No es nuevo decir que el mundo de la inversión se ha ido ramificando con el paso de los años. En los tiempos actuales, y ante un panorama económico tan complejo como el actual, los inversores institucionales y, por supuesto, los minoristas, siguen buceando en el escenario financiero en busca de una alternativa a los clásicos vehículos de inversión. Y en esas, el campo se ha convertido en uno de los focos de los grandes fondos de inversión. Tal y como un indica un análisis realizado por Valoral Advisors para la Cocampo, en los últimos 17 años, el número de inversores en agroalimentación se ha multiplicado por 20, dando entrada a 900 fondos con activos bajo gestión que rondan los casi 132.000 millones de euros.

Y es que el campo español, por su seguridad, estabilidad y rentabilidad a medio-largo plazo, se ha convertido en una de las alternativas crecientes entre los fondos institucionales. Según como indican diversos informes, la rentabilidad de estas tierras es de un 10%, una plusvalía suculenta de cara a los grandes inversores, y más si esta está caracterizada por ser estable.

El campo “ha dejado de ser un sector tradicional”

Los fondos de inversión compran parcelas o conjuntas de pequeñas fincas contiguas y persiguen escalar en los rendimientos, con cultivos intensivos y altamente mecanizados. Aún ello, tal y como indica la Agencia Efe, en los últimos años, la mayor entrada de capital se ha dado mediante operaciones de fusión y adquisición de compañías del sector agroalimentario. Pese a que se trata de uno de los sectores más clásicos o con más años de actividad en España, los fondos de inversión se han dado cuenta en la última década de la cantidad de rentabilidades que pueden obtener con la compra de un terreno.

Tal y como explica Héctor Rodríguez, director asociado de Agribusiness para España, en la Agencia Efe, “la agricultura ha dejado de ser un sector tradicional. Ha madurado y ha alcanzado ese punto crítico para que los inversores institucionales entren en el campo”. Con la entrada de capital que realizan estos fondos institucionales, estos mecanizan el trabajo, lo hacen más rápido, agilizan el labrado de las tierras, la recogida de los frutos… algo que, de una forma y otra, hace a las tierras un activo seguro que da rentabilidades “por encima del 10%, y se basan en un modelo de producción en escala que reduce los costes”, sostiene Rodríguez.

¿Cómo entran los fondos de inversión en el sector?

Pese a que los fondos de inversión han ido apostando por el campo español, la realidad es que la estructura de la propiedad se mantiene prácticamente igual que hace unos años, siendo las personas las titulares de esos terrenos. De hecho, el 93,8% del total son personas, mientras que el 6,2% restante son personas jurídicas. Detrás de estas están los fondos de inversión, incluso las socimis, las cuales también se han ido incorporando a este mundo con el paso de los años.

Esto es así porque las principales operaciones del mercado español han sido de adquisiciones de empresas del sector agroalimentario, de “sale&laseback”. Es decir, las compañías que se incorporan a este mundo lo hacen con contratos de compra con un arriendo posterior de entre 20 y 25 años, y también, con contratos de introducción de un nuevo socio capitalista, tal y como indica un informe de CBRE.

En los últimos años se han dado operaciones como la compra de Pastas Gallo y del fabricante de zumos Go Go Fruselva por ProaA Capital, así como la entrada de este fondo en la empresa de uva de mesa Moyca Grapes.

Además, entre otros movimientos, Abac Capital ha adquirido la empresa de frutas y hortalizas Agroponiente, la inversionista Atitlan se ha unido a la portuguesa Sovena para adquirir Frutas Romu, CVC ha comprado el negocio de pasta Panzani, y la gestora inmobiliaria Azora ha entrado en la compañía de almendros ISFA.