El año 2020 se ha convertido en una referencia para numerosas variables económicas, destacando especialmente la recuperación del PIB perdido con la pandemia que se logró finalmente este año con retraso respecto a otros países de nuestro entorno. Pero a niveles más micro, también es un año de un deterioro tan profundo que ha costado superar, como lo evidencian muchas compañías en sus cuentas de resultados que aún no han recuperado los niveles de beneficios previos a la pandemia de Covid-19. En el mundo de la Bolsa, los dividendos este 2023, aún por cerrar, volverán a los niveles de 2019, año en el que los accionistas recibieron para el conjunto del mercado español 30.544 millones de euros como parte del beneficio empresarial repartido entre sus socios.
Se prevé que este año, el pago total de dividendos del mercado español supere los 30.000 millones de euros y se quede muy cerca o iguale a lo repartido hace cuatro años: vuelta a la normalidad. Así, en el ejercicio del parón por la pandemia las cotizadas en España pagaron 18.523 millones de euros, cifra que se elevó hasta los 19.906 millones en 2021 y que recibió un empuje claro el pasado año cuando los bolsillos de los accionistas percibieron en su conjunto 25.276 millones.
Lógicamente, amén de otras consideraciones pegadas a la moda financiera, la evolución del resultado empresarial es clave para retribuir al accionista. Si las empresas ganan menos difícilmente podrán mantener el dividendo o, en caso de un panorama económico muy sombrío, prefieren guardar ese dinero para soportar mejor los envites de su negocio. También, tradicionalmente, las empresas en sectores de alto crecimiento como las tecnológicas han optado siempre por revertir sus ganancias en nuevas inversiones y eludir el pago al accionista. Dentro de las modas y los momentos económicos, se ha producido un fenómeno de vuelta al dividendo en metálico, en vez de utilizar la entrega de nuevas acciones como pago al accionista (scrip dividend). Una fórmula de retribución en acciones de la que abusaron muchas compañías, preferentemente los bancos, y que multiplicaba el número de títulos provocando la caída del precio en Bolsa al diluirse sus ratios de rentabilidad. Es más, el Banco Central Europeo (BCE) acabó limitando el pago de dividendos de la banca en 2020.
El buen momento del sector bancario ha sido este 2023 clave en la mejora de las cifras de retribución al accionista, con un comportamiento general muy positivo en la marcha de las empresas, alejando trimestre a trimestre el fantasma de la desaceleración. Un fantasma que se ha pospuesto para 2024, aunque ahora con escasa convicción, pensando más en un aterrizaje suave de las economías. Además, las empresas han podido elevar sus márgenes en momentos complicados, aprovechando también el contexto de unas economías menos globalizadas, tras la pandemia y la guerra de Ucrania.
Treinta valores a las puertas
El momento exacto de la publicación del dividendo no siempre se anuncia con excesiva antelación y depende mucho de las compañías, aunque mantienen un comportamiento regular en los pagos. Las hay que optan por el pago único, otras pagan un dividendo cada trimestre y, lo más habitual es realizar dos pagos, uno en enero (o diciembre) y otro a mediado de año, repartiendo parte de los beneficios logrados en el año anterior como los ya cosechados en el primer semestre.
Un total de 14 compañías han confirmado sus pagos para los meses de diciembre y enero. Se trata de Coca Cola Europe, Fluidra, ArcelorMittal, Merlin Properties, Atresmedia, Telefónica, Miquel y Costas, Metrovacesa, y Banco Sabadell cuyos pagos se hacen efectivos este último mes del año. Entre los seguros para enero están Endesa, Repsol, Naturhouse e Iberdrola.
Entre los clásicos de estos pagos realizados otros años (aún sin fecha concreta), destacan en diciembre Alantra, Enagás, Prim, Elecnor, Corporación Financiera Alba y Bankinter. Para enero se esperan los pagos de Cie Automotive, Redeia (Red Eléctrica) Faes Farma, Sacyr, Amadeus, ACS, Prosegur y Prosegur Cash.
La Bolsa española sistemática se sitúa entre los mercados con mayor rentabilidad por dividendo del mundo. Por este concepto la rentabilidad obtenida bruta supera el 4% anualmente, oscilando tanto por el volumen de los pagos como por el de los precios que marquen las acciones. Así, es uno de los atractivos del mercado para los inversores internacionales que son propietarios del 48,8% del valor de las acciones españolas cotizadas, 15 puntos porcentuales más que hace 14 años. También es un elemento importante en el sostén de las cotizaciones. Cuando se producen caídas pronunciadas en los mercados se dispara la rentabilidad por dividendo en aquellas compañías solventes que acuden puntualmente a la cita del pago al accionista. Un factor que, sin duda, provoca la entrada de dinero para garantizarse esa rentabilidad fija.