El brusco hundimiento de Credit Suisse en la Bolsa con una caída del 24% de su valor de mercado en un solo día y pedido de auxilio al Banco Nacional de Suiza incluido, no ha sido una cuestión de suerte. La reputación del banco ya venía tocada desde hace meses por diversos escándalos en los que se ha visto implicado. En la historia reciente del banco hay espionaje, estafas de un directivo, blanqueo de narcotraficantes en Bulgaria sin control suficientes y sobornos en la financiación de barcos pesqueros estatales de atún en Mozambique. Y, al fin, el contagio después de dos días indemne de la crisis desatada por la quiebra del Silicon Valley Bank, que golpea a las Bolsas y sobre todo a los bancos con peor reputación.
Con el Banco Nacional Saudí, principal accionista de Credit Suisse, negándose a aportar más capital y a la espera de un posible rescate estatal, el futuro del banco suizo y su eco en el sector bancario tiene ahora mismo a Europa en vilo. "La falta de controles necesarios para prevenir riesgos y su falta de análisis de aquellos que el banco estaba asumiendo ha provocado un agujero en los resultados de estos últimos años", apunta Rafael Sambola, profesor de Economía en EADA y experto en Finanzas.
La caída del banco ya era de un 50% en el último año y, sumada la jornada negra, ya es del 76%. La ampliación de capital con la que el año pasado el Banco Nacional Saudí le inyectó 1.500 millones al hacerse con un 9,8% de su accionariado, no fue tabla de salvación después de sus múltiples escándalos. Antes de esa ampliación de capital, el máximo accionista era el grupo estadounidense Harris Associates. El banco está ahora controlado en más de un 20 % de su accionariado por inversores de Oriente Medio. La Autoridad de Inversión de Qatar (QIA), gestora del fondo soberano del emirato, tiene un 5,03 % y el grupo saudí Olayan, ligado a una rica familia del país árabe, cuenta con un 5 % de las acciones.
Las pérdidas del banco, en los últimos dos años, son millonarias. En 2021, perdió 1.572 millones de francos suizos (1.600 millones de euros), y en 2022 se multiplicaron por cinco, hasta los 7.293 millones de francos (7.400 millones de euros). Credit Suisse sufrió además el pasado año la retirada de liquidez por valor de 123.200 millones de francos suizos (126.000 millones de euros).
Sobornos en Mozambique
El primer escándalo de la secuencia tuvo lugar en octubre de 2019, cuando tres ex empleados de Credit Suisse fueron arrestados por haber ayudado a organizar sobornos de 200 millones de euros para facilitar mejores intereses en préstamos de 1.750 millones en Mozambique. El banco no fue acusado de mala conducta, pero sí que hablaba mal de los controles que tenía cuando estos empleados, dos directores y un vicepresidente, ayudaban a facilitar millones de euros en sobornos a funcionarios del gobierno de Mozambique.
El banco fue multado con más de 450 millones de euros y se vio forzado a cancelar 200 millones de deuda del país africano como parte de una serie de acuerdos de los reguladores de varios países. La trama fue descubierta en 2019, pero los sobornos se remontan a 2013 y los préstamos iban destinados a financiar una pesquería estatal de atún, con lo cual los 200 millones de euros que se embolsaron los funcionarios y los trabajadores del banco, seguramente, debían ir destinados a mejorar la situación de un país con serios problemas.
Dos años después, tuvo lugar el rocambolesco caso de espionaje del consejero delegado de Credit Suisse, Tidjane Thiam, a su ex empleado Iqbal Khan, por la sospecha de que éste quisiera llevarse trabajadores a UBS después de su marcha del banco. Thiam y Khan, vecinos, se llegaron a discutir hasta casi llegar a las manos poco antes de que se conociera el caso de espionaje, que acabó propiciando la marcha del CEO Thiam.
Colapso de fondos de riesgo
Después vinieron encadenadas las caídas de Greensill Capital y Archegos Capital, fondos de inversión de alto riesgo con los que colaboró Credit Suisse antes de sus respectivos colapsos, en marzo y abril de 2021. La exposición del banco suizo a estos fondos costó el despido a varios directivos e impactos negativos de miles de millones de euros. Su reputación iba a la baja por las malas compañías.
Pero episodios más turbios estaban por venir. En junio del año pasado, ya en medio de pérdidas y problemas de gestión, el banco fue multado con más de 20 millones de euros por los laxos controles que permitieron que un empleado del banco ayudaran a una red de narcotraficantes búlgaros a blanquear dinero.
El empleado acusado, concluyó el Tribunal Penal Federal de Suiza, ayudó a los contrabandistas "a pesar de las indicaciones concretas sobre los orígenes criminales del dinero", dictó la sentencia, según recogió el The New York Times. Son solo pinceladas de los últimos escándalos de un banco que desde el año 2000 ha encadenado muchos más casos de corrupción de sus trabajadores y falta de control por parte de la entidad.
En enero del pasado año, además, el entonces presidente de la entidad, Antonio Horta-Osorio, dimitió al descubrirse que había viajado a un evento deportivo durante una cuarentena de la pandemia. Su sucesor, Alex Lehman, fue investigado por el regulador financiero de Suiza, la Finma, por afirmaciones sobre la situación financiera del banco que podrían haber inducido a error a potenciales inversores. Lehman dijo que el banco estaba logrando un retorno de su liquidez en diciembre, cuando en verdad sufría una huida de capitales.
A principios de año, el banco fue objeto de la investigación periodística Suisse Secrets, en la que un consorcio de medios internacionales denunció que el banco había albergado durante años fortunas estrechamente vinculadas a la corrupción.