tomando como punto de partida nada menos que 1900. Guerras, crash financieros, crisis energéticas y un largo etcétera que, sin embargo, no impiden que el inversor revalorice sus ahorros. En este estudio a cierre de 2022 (última versión) la rentabilidad real (descontando también la inflación como el gran peaje de la pérdida de poder adquisitivo del ahorrador), está liderada por las acciones con un 6,4% anual en estos 123 años, seguido por los bonos con el 1,7% y, finalmente, por las letras con una ganancia del 0,4%.